"Adentro del mármol late mi corazón", dice una profunda mujer que se pregunta y se explica, que se expresa con la palabra y su cuerpo, ahora que ya todo sucedió, y la historia de ella está contada.
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"Adentro del mármol late mi corazón", dice una profunda mujer que se pregunta y se explica, que se expresa con la palabra y su cuerpo, ahora que ya todo sucedió, y la historia de ella está contada.
"Lola Mora, una pasión" se repuso con dos funciones en el Centro Cultural "Éxodo Jujeño", donde la obra escrita por Alejandro Carrizo y protagonizada por Cecilia Calvó, se lució y sigue el camino que se propone (recorrer la provincia y otros escenarios fuera de ella).
Es que la puesta cuenta con una actuación sin desperdicios ni fisuras de quien personifica a la artista plástica reconocida y cuestionada, Lola Mora. Sin dudas, transforma al personaje histórico en una versión propia de Lola, donde la irreverencia y el orgullo de su rebeldía son muy potentes, la nutren y la enaltecen, aún ante las ingratitudes de su época y los desaires y censuras por sus obras desnudas.
La obra teatral muestra una Lola Mora grande, madura, convencida de las decisiones que tomó, que quizás la llevaron al filo de la locura o la imagen de la locura ante una sociedad que no entendía. Pero, aun así, es lo que la engrandece en el final de sus días.
Dos esculturas la secundan todo el tiempo en el escenario, interpretadas por Gisela Tabacman y Victoria Galeano, dos bailarinas de gran presencia y belleza en la puesta, que completan la pasión de Lola. Ellas la acompañan, la cuestionan, la aconsejan y a la vez se dejan cuidar por su creadora.
Lola reflexiona sobre las respuestas de su vida, de la gente, del estado, de las sociedades, a parir de sus obras, y en una de sus tantas afirmaciones, dice "cada uno ve en una obra de arte lo que de antemano está en su espíritu".
Lola en esta obra cuenta cómo quiso entrar en el círculo social para que valoraran su arte, cómo intentó ser parte esperando los encuentros para hablar, pero parece que nunca llegaron.
En algún momento deja de esperar, y hoy en esta puesta se recuerda de alguna forma, la falta de valoración correspondiente a la época, en un año y un tiempo, en el que Jujuy pareciera estar protegiendo y por fin regocijándose de su legado, con acciones de gran envergadura. Pero claro, pasaron 88 años de su muerte, y poco más desde sus momentos productivos que debieron haber sido de gloria.
Ella, en esta obra generosa, regala sus obras al mundo. Sabe que no se las va a llevar, aunque las haya protegido e intente dejarlas protegidas para siempre porque dice que para ellas "llueve por dentro y por fuera". Y en el final, emotivo y doliente, ella, a través de la actriz nos dice "lluevan con ellas".
En el escenario pocos elementos, muchos movimientos estudiados y cuidados que definen al personaje principal y que aportan mucha seguridad a la vista. Seguridad de una mujer que analiza su vida y su legado, y lo transmite.
Es de destacar la presencia y el papel de las esculturas, que abrazan a Lola, y que, con sus gestos y algunas palabras completan un cuadro de la integridad de una artista que trascendió por su ejemplaridad, y por su tenacidad, y que, como tantas en la historia, son entendidas y enaltecidas décadas o cientos de años después.
Las estatuas son su creación, su inspiración, sus hijas, sus pares, sus ángeles, sus herederas, con las huellas que dejó Lola Mora en el mundo. Son las que no la dejaron sola.
La música original, creada especialmente por el talentoso Ismael Jordá, acompaña cada momento de las historias adentrando al público en un estado de profundidad, expectación, y fuerza.
Sin dudas, se trata de un elemento fundamental en el clima logrado con esta puesta.
Al final de las funciones, se realizó un desmontaje, con los artistas sentados al borde del escenario, y el público preguntando lo que quería saber y manifestando sus sensaciones.
Esta producción se estrenó en agosto en el Teatro Mitre, y se repondrá el próximo 10 de octubre en el Teatro Red Mote de de Tilcara.