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13 de Octubre,  Jujuy, Argentina
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Empecemos por tratarnos mejor

Lunes, 17 de junio de 2024 01:04

Por JOSÉ A. MENÉNDEZ, médico jujeño.

Quién se tomó el trabajo de observar y reflexionar sobre el acontecer cotidiano del mundo; a más de padecer sus consecuencias, habrá notado con preocupación disimuladas limitaciones y debilidades. Que sumadas a la particular forma de reaccionar de la humanidad evidenciadas en personales maneras de ser, construyen un abanico impredecible de infinitas figuras. Constante que anima cada minuto, todos los días al planeta y sus moradores.

Ahora, cuando la conmoción sucede a la tragedia, desestabiliza emocionalmente y aparece el miedo a lo impensado o desconocido. íTodo cambia! Y reducido a su existencia, asustado, angustiado, aparece el otro hombre. Débil y manejable; menos soberbio, más obediente y empapado de lo real. La rutina fue vencida, sepultada, otras cuestiones más importantes acaparan su atención.

En la historia de lo posible esto es una consecuente e intrincada reacción que, incorporada al inconsciente no deja otra opción. Es parte constitutiva. Pero casi en forma simultánea se genera en el cerebro o mente la respuesta contenida en incontables capítulos que resguarda la razón. Y allí viene la contestación acorde o valedera a la causa movilizadora. Las hormonas demandan toda la atención y sumisión.

Entonces, ¿qué hacer? Emoción y razón conviven indisolubles en el hombre y se manifiestan sucesivamente. Lo que recientemente hizo decir al doctor López Rosetti en su libro "Emociones y sentimientos", que somos seres emocionales que razonamos. íSin dudas es así! Todo este argumento viene a cuenta de la figura aterradora que hoy muestra la humanidad ante la aparición del virus maldito y destructor denominado "Covid-19" y ahora el dengue.

De un día para otro dejó de ser el dinero lo primero en todo el mundo y los intereses que mueve a su alrededor.

Las potencias por un momento volvieron a tomar conciencia del valor de la vida y en qué consiste verdaderamente su aprecio y sustento (evidenciado en presupuestos destinados al mantenimiento y protección de la población y en la premura de investigar).

El armamento nuclear y variadas armas sofisticadas mostraron su incapacidad para salvar una sola vida, tampoco enfrentar al virus en su presencia devastadora. De golpe la soberbia se arrastra y esconde ridiculizada ante un enemigo ultramicroscópico.

No sabe cómo combatirlo y menos curar al que la padece. Entonces y por fin, aparece la sensatez de alzar los ojos al cielo y buscar su divina protección. Cuánto ganó en ese gesto es improbable cuantificar. Lo seguro es su regreso al seno del amor, la familia. Valorando cada día y el alcance de los afectos hasta aquí obnubilados por la superficialidad del encuentro en la calle, en el trabajo o mesa de café.

Ahora el rico y el pobre, el negro y el blanco, el ateo y creyente navegan en la misma barca. Tenía que ocurrir y casi era necesario un golpe como el que vivimos. Para algunos tremendamente duro. Pero así es la historia de la humanidad que, aunque lenta y de mala memoria, está pronta a cambiar el rumbo.

Empecemos por tratarnos mejor, amémonos sin rubor ni medida. Valoremos la vida, sus pequeños logros o gestos.

Busquemos en cada amanecer la fuente de energía que ahuyente la soledad de sentirse en un desierto aun estando rodeado. Aprendamos a compartir no tanto lo que sobra, sino más bien lo que cuesta. Y en ello no me refiero solo a lo material como al tiempo disponible para asistir al que sufre y necesita ser escuchado.

Todo transcurre tan rápidamente que el famoso "lo veré mañana" puede terminar siendo un engaño o una forma encubierta de egoísmo y mezquindad.

Mientras tanto, cuantas cosas honrando la vida podrían nacer en nuestro corazón que a la vez logren una sonrisa en el que sufre o menguar el hondo dolor, la desesperanza o la incertidumbre. Comprender que el valor del tiempo no radica en el almanaque, sino lo que hago con él.

Seamos generosos con nosotros mismos y abrámonos a la vida, lugar y tiempo donde radica la verdadera riqueza. Y para ti Jesús un pedido. "Renace en la vida, en el pecho, en el hogar de cada argentino".

 

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