20°
26 de Diciembre,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Manifestemos nuestros deseos para este tiempo

Viernes, 26 de diciembre de 2025 00:00

Hay momentos del año -y de la vida- en los que algo dentro nuestro pide pausa, silencio y verdad. No para detenernos del todo, sino para mirarnos con más honestidad. Este tiempo que habitamos, con sus desafíos visibles y sus movimientos internos, nos invita a volver a una pregunta esencial: ¿qué deseo manifestar hoy para mi vida? No como una lista apresurada ni como un mandato externo, sino como un acto profundo de conexión con lo que somos y con lo que anhelamos de verdad.

Manifestar deseos no es magia superficial ni frases repetidas sin raíz. Es un gesto de coherencia. Es permitir que aquello que sentimos, pensamos y hacemos caminen en la misma dirección. Es animarnos a reconocer qué nos habita hoy, qué nos duele, qué nos entusiasma, qué ya no queremos cargar y qué estamos dispuestos a cuidar. Porque los deseos auténticos no nacen de la exigencia, sino de la escucha.

Durante mucho tiempo aprendimos a desear lo que "deberíamos": éxito, reconocimiento, productividad constante, vidas sin fisuras. Pero este tiempo nos está mostrando, con claridad a veces incómoda, que no alcanza con cumplir expectativas si el alma queda afuera. Por eso, antes de manifestar, necesitamos desarmar un poco el ruido, bajar el volumen de las voces ajenas y acercarnos a la propia. Esa que habla bajito, pero con verdad.

Manifestar deseos es también un acto de responsabilidad afectiva con nosotros mismos. Implica hacernos cargo de lo que pedimos, porque todo deseo genuino trae consigo un compromiso. Si deseo calma, ¿estoy dispuesta a soltar ciertas urgencias? Si deseo vínculos más sanos, ¿me animo a revisar mis modos de vincularme? Si deseo bienestar, ¿puedo empezar a tratarme con más amabilidad?

Los deseos no son pedidos al universo que nos eximen de participar; son invitaciones a involucrarnos. Este tiempo no nos pide grandes gestas ni transformaciones abruptas. Nos pide honestidad cotidiana. Deseos posibles, encarnados, vivos. Tal vez no deseamos "tener más", sino vivir con menos peso. Tal vez no deseamos "llegar más lejos", sino habitar mejor donde estamos. Tal vez el deseo más profundo sea sentirnos en paz con nuestras decisiones, incluso con las imperfectas.

Manifestemos deseos que nos acerquen a nosotros mismos. Deseos que no compitan con nadie, que no nazcan de la comparación ni de la carencia. Que respeten nuestros procesos, nuestros tiempos internos, nuestras cicatrices. Porque no se trata de empezar de cero, sino de continuar con más conciencia. De honrar el camino recorrido, incluso aquello que no salió como esperábamos, porque también eso nos trajo hasta aquí.

Hay deseos que no se escriben en una hoja, pero se practican todos los días. El deseo de escucharnos antes de decir que sí, de descansar sin culpa, de poner límites claros y amorosos, de elegir conversaciones que nutran y no desgasten, de habitar el cuerpo con más respeto, de movernos, de respirar, de sentir. Esos deseos, aunque silenciosos, tienen una potencia enorme.

Manifestar para este tiempo también implica aceptar que no todo depende de nosotros. Que hay incertidumbre, cambios inesperados, duelos y aprendizajes que no elegimos. Pero aun allí, siempre podemos elegir la actitud con la que transitamos. Podemos desear atravesar con más presencia, con más ternura hacia lo que somos mientras aprendemos. Podemos desear no endurecernos frente a lo que duele, no cerrarnos, no perder la sensibilidad.

Quizás uno de los deseos más urgentes sea recuperar la confianza. En la vida, en los procesos, en nosotros mismos. Confiar no es negar las dificultades, es creer que tenemos recursos para afrontarlas. Es saber que no estamos solos, que pedir ayuda también es una forma de manifestar cuidado. Es permitirnos no tener todas las respuestas ahora, y aun así seguir caminando.

Este tiempo nos invita a manifestar deseos colectivos también. Deseos de más empatía, de más escucha, de menos juicio, de encuentros genuinos, de palabras que abracen en lugar de herir. Deseos de comunidades más humanas, donde podamos mostrarnos vulnerables sin miedo. Porque lo que deseamos individualmente también impacta en el mundo que construimos entre todos. Manifestemos deseos simples y profundos a la vez. Desear levantarnos con un poco más de liviandad, terminar el día con gratitud, reírnos más, aunque no todo esté resuelto, mirar a los otros con menos exigencia y más comprensión. Desear mirarnos así también. No subestimemos el poder de estos deseos: son semillas que, con cuidado y constancia, transforman la experiencia cotidiana. Y si hoy no sabemos qué desear, también está bien. A veces el deseo es simplemente descansar de tanto buscar. Permitirse un tiempo de silencio, de no forzar, de dejar que la vida decante. Manifestar el deseo de claridad, de calma, de reencuentro interno. Porque incluso la confusión puede ser un territorio fértil si lo habitamos con paciencia.

Este tiempo no nos pide perfección, nos pide presencia. No nos pide respuestas inmediatas, nos pide honestidad. Manifestar deseos para este tiempo es un acto íntimo y valiente: es elegir no vivir en automático, es atrevernos a decir "esto sí", "esto no", "esto todavía no lo sé". Es darnos permiso para cambiar de opinión, para ajustar el rumbo, para volver a empezar las veces que haga falta. Que nuestros deseos no sean una huida del presente, sino una forma de habitarlo con más sentido. Que no sean una carga más, sino un faro amable. Que estén al servicio de la vida que queremos cuidar, no de la imagen que queremos sostener. Manifestemos deseos que nos acerquen a lo esencial: la conexión, el amor, la coherencia, la paz posible. Tal vez, al final, manifestar deseos para este tiempo sea recordarnos que merecemos una vida vivida con más conciencia y menos exigencia. Que merecemos tratarnos con respeto, con paciencia, con verdad, desear sin miedo, sabiendo que cada pequeño gesto alineado con lo que sentimos ya es una forma de manifestación. Que este tiempo nos encuentre deseando desde el corazón, caminando con compromiso y confiando en que, paso a paso, lo que necesitamos irá tomando forma. Porque cuando los deseos nacen del alma y se acompañan de presencia, la vida, de algún modo, siempre responde. Namasté. Mariposa Luna Mágica. (Correo electrónico: [email protected]).

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD