Anoche me acosté planeando levantarme esta mañana para terminar mi columna de esta semana. Tenía varias ideas, algunas ya convertidas en borradores, y otras aún tomando forma en mi cabeza. En eso estaba cuando de pronto mis planes se atrofiaron al prender el televisor y ver las noticias. ¡Qué tristeza, qué dolor tan grande, qué angustia!
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Anoche me acosté planeando levantarme esta mañana para terminar mi columna de esta semana. Tenía varias ideas, algunas ya convertidas en borradores, y otras aún tomando forma en mi cabeza. En eso estaba cuando de pronto mis planes se atrofiaron al prender el televisor y ver las noticias. ¡Qué tristeza, qué dolor tan grande, qué angustia!
No puedo parar de pensar en esa chiquita, Kim, asesinada por dos monstruos menores de edad. ¿Cómo se puede hablar de otra cosa ahora? ¿cómo escribir de temas triviales cuando la realidad nos cachetea de esta manera? ¿Y Lian? ¿Dónde está este pequeño de 3 años perdido en Córdoba? Se repite la historia de Loan e, increíblemente, el sarcasmo llega hasta el punto de que este nene desaparecido solo tiene una vocal de diferencia con el anterior. No sigo con los casos policiales y de inseguridad, porque seguramente ustedes también han visto y leído lo que sucede en nuestro querido país. Duele, y ¡cómo duele! Este mundo en el que vivimos está cada vez peor, duele ver cómo se ha deformado el corazón del ser humano, cuánta carencia de valores, cuánto descontrol y crueldad. Pareciera que hay una necesidad imperiosa por hacer doler, lastimar, aniquilar al otro.
Niños que matan niños, grandes que se aprovechan de los más vulnerables, familias destrozadas, juguetes que quedan sin dueños, y una justicia inoperante y corrupta que no espabila, que no funciona. Y la pregunta vuelve a estar sobre la mesa: ¿cómo cambiamos esta realidad? ¿cómo se soluciona? ¿Los gobernantes no lo saben? O fingen no saber. Aunque no creo que sean solo ellos los responsables de la pérdida de valores en nuestra sociedad... ¿Es muy loca la idea de que cada uno, desde su lugar, puede empezar a sumar al cambio? Al menos, tratemos, intentemos, por nosotros, nuestros hijos y nietos. “Imagina toda la gente, viviendo la vida en paz” decía John Lennon en su canción más famosa. ¡Qué hermosa utopía! ¡Qué ilusión! Si cada uno procurara poner su granito de arena, para educar en el trabajo, en el respeto y el amor, tal vez, algún día lleguemos a cambiar. You may say I’m a dreamer But I’m not the only one I hope someday you’ll join us And the world will be as one.
Por Kim, por Lian, Loan, y todos los niños vulnerados. Por los adultos asesinados, los abuelos golpeados, las mujeres violadas. Por todos ellos, no dejemos de tener esperanza, eduquemos, demos el ejemplo, generemos un cambio, y no dejemos de luchar.l
