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De traiciones, sometimientos y esperanzas...

Lunes, 21 de octubre de 2024 01:01
LEILA SUSANA CHAHER | AL FRENTE DE UNA LISTA DE CONFLUENCIA DE VARIOS SECTORES PERONISTAS / DIEGO "DINGUI" MARTÍN PALMIERI | ENCABEZA EL QUINTELISMO PROVINCIAL PARA LAS INTERNAS EN NOVIEMBRE.

"El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro. Quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo es un compañero; y quien lucha contra un compañero, es un enemigo o un traidor", tronó un día Juan Perón desde su exilio en Madrid, y la frase quedó grabada indeleblemente como un principio dogmático de lealtad en los corazones de aquellos peronistas de la resistencia y la lucha, y que hoy mucho, especialmente Cristina quiere reflotar como bandera. Pero en este siglo XXI, con realidades tan distintas, la palabra "traidor", pareciera querer subsumir el principio de la lealtad al concepto de "obediencia" sin cuestionamientos, bastante demodée. Es quizás, uno de los impedimentos más fuertes para que el peronismo pueda modernizarse y democratizarse, y aceptar la posibilidad de discusiones y diferencias internas, sin que los más fuertes puedan excomulgar sin piedad a los demás. El resultado es un partido atomizado, que clama por un líder "al estilo de los de antes", sin poder encontrarlo.

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"El Movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro. Quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor. Quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo es un compañero; y quien lucha contra un compañero, es un enemigo o un traidor", tronó un día Juan Perón desde su exilio en Madrid, y la frase quedó grabada indeleblemente como un principio dogmático de lealtad en los corazones de aquellos peronistas de la resistencia y la lucha, y que hoy mucho, especialmente Cristina quiere reflotar como bandera. Pero en este siglo XXI, con realidades tan distintas, la palabra "traidor", pareciera querer subsumir el principio de la lealtad al concepto de "obediencia" sin cuestionamientos, bastante demodée. Es quizás, uno de los impedimentos más fuertes para que el peronismo pueda modernizarse y democratizarse, y aceptar la posibilidad de discusiones y diferencias internas, sin que los más fuertes puedan excomulgar sin piedad a los demás. El resultado es un partido atomizado, que clama por un líder "al estilo de los de antes", sin poder encontrarlo.

El caso más resonante es el fracaso del "operativo clamor" por la candidatura de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, que terminó siendo una expresión ruidosa y devaluada que terminó congregando, lo reconozcan o prefieran ignorarlo, a lo más rancio de la "casta interna" peronista, la misma que perdió estruendosamente frente al recién llegado a la política Javier Milei. Y no sólo eso: quebró la intimidad cristinista dejando de un lado a la jefa del espacio, dolida y enojada, y al otro lado, al gobernador de la provincia más grande y poderosa de Argentina, Axel Kicillof, separado y desprotegido del amor y la contención de quien fuera su madre putativa, su mentora y autora, y sostén de su ascenso en la vida pública nacional. Al frente, empecinado y dispuesto a perder, pero a ganarse un espacio propio, el gobernador riojano Ricardo Quintela, armó su modesta lista con dificultad, con un par de nombres resonantes y llena de dirigentes del interior, ignotos la mayoría, que se muestra con características de federal y de renovación.

Quintela salió, con reflejos componedores, a vindicar a Kicillof: "Hay que cuidarlo y protegerlo porque es la única alternativa que tenemos hoy los argentinos". Y redobló el fortalecimiento de la relación de CEFK con su hijo Máximo, siempre receloso de las preferencias de su madre por el delfín de La Plata. El peronismo del país no tiene dudas de una abrumadora victoria de Cristina sobre el riojano.

La enorme duda es si esa victoria se trasladaría a las urnas del 2025 y sobre todo las del 2027. El dilema sobreviene automático: la unidad con el kirchnerismo es sinónimo de sometimiento, cualquier proyecto sin el protagonismo del kirchnerismo, nacería sin ninguna expectativa de vida. Sería una idea sin el sustento de la esperanza.

En Jujuy, en la casona de 19 de Abril 1.165 se instaló la misma ebullición que atormenta en la Capital Federal a los habitantes de Matheu 130. El sábado, se aclararon en parte, las dudas previas. La senadora Carolina Moisés, otrora indiscutida favorita del cristinismo, hoy duramente cuestionada por una feroz desobediencia llamada "RIGI" y otras posiciones que irritaron a CEFK, presentó su lista aspirando a la presidencia del PJ local, acompañada por Carlos De Aparici, Amelia de Dios, Luciana Santillán y Julio Moisés entre los más reconocidos, identificando su espacio con el nombre de "Primero la Patria" el mismo que eligió CEFK. Algunos operadores que la rodean intentaron sin éxito hacer creer que "La Caro" ocupaba el centro del ring de la disputa y desde allí "convocaba" matriarcal y benevolente a la diputada nacional Leila Susana Chaher a integrar una suerte de "nueva generación" peronista dispuesta a sepultar al resto de los aspirantes, sin advertir que Chaher, desde su ingreso a la política, observó una coherencia sin fisuras en su identificación con el kirchnerismo y especialmente con CEFK, y ello, en los últimos meses, la catapultó a abanderada del cristinismo en Jujuy. Leila, con el respaldo del rivarolismo, presentó su propia lista, incluyendo en ella a nombres relevantes como Rubén Armando Rivarola, Máximo Tell, Fátima Tisera, Guillermo Snopek, Javier Hinojo, Liliana Fellner y Juan Cardozo, entre otros. Su lista también se llama "Primero la Patria". La junta electoral, deberá resolver de manera urgente, cuál de las dos se queda con el nombre para evitar confusiones entre los afiliados. Se advierte en este espacio, la confluencia de varios sectores, y con ello el resultado del enorme esfuerzo por buscar acuerdos que se sostengan en el tiempo. "Los Dinguis", la lista "Rojo Punzó - Federal" identificada francamente con el quintelismo, ingresó encabezada por Diego Martín Palmieri y el acompañamiento de Riad "Lilo" Quintar, Mabel Sotomayor, Rubén González, Teresa Ponce, Ramón Neyra, Emanuel Martín Palmieri, Silvio Cazón y Félix Orrabali, entre otros notables.

Desde el oficialismo radical miran sin desesperarse el hervidero peronista. La gestión de Carlos Sadir, por estos días navega un tiempo de relativa serenidad interna, seguramente consensuada luego de días de frenéticos y silenciosos encontronazos. Y de renovados lazos de convivencia con el Gobierno nacional expresados por la reciente visita de Sandra Pettovello y el secretario de Educación Carlos Torrendell, portadores de gratas noticias y convenios de cooperación. Pero en la intimidad, los radicales más experimentados, siguen con atención los movimientos peronistas. Saben que tarde o temprano, deberán aconsejarle a Sadir, a quién elegir como adversario, y a quiénes desechar, para la pelea electoral del año que viene.

Pero el tema central está decididamente en el PJ. Los 107.800 afiliados peronistas, están siendo compelidos a pensar en su futuro. Y quien termine ganando la interna del 17 de noviembre, no sólo deberá reordenar el Partido, reorganizarlo para las generales, y sobre todo, deberá tener en cuenta cuántos peronistas se hayan sentido convocados para ir a votar. Porque esa será la base de la legitimación que le servirá para darse cuenta con qué nivel de esperanzas y con qué musculatura, enfrentará a los radicales, a los libertarios y a la izquierda, que también se preparan para el combate.

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