La Especialidad y Maestría en Educación Inclusiva, que se dicta en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (Fhycs) de la Universidad Nacional de Jujuy (Unju), carreras de posgrado que se vienen dictando desde 2019 y desde 2023 recibieron la visita de José Yuni, pedagogo y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y Claudio Urbano, psicólogo y doctor en Ciencias Humanas, Mención educación, ambos investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Dictan los módulos sobre Educación Inclusiva, Investigación Educativa y Análisis Institucional y como propuesta académica para la comunidad educativa de la Unju presentarán su libro de reciente publicación, Aprender para Vivir, Indagaciones sobre el Aprendizaje en la Segunda Mitad de la Vida.
El acto se llevará a cabo hoy, en coincidencia con la conmemoración del Día Internacional del Adulto Mayor, en el Aula Magna de Otero N° 369, anexo de la Facultad de Ciencias Económicas, a partir de las 16.15, con acceso libre y abierto al público en general.
"En el marco de la educación inclusiva, este libro aporta a identificar y reconocer cómo son los procesos, en este caso de aprendizaje, de los adultos mayores que en la época en la estamos viviendo, cada vez más, se incorporan a espacios institucionales, formales o no formales, para desarrollar actividades de aprendizaje", explicó Guillermo Galán Peñalva, director de la carrera de posgrado.
El docente y también doctor en Educación detalló que este contexto invita inevitablemente a pensar cómo las personas adultas y adultas mayores se van a incorporar a estos espacios de enseñanza y de aprendizaje y cómo las instituciones se tienen que preparar para desarrollar esas propuestas educativas.
Por eso, desde la carrera "buscamos que nuestros docentes, en este caso, especialistas en el campo de la educación y, sobre todo ellos, que son especialistas no sólo en el campo de la metodología o el análisis institucional, tengan como horizonte cercano y lejano a este grupo en particular porque estábamos muy abocados a las primeras infancias, a los adolescentes, a los jóvenes y cómo se incorporan a los procesos de escolarización, pero los sujetos adultos no eran parte de estudios ni de análisis porque las escuelas no estaban pensadas para eso. Por eso, el aporte que Yuni y Urbano traen es muy valioso".
La obra consiste en una fusión entre lo académico y la experiencia directa en el territorio por lo que cuenta con las voces de los sujetos envejecientes. Es un texto accesible para estudiantes y educadores para comprender a este grupo etario dentro de la educación, una propuesta interesante en un contexto en el que, pese a la deuda social con este grupo, cada vez son más las vejeces que circulan en las universidades y en dispositivos educativos no formales.
Prejuicios y tecnología
José Yuni, pedagogo y Claudio Urbano, psicólogo llevan más de tres décadas trabajando en programas de educación para personas mayores y fueron pioneros en América Latina en pensar el aprendizaje en la vejez no solo como entretenimiento, sino como un derecho y un proceso vital de adaptación. Yuni explicó que desde los años 90 trabajan en programas universitarios de extensión para adultos mayores. Allí descubrieron que muchas personas buscaban aprender no solo para ocupar el tiempo libre, sino como una forma de desarrollo personal, acceso a la cultura y ejercicio de derechos. Consultados sobre con qué prejuicios o ideas erróneas sobre el aprendizaje en adultos mayores se encontraron durante sus investigaciones,
Urbano señaló que persiste la idea de que “a los viejos no les da la cabeza”, lo que los reduciría a que solo podrían hacer manualidades. Sin embargo, plantean lo contrario, que el aprendizaje es también reflexión, identidad y posibilidad de seguir activos. No es casual que en la actualidad sean cada vez más las personas que asistan a cursos y talleres ya sea en la educación formal o no formal.
Al respecto, visibilizaron la cuestión de género ya que el 90% de quienes participan en estos espacios son mujeres, lo que los llevó a hablar de “las vejeces” cias de género, territorio y nivel educativo. Yuni, por su parte, agregó que uno de los mitos que todavía persisten en la sociedad es que “los viejos se vuelven como niños”, por lo que en vez de promover la autonomía del adulto mayor, se los vuelve más dependiente de otros.
En este sentido, recordaron que la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, entre sus principios, pondera la autonomía para tomar decisiones sobre su vida, hogar y relaciones. Esto conlleva también el derecho a la educación y puntualmente a la inclusión tecnológica a través de la alfabetización tecnológica que presenta ciertos obstáculos dependiendo el contexto del adulto mayor.
Tecnología y brechas
Ambos coincidieron en que la digitalización genera nuevas formas de exclusión. Trámites médicos, comunicación y actividades cotidianas hoy exigen habilidades digitales que muchos mayores no tienen, lo que los vuelve dependientes. Sin embargo, también destacan que las tecnologías permiten mantener vínculos familiares, informarse y principalmente entretenerse, aunque requieren formas de enseñanza adaptadas. Es que en sus investigaciones detectaron que las personas de 75 años en adelante registran mayor tiempo de uso de las computadoras porque se entretienen, leen las noticias, todo sin salir de la casa.
Desafíos y un mensaje alentador
Los docentes e investigadores del Conicet destacaron que, pese a los avances conseguidos en lo referido a la inclusión educativa, todavía persisten importantes desafíos para garantizar el derecho de las personas mayores a seguir aprendiendo. Apuntaron que uno de los principales obstáculos sigue siendo cultural: “Todavía predomina la idea de que, una vez jubilados, ya no es necesario aprender, como si el deseo de seguir creciendo se agotara con el retiro laboral”, señaló Claudio Urbano.
Esa mirada se combina con estereotipos que limitan el aprendizaje a actividades recreativas, invisibilizando que también hay interés por el pensamiento crítico, la reflexión y el acceso a la cultura. Sin embargo, los autores reconocen avances en el camino, como los movimientos de autogestión educativa que, en Argentina, se conocen como universidades de la experiencia o universidades abiertas.
Se trata de espacios gestionados por los mismos adultos mayores que ofrecen talleres desde su expertise. Hay por lo menos diez distribuidos en distintas ciudades del país. Éstos se suman a los programas para personas mayores que tienen todas universidades públicas de la Argentina, pero que lamentablemente no son muy difundidos.
Y a las propuestas de Upami y Pami que, en la mayoría de los casos, se centran más en lo lúdico que en lo formativo. Ante este contexto, concluyeron que todavía falta una política pública integral que vincule educación y envejecimiento saludable. Sin embargo, Yuni y Urbano advierten que nunca es tarde para aprender. “El aprendizaje revitaliza, da sentido y sostiene la autonomía. Incluso implica desaprender para animarse a lo nuevo, a la posibilidad de seguir transformándose”, indicaron al tiempo que invitaron a la comunidad a la presentación de su libro Aprender para Vivir.