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Separación: soledad que hunde vs soledad que repara

Miércoles, 26 de junio de 2024 01:01

La soledad es una experiencia subjetiva. Porque va más allá de los hechos, podemos estar rodeados, bailando, brindando. En la cresta de éxitos que siempre soñamos, y sin embargo tener la sensación de soledad. Y podemos estar solos y sentir una conexión con lo que sea nos toque atravesar.

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La soledad es una experiencia subjetiva. Porque va más allá de los hechos, podemos estar rodeados, bailando, brindando. En la cresta de éxitos que siempre soñamos, y sin embargo tener la sensación de soledad. Y podemos estar solos y sentir una conexión con lo que sea nos toque atravesar.

Es importante destacar que nuestra naturaleza es gregaria. Por lo que transitar soledades debiese ser experiencia transitoria, parte de un proceso.

La conexión es una necesidad humana que conlleva dos subnecesidades: la necesidad de pertenencia, de ser querido, de ser aceptado. Cuando esta necesidad no está satisfecha, la vivencia es rechazo, de no ser visto. Y esto es la necesidad de intimidad, de mutualidad, de relación.

Scott Barry Kaufman, en "Por qué la soledad duele tanto, según la ciencia", refiere una encuesta reciente en la que el 40% de adultos dicen estar solos, 42,6 millones de mayores de 45 años, reporta soledad crónica. John Cacioppo reporta que "el aislamiento social tiene un impacto en la salud comparable al efecto de la alta presión sanguínea, la falta de ejercicio, la obesidad o el tabaquismo". Lo que implica que esta vivencia se correlaciona con un riesgo de vida.

En vivencias de soledad, nuestra biología se ve afectada y afecta nuestro cerebro, sistema nervioso, físico y nuestra salud mental. Aumenta el estrés. El sistema opiáceo, que es el sistema del placer, se afecta ante los sentimientos de pérdida, dolor al perder ese lazo que por algún tiempo nos acompañó. La oxitocina también se afecta, por lo que disminuye nuestra confianza en la vida y la percepción. La oxitocina forma parte del sistema de calma y conexión, al disminuirse la regulación de angustia y miedo se incrementan. También hay impacto en el nervio vago, que se relaciona con muchos órganos, entre ellos el corazón y los pulmones. Este nervio alivia un corazón acelerado, fomenta el contacto visual, facilita la flexibilidad y la capacidad de manejar el estrés.

Todos buscamos amor, aun cuando no nos damos cuenta. Ser exitosos, tener poder como tantas otras acciones, conllevan la necesidad de ser vistos. Morgenthau sostiene que el poder es un sustituto insatisfactorio de la intimidad.

Hay muchos correlatos de soledad. Está la soledad que experimentamos por ejemplo cuando iniciamos siendo pequeños la actividad escolar. Este estar lejos de mamá o de quien nos materna es una vivencia que suele ser angustiante. Irnos a estudiar. Mudarnos de país. Cada momento tiene su particularidad. En este artículo, me centraré en la experiencia de soledad que se vivencia tras una ruptura de pareja.

La separación tiene para mí diferentes caminos. Camino del avestruz: Se juega a no saber, a no darse cuenta. Minimizar. Racionalizar. Negar. Ignorar. Se expresa en frases como "No es para tanto", "No pasa nada", "La familia es lo importante - ¿quién es feliz después de todo durante tanto tiempo", "Vos por tu lado, yo por el mío", "Ojos que no ven, corazón que no siente", "Afuera no hay nada. No seremos felices, pero estamos juntos" (miedo a la soledad, al cambio de estatus, miedo a las pérdidas económicas). En este camino la comunicación y la madurez juegan un papel crucial. Si una parte plantea cosas de modos de estallido, la otra, para compensar, no responderá. Con lo que lo no dicho, lo mal dicho irán generando una bomba atómica. Y por evitar malos entendidos o confrontar, las cosas llegarán a un punto que se va de las manos.

Camino infantil, "la víctima": en este camino se juega a la manipulación, se transfiere toda responsabilidad a la otra parte. Los reclamos son constantes y en lugar de tomar una decisión se agota la relación y cuando la otra parte decide no continuar en esta continua insatisfacción, se pasa a la fase de "me dejaste", "me abandonaste", "no pensaste en mí ni en la familia", "cómo no me dijiste nada" (no acusa registro del malestar y se da por sorprendido. Como si alguien tendría que pasarle un informe de lo que va vivenciando la relación). Por lo general quien se victimiza suele tener poco registro y responsabilidad, además de un perfeccionismo que lo lleva a negar cualquier falencia o vulnerabilidad, polarizándose como la parte en la que todo está bien y proyectando en el otro todo.

El camino consciente: si la relación se desarrollara entre dos adultos, la separación sería dolorosa solo hasta cierto punto. Ya que desde un camino consciente ambos pueden responsabilizarse por lo que fue bien y por lo que no fue tan bien. Podrían agradecer lo vivido y honrando el amor que alguna vez los unió. Podrían separarse en paz, sin reclamos, ni tomando a los hijos como rehenes. A mayor conflicto, mayor inmadurez.

Hablo de las distintas separaciones, porque cada estilo marcará diferentes caminos a recorrer. Ahora, independientemente del camino, habrá momentos de intensa soledad, de dudas, de dolor, de culpas.

Nuestros programas de inconscientes colectivos, de hasta que la muerte los separe pasarán su factura. Nos fracturará la disonancia que surgirán desde nuestras ideas y obsesiones por que las cosas funcionen.

Y como toda crisis, nos tocará nuestros puntos ciegos, nuestras memorias de apego. La identidad que teníamos dejará de ser. Y ya no seremos los que fuimos y en la transición nos perderemos y nos llevará un recorrido reencontrarnos. Esta transición es equiparable a la muerte. Un duelo se abre. Muchos no se permiten este transitar y tienen respuestas como "un clavo saca otro clavo", anestesiar la emoción "alcohol, consumos, salidas descontroladas", trabajar en exceso, llenarse de muchas cosas, placebos anestesiadores, cerrarse profundamente y jugar, usando las personas como descargas de las frustraciones. Confundiendo una pseudolibertad con un miedo al dolor o exponerse.

Quizás mientras lees te pueden ir resonando diferentes cosas. Es importante que sepas que puedes elegir cómo transitar cualquier momento que estés atravesando. Abrirnos al dolor en el momento justo, sin escapar a esa soledad necesaria para metabolizar tanto contenido.

Una soledad en su justa medida, porque también necesitamos soportes que nos permitan ese reordenamiento de nuestro mundo. Y no esperes a que te desborden las cosas, atravesar una crisis con acompañamiento terapéutico es una amorosidad para el alma. No te quedes solo. Habla, busca, llora, procesa, crece, transfórmate, muere, renace.

(*) Coach ontológico profesional; magíster en Salud Pública con mención en Atención primaria de la salud; especialista en Salud Pública; consteladora; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación; [email protected], Cel. 388-4416256.

 

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