Desde las montañas de Jujuy hasta los rascacielos de Tokio, la vida de Agostina Ortega fue un fascinante viaje entre dos mundos, marcado por la búsqueda de identidad y la pasión por sus raíces. Tiene 25 años y su historia se entrelaza con la de sus padres, quienes partieron de Jujuy hacia Japón en busca de oportunidades laborales.
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Desde las montañas de Jujuy hasta los rascacielos de Tokio, la vida de Agostina Ortega fue un fascinante viaje entre dos mundos, marcado por la búsqueda de identidad y la pasión por sus raíces. Tiene 25 años y su historia se entrelaza con la de sus padres, quienes partieron de Jujuy hacia Japón en busca de oportunidades laborales.
Su padre, Jorge Alberto Ortega, conocido como "Palo" Ortega, fue un destacado jugador de fútbol que llevó su talento desde Banfield hasta las canchas japonesas, donde tuvo la oportunidad de compartir campo con leyendas como Maradona y Batistuta.
A pesar de haber nacido en tierras niponas, Agostina nunca perdió el vínculo con las raíces jujeñas, de donde son oriundos sus padres y hermanos. Cada año, regresa a Jujuy para conectar con su extensa familia y sumergirse en las tradiciones que la hacen sentir verdaderamente en casa. "Tengo toda la primera familia, que sería mi papá, mi mamá y mis hermanos acá en Japón pero después todo el resto de mi familia, mi tía, mi prima, mi abuelo están todos allá en Jujuy, así que siempre voy", aclaró.
De hecho, su acento jujeño y sus costumbres arraigadas atestiguan la fuerte influencia de sus raíces. "Mi mamá siempre me hace carne pese a que en realidad acá se come mucho pescado, pero no sabemos mucho de pescado y a mí no me gusta tanto, pero acá es muy distinta la alimentación; a mí me gusta más lo simple, la de los jujeños", explicó.
La joven aprendió a hablar japonés simultáneamente al español, aunque en su casa se estableció una regla tácita ya que el español siempre prevalecería para mantener viva la conexión con sus raíces. "Era para que yo no me olvidara el español porque era más fácil olvidarse, así que mis papás lo hacían así, era como un juego", afirmó recordando su crianza.
Pero la vida en Japón no solo le brindó a Agostina la oportunidad de explorar su identidad cultural, sino también de viajar y conocer el mundo. Recorrió desde Nueva York, España, Corea hasta Hawai a donde planea volver este año porque adora los lugares de calor y playa.
Aunque pudo recorrer varios destinos, su corazón siempre vuelve a Jujuy, donde valora la calidez de su gente y la autenticidad de sus tradiciones. "De Jujuy me gusta la gente, la amistad, que Japón no tiene. En Japón se juntan todos los jóvenes y se ponen a tomar, les encanta, pero los jujeños en cambio se juntan a tomar mate, a charlar, son amigueros, incluso ahora como está el país aunque no tienen mucho se juntan igual, se recontra ríen, son felices y eso la verdad me impactó mucho y me encantó el carnaval, es incomparable", afirmó.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas en su vida en Japón. A pesar de ser un país desarrollado, Agostina enfrentó dificultades como latina y japonesa en su niñez. "A veces leo que los japoneses son racistas y eso sí es verdad. Uno cuando es distinto en Japón sí o sí te hacen bullying en la escuela, sí o sí la pasas, es difícil adaptarse" dijo. Explicó que la rigidez y el individualismo de la sociedad japonesa contrastan con la espontaneidad y la camaradería de los jujeños.
Pese a estos obstáculos es feliz en lo que hace. Es acupunturista, una disciplina china en la que se formó por tres años y que le permitió establecer una buena relación con sus pacientes.
"Este año fui para el carnaval y carnavaleé más que todos los jujeños, así que tengo la sangre jujeña, me encantan", afirmó la joven acupunturista, una disciplina china que está arraigada en Japón y que estudió por tres años luego de recibirse a los 18 años de la secundaria.
Sueña con la posibilidad de establecerse nuevamente en Jujuy, donde se siente verdaderamente en casa ya que a pesar de las distancias y las diferencias culturales, su amor por esta tierra sigue siendo inquebrantable. De hecho, no descarta la idea de adquirir una casa en Jujuy para estar más cerca de sus raíces. "En Argentina lo sentí todo grande, la casa, la cocina porque en Japón es todo chiquitito están muy amontonados. Me sentí cómoda, era mi lugar, lo sentía mío" afirmó.