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18 de Octubre,  Jujuy, Argentina
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¡Feliz día, viejita!

Sabado, 18 de octubre de 2025 21:35

En una reunión de amigos, ya de madrugada y con varias botellas de vino encima, una vez pregunté: ¿qué es lo primero que se les viene a la cabeza cuando piensan en sus madres? Algunas de las respuestas a esa pregunta, les comparto aquí:

Mi mamá era de fierro, me acompañaba todas las mañanas a tomar el colectivo para ir a la escuela. Vivíamos a veinte cuadras sin asfaltar de la parada. En invierno con muchísimo frío o en las mañanas claras de la primavera siempre ella conmigo, de la mano, no faltó un solo día. Y, si llovía, como teníamos un solo paraguas, el que no se mojaba era yo.

Cuando empecé a trabajar a los dieciocho años, tenía que salir de casa a las cinco y media de la mañana, para llegar a mi trabajo a las siete. Tenía que tomarme dos bondis y un tren. Mi mamá se levantaba a las cuatro y treinta para prepararme el café y despedirme en la puerta. En invierno, que hacía un frío de pelarse, me preparaba una avena caliente con nueces y frutas para que vaya con el estómago calentito.

Mi mamá tenía una verdulería, debía salir muy temprano a buscar las verduras al mercado central. Así que cuando mis hermanos y yo nos levantábamos, ella ya no estaba en casa, pero encontrábamos la mesa de la cocina preparada con mantel, tazas y platos, el mate cocido calentito en un termo, las tostadas en una panera y el dulce de leche o la mermelada sobre la mesa.

A mi mamá le costó mucho recuperarse del parto complicado de mi hermano menor, estuvo muchos días en el hospital, y salió toda fajada, con la panza llena de puntos. Pero, no sé cómo hacía para levantarse temprano para despertarnos, con mi hermanito colgando de la teta. Nos preparaba el desayuno, nos ayudaba a vestirnos, por la tarde me llevaba a mí a fútbol, a mi hermana a piano. Caminaba lento, con el crío y las cicatrices a cuestas, pero siempre con una sonrisa, siempre de buen humor

Recuerdo a mi mamá alentándome cuando mis hermanos y yo jugábamos al hockey, sentada en el pasto con el mate, por horas, hasta que terminaban nuestros partidos. Eran horas, con frío, con calor, con lo que sea. Cuando nos tocaba entrenar en otro lugar, nos acompañaba a pata hasta el club a la madrugada, y luego se volvía sola cortando camino por terrenos baldíos. No entiendo cómo se las arreglaba para siempre estar.

A mi mamá le debo mi profesión. ¡Me tenía una paciencia! Mientras yo estudiaba para algún examen, ella me cebaba mates o me ponía una manta sobre los hombros, o me acercaba el caloventor. Así también me tenía cortito, y más de una vez me lanzó una chancleta con excelente puntería. Mi viejita tenía sus formas, pero funcionaron, aquí me tenés: un señor abogado.

Yo recuerdo el día en que mi mamá me llamó por teléfono, justo cuando yo empezaba con los dolores de parto. No sé cómo hizo para volar tan rápido desde Jujuy a Buenos Aires, ese mismo día llegó, toda agitada, solo con su cartera colgada del brazo, a recibir a su primera nieta y a cuidar de mí que, primeriza, nunca había cambiado un pañal en mi vida.

¡Mi vieja es un personaje! Orgullosa a más no poder, el día que le regalé un celular, casi me lo tira por la cabeza. “Yo no entiendo esos aparatos, no lo quiero” me dijo, con firmeza. Pero mis hijos la fueron ablandando. Ya saben que los nietos logran cosas que nosotros jamás haríamos. Si la vieran ahora, es re canchera la vieja, experta en Instagram, whatsapp, zoom y hasta hace tiktoks con mis hijos.

A mí si me piden que piense en mi mamá, se me estruja el corazón, porque ya no está conmigo, porque siento que no la disfruté lo suficiente, porque no le di mucha bola los últimos años de su vida, porque prioricé otras cosas. Si hubiese sabido lo poquito que le quedaba de vida, aquella última vez que la visité en el hospital, le hubiese dado un abrazo fuerte, le hubiese contado cuánto la quería y admiraba, lo agradecido que estaba por todo lo que me dio. ¡Es una gran pena que tengo bien adentro de mi corazón!

Hijas e hijos: que no nos falten las palabras hoy. Ustedes, madres, celebren su día, mujeres fuertes, resilientes, que se reinventaron tantas veces, que estuvieron y están en el momento justo, con la palabra apropiada, con el corazón dispuesto a darlo todo.

Mamás, mamis, mas, viejas, viejitas, a vos ruluda, feliz día, las amamos. Gracias por todo lo que hicieron y hacen por nosotros.

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