La escuela N° 288 "Dr Jorge Cornejo Arias" fue escenario de un momento cargado de emoción. La comunidad educativa se unió para despedir a la docente Silvia Fabiana Flores, quien, tras más de tres décadas de entrega en el nivel inicial, inició su camino de jubileo.
Sin lugar a dudas, la querida maestra jardinera, deja una lección inmensa, que la autoridad no se impone con el rigor que tal vez soñaba en una carrera militar, sino con el amor que supo dar a cada jardinerito. Supo ver en la sencillez de la gente de campo la mayor de las grandezas. Fue para ellos mucho más que su maestra; fue refugio y guía.
Hoy, ya jubilada, siente nostalgia, y se pregunta "qué sigue ahora". Seguramente, la respuesta la encontrará en su corazón donde escuchará a su comunidad rural decirle que lo que sigue es el eco de su voz en cada niño que aprendió a jugar y a pensar bajo su cuidado. La "seño" se va con el deber cumplido y las manos llenas de ese amor puro que los niños rurales saben brindar. Y resonarán en sus oídos las palabras de despedida de su comunidad escolar, "íGracias por su huella seño Silvia! San Juan de Dios siempre será su casa".
Con una honestidad conmovedora, en una entrevista con nuestro diario, la docente Silvia Fabiana Flores confesó que en su juventud anhelaba la carrera militar debido a su carácter firme. Sin embargo, el destino y los años de formación en La Esperanza y la Escuela Normal de San Pedro de Jujuy, forjaron en ella una sensibilidad única. Su carrera fue un derrotero de compromiso por el interior profundo de Jujuy, desde sus inicios en escuelas urbanas hasta su titularización, optando a partir de allí, la zona rural, pasando por las escuelas primarias de Real de los Toros y Puesto Nuevo en Palma Sola y en Santa Clara, todas ubicadas en el departamento Santa Bárbara y, finalmente, la escuela ubicada en San Juan de Dios, departamento San Pedro.
"El niño del campo pide poco y te da todo", reflexionó la docente. Para Silvia Flores los madrugones de las cinco de la mañana y las largas esperas del colectivo se compensaban con el abrazo de sus alumnos y esas preguntas cargadas de inocencia: "¿Qué me trajiste, seño?". En esos parajes, no fue solo una maestra: fue mamá, abuela y tía, roles que aceptó con el corazón abierto, entendiendo que la palabra en el campo aún mantiene su valor sagrado.
El retiro
Hoy, Silvia Fabiana Flores enfrenta el vacío de la rutina que se termina, describiéndolo casi como un duelo. Sin embargo, se lleva consigo la mayor de las riquezas: el respeto de las familias y la certeza de que, en cada rincón de San Pedro y Santa Bárbara, hay una semilla que ella plantó y que hoy florece con los valores del saber y el afecto.
Hablar de sus 30 años de docencia es hablar de caminos rurales, de esperas en el frío de la madrugada y de una entrega que no sabe de distancias. Silvia Fabiana Flores decidió, por elección propia, habitar las escuelas donde el tiempo parece detenerse.