En el afán de replantear la concepción de las infancias y el público juvenil, proponiéndoles espacios y propuestas que contengan lo que realmente necesitan para ser contenidos en un mundo cada vez más difícil para estas etapas, el 12 Festival Internacional de Teatro Córdoba para la Infancia y la Juventud, que se está desarrollando en Córdoba, desde el jueves pasado, y que culminó ayer, muestra una increíble variedad de espectáculos y experiencias para quienes transitan las primeras etapas de la vida.
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En el afán de replantear la concepción de las infancias y el público juvenil, proponiéndoles espacios y propuestas que contengan lo que realmente necesitan para ser contenidos en un mundo cada vez más difícil para estas etapas, el 12 Festival Internacional de Teatro Córdoba para la Infancia y la Juventud, que se está desarrollando en Córdoba, desde el jueves pasado, y que culminó ayer, muestra una increíble variedad de espectáculos y experiencias para quienes transitan las primeras etapas de la vida.
En nuestras provincias, y en el mundo, hay diferentes formas de abordar el arte con este fin, y este festival es una gran vidriera. Una de las experiencias novedosas que está disponible en Córdoba es “Estelas en el tiempo” (Un juego urbano), un proyecto de la compañía Bineural- Mono Kultur, que saliendo del Salón de los Gobernadores, ubicado en el barrio Nueva Córdoba, y en el ingreso a la Ciudad Universitaria de la Ciudad, propone un viaje en el tiempo a quienes en equipos de hasta seis jugadores se prestan a ir construyendo una historia. Casi como una búsqueda del tesoro, en el inicio se le entrega a cada grupo una bolsa con anotadores, una guía del juego donde se explican las misiones, una brújula y un reloj de arena que servirá en algunos desafíos. Mientras buscan el tesoro (un mensaje), los participantes van pensando e imaginando situaciones, y a la vez conocen lugares de la ciudad alrededor del lugar de inicio, con referencias culturales e históricas que también aportan a la travesía.
Este juego se hizo también en otros espacios como Buenos Aires. En poco más de una hora, jugando y aprendiendo, el camino termina nuevamente en el Salón de los Gobernadores, y entonces se concreta el viaje en el tiempo. Se trata de una performance destinada a público desde los 11 años, que invita a la creatividad e imaginación, y que cuenta con una dramaturgia de Christina Ruf y Ariel Dávila. “Es una aventura para descubrir la ciudad, un viaje por el tiempo y las cosas que nos rodean, un desvío de la atención cotidiana”, dice la reseña. Los espectáculos, además, tocan diversos temas, pensados especialmente para el público infantil y juvenil.
Amor a los animales
“Cerdiña, la niña y el jabalí”, una coproducción entre Argentina, Chile y Uruguay, se presentó en Teatro La Cochera. Es un espectáculo destinado a niños a partir de los cuatro años, que con gran belleza cuenta la historia de Malén, una niña que se pierde en medio de un paseo por el río y en el miedo del anochecer se encuentra con un jabalí herido. En ese momento comienza una aventura de amistad entre ambos, con recursos de teatro y de títeres.
Propone a niños hablar del amor a la naturaleza y los animales. Sin texto, pero con gran trabajo gestual y físico, la actriz logra conectar con el público menudo. Con metáforas, títeres de cartón y de varias dimensiones, y muñecos que replican a la niña y el jabalí, se arma y se desarma en escena un teatrino de telas, que redobla la belleza.
La escena transcurre en una gran alfombra con piedras y yuyos hechos de pompones de lana, territorio de estos personajes, adonde al final de la obra, los artistas invitan a pasar a los chicos, que continúan la conexión con la historia después del “fin” y los aplausos. La curiosidad por caminar y tocar ese paisaje que albergó la historia. Un traje muy bien logrado para el personaje del jabalí y la ternura de la imagen de la niña. Una buena combinación. Mariana Calcumil y Garza Bima son los encargados de la actuación, animación y dramaturgia.
Respeto amoroso
La historia que trajo México a este festival, es un amoroso cuento entre nietos y abuelos, a través de títeres muy tiernos y un actor invitado de Córdoba, Lito Fernández Mateu, (que sin saber el guión es invitado a ser el abuelo y se deja guiar por los personajes muñecos). Se titula “Aprender y olvidar”, es de la compañía Marionetas de la Esquina, y se refiere al aprendizaje de los menores, y a la pérdida de la memoria de los abuelos.
Una gran lección de respeto y amor por los mayores. Dos hermanitos juegan y comparten cosas con su abuelito, antes de que se lo lleven a un asilo, porque se olvida de muchas cosas “y ya no puede vivir solo”, según dice la mamá. “Abuelo no sabe continuar. Abuelo siempre comienza y nosotros vamos a donde él diga”, le explica Eva a su hermanito Lautaro, cuando cuestiona que el anciano no sigue los juegos. Eva lo ayuda a recordar momentos de su vida, que están guardados en unas cajas que sobre el escenario se van transformando en otras cosas, a través de a imaginación de la niña. Ella define con mucha simpatía a su abuelo como un “olvidador profesional”, y nos dice “todos tenemos uno cerca”, invitando de alguna manera a empatizar con esta situación.
La voz y la impronta de la titiritera que da vida a Eva es realmente muy dulce, graciosa e invita a mantener a un público muy grande que llenó el Teatro Real de Córdoba, a seguir la historia y jugar sin perder el clima. Dos actores más ayudan con la puesta. Un dato muy especial es que la obra surge de la historia de amor entre Lucio Espíndola (actor y director mexicano) y su pequeña nieta Eva. Hace más de 15 años, al fundador de la compañía Marionetas de la Esquina le diagnosticaron demencia, por lo que perdió la memoria poco a poco hasta que ya no podía aprender ningún diálogo para entrar a escena. A su hija, Amaranta Leyva (la titiritera), se le ocurrió escribir esta obra para que él estuviera en un escenario pese a todo. “El texto nació de la observación de la relación entre mi padre y mi hija.
Él se iba olvidando del mundo; mi hija, en cambio, se lo quería comer como una galleta”, explicó Amaranta a un medio internacional.