La continuidad de los festejos por el día de la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya se dio en una tarde espléndida en que la imagen coronada salió por las calles capitalinas a brindar su bendición. Anhelando la pronta reapertura de la Catedral Basílica donde se encuentra su camarín, el trono de la Patrona de Jujuy fue portado por personal de la Policía de la Provincia y de Gendarmería Nacional.
La procesión partió poco después de las 17 encabezada por las bandas de sikuris, los abanderados de colegios confesionales, estandartes de distintas instituciones de la parroquia Santísimo Salvador, monaguillos, sacerdotes, el obispo Daniel Fernández y las autoridades, tanto provinciales como municipales.
El recorrido, guiado con reflexiones referidas al Jubileo de la Esperanza, tuvo un momento particularmente emotivo cuando la homenajeada se saludó con la imagen de San Francisco de Asís -que celebró su fiesta el 4 de octubre- en las puertas de la Basílica de Lavalle y Belgrano. Se recordó que se están cumpliendo los 800 años del Cántico de las Criaturas y también el pedido del papa León XIV de rezar el Rosario por la paz el 11.
Entre las intenciones por los más necesitados y los enfermos se sumó el pedido por la Catedral Basílica de Jujuy para una pronta reparación y apertura.
Al retornar al atrio, a las 18, comenzó la santa misa en la que el obispo rememoró los inicios de la devoción a mediados del siglo XVII en Río Blanco, donde "aparece María como queriendo armar comunidad, primero serenar los ánimos, la enemistad y empezar a mostrar que somos hermanos, que debemos construir desde la fraternidad, la colaboración mutua, desde el entendimiento y la solidaridad".
Monseñor Fernández expresó que "a esa cercanía, a esa presencia de María en nuestra historia, en nuestra vida, le respondemos nosotros estando hoy aquí".
En su homilía indicó que "a María la queremos mirar en este año jubilar como Madre de la esperanza" pero aclaró que "nuestra esperanza cristiana no es sentarnos a esperar, no es estar de brazos cruzados acá abajo sino entender que por la misión que tenemos ese cielo donde todos somos hermanos, lo tenemos que empezar a realizar acá. Hacer realidad cada día ahí donde Dios nos puso: en nuestro hogar, barrio, puesto de trabajo, en el servicio que cumplimos".
Y enfatizó en que "esperar es hacer, es trabajar con toda nuestra fuerza por el bien de los demás. Esperar es hacer que cada mañana sea un día mejor".
Señaló la importancia de "ponernos al lado de tantos que buscan trabajo, que necesitan sostener la economía de su familia y el pan de sus hijos; esperar es ponerse al lado de tantas mamás que sufren por sus hijos".
Y exhortó a que "pongamos en el corazón de la Virgen la vida de todos nosotros, especialmente las madres", aludiendo al dolor de las madres de tantas jóvenes asesinadas como en Buenos Aires.
Tras la Eucaristía hubo Serenata.