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Laberintos Humanos: La explicación

Viernes, 04 de septiembre de 2020 01:04

Tras escuchar las historias del PeriandroTolaba y del Humínedes Pisca, don Prudencio Creso, dueño de tantas tierras, ya estaba enojado con don Bautisto Solón. ¿Cómo podía asegurar que esos dos eran más felices que él? Usted sabe todo lo que tengo. Me alcanza para mí, para mis hijos y para mis nietos. No digo que el dinero haga a la felicidad, pero estará de acuerdo con que ayuda, agregó esperando una explicación del caso, que era lo que el Solón esperaba para hacerlo. Vea, amigo, le dijo. El Periandro es cierto que se fue joven, pero fue después de darle una inmensa alegría a su padre. No tuvo que despedirlo ni obligarlo a que lo despidiera, y ni uno ni otro sufrió en el accidente. En el caso del Humínedes le puedo asegurar que le alcanzó para vivir, vio crecer su familia sin mayores sobresaltos y dejó una buena memoria entre los suyos, que siempre fueron gente decente. Su vida, le dijo a don Creso, parece ser a simple vista la más deseable. No sólo no le falta nada sino que le sobra, pero he visto demasiadas parecidas que no terminaron bien. No es que quiera ser pájaro de mal agüero, aseguró, pero todos sabemos que el destino es envidioso. Si me lo permite, me guardo la opinión. Si, como le deseo, al final del camino no da con un tropiezo, seré el primero que en su velatorio asegure que fue el más feliz de los mortales. Hasta entonces no se lo puedo asegurar, le dijo Solón, a quien todos tenían por sabio y era, justamente, por este tipo de respuestas que daba a quienes le pedían la opinión sobre algún tema.

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