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Geología urbana y cambio climático

Jueves, 23 de octubre de 2025 00:00

En las ciencias geológicas existe una especialidad denominada "geología urbana", que estudia la relación entre la geología y las áreas urbanas. En 1960, el Dr William Wayne, de Estados Unidos, propuso esta temática con el fin de incorporar los estudios de riesgo geológico, en la geología urbana, para la planificación territorial y urbanización, con la prevención de peligros ambientales. Desde entonces, numerosos trabajos técnicos y científicos se han desarrollado en torno a esta especialidad. El Dr Wayne, en una oportunidad, estuvo en la provincia de Jujuy, dictó un curso sobre Geología Urbana, en el Instituto de Geología y Minería de la Unju.

En los primeros asentamientos, particularmente desde la época colonial, los pobladores elegían los sitios de urbanización aplicando el sentido común. Se establecían en zonas de bajo riesgo geológico, lo que resultaba factible gracias a la escasa densidad poblacional de aquel tiempo.

Lo ideal es que los estudios geológicos precedan a la planificación territorial y a la urbanización, permitiendo identificar zonas de riesgo y promover un crecimiento ordenado. Sin embargo, en la práctica esto rara vez ocurre, y las ciudades suelen expandirse de manera desordenada, sin considerar las áreas peligrosas.

Los riesgos geológicos pueden tener diversos orígenes y cada uno de ellos con varios comportamientos, deben ser evaluados desde la geología, por ejemplo, analizar:

Actividad volcánica: evaluar el tipo de erupción, ubicación de cráter (vertical o lateral), el recorrido probable de la lava y su duración. Sismicidad: algunas regiones presentan mayor actividad sísmica y fracturas activas o con microactividad. Inundaciones: los cursos de agua permanentes o temporarios pueden desbordarse durante períodos de lluvias intensas. Las características topográficas determinan las zonas más vulnerables. Flujos densos: se trata de mezclas de agua, barro y piedras que se desplazan a partir de sedimentos poco compactados. Aguas subterráneas: su estudio permite conocer su calidad y disponibilidad, tanto para el consumo como para emergencias. Suelos: su clasificación resulta esencial para obras como pozos ciegos, puentes o edificaciones, y para definir los sectores más vulnerables dentro de un área urbana. Deslizamientos de suelos y desplomes: analizar tipos de terrenos inestables y pendientes.

Desde hace aproximadamente 35 años, el cambio climático global se ha convertido en una preocupación creciente. Diversas cumbres internacionales han intentado coordinar acciones para reducir sus efectos, aunque los avances concretos siguen siendo limitados. El debate principal se centra en la responsabilidad de los países desarrollados para aportar los recursos económicos necesarios. Hasta el momento, los fondos disponibles resultan insuficientes frente a la magnitud del problema.

En algunas regiones se registran grandes sequías, que provocan pérdida de cultivos, degradación del suelo y migraciones humanas. En otras, se observan precipitaciones extremas, con inundaciones, crecidas de ríos, deslizamientos y flujos de barro y piedras. En todos los casos, las consecuencias económicas son enormes y, lamentablemente, también se pierden vidas humanas.

El fenómeno climático obliga a replantear la planificación territorial urbana, incorporando nuevas variables de riesgo. Por ejemplo, las líneas de ribera de los ríos deberían revisarse, ya que las crecidas máximas registradas, por ejemplo, en los últimos 200 años podrían ser superadas debido al cambio climático.

En definitiva, los fenómenos meteorológicos extremos activarán y multiplicarán procesos que hoy consideramos normales, por lo que anticiparse mediante una adecuada planificación geológica y territorial resulta indispensable.

 

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