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9 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Laberintos Humanos: Yo no fui

Lunes, 07 de diciembre de 2020 01:03

Los escritores del género dirán que los acontecimientos se precipitan pero uno, que no es tan ingenioso, prefiere decir que mientras Perla ignoraba la llamada de Gualdivio, vio por la ventana que la esposa del almacenero llegaba hecha una furia, llamaba a la puerta de la casa de Blanca y el comisario y, sin esperar, le reclamaba que no se escondiera.

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Los escritores del género dirán que los acontecimientos se precipitan pero uno, que no es tan ingenioso, prefiere decir que mientras Perla ignoraba la llamada de Gualdivio, vio por la ventana que la esposa del almacenero llegaba hecha una furia, llamaba a la puerta de la casa de Blanca y el comisario y, sin esperar, le reclamaba que no se escondiera.

Perla me echó una mirada como para recriminarme que estas cosas sucedían por las frases que puse en estos Laberintos y, al abrir, se lo escuchamos a esa mujer, que no sólo le echaba en cara “coquetear con mi marido”, como le dijo sin demasiado fundamento, sino además publicarlo en El Tribuno. Yo no fui, le dijo Perla alzando la voz a un tono que no esperábamos, ese fue Dubin, dijo y me miró ya con un deliberado gesto violento mientras la esposa del almacenero decía que ya se había acostumbrado a que las mujeres bonitas le revolotearan al dinero de su marido, pero que eso fuera noticia ya era demasiado.

Perla, empezando a enumerar tomándose el extremo de los dedos con los de la otra mano, le dijo que primero esto no son noticias sino cuentos, que no le interesaba el dinero de su marido porque era una mujer independiente, que menos le interesaba su marido y que de dónde sacó que era bonita. Lo de bonita y distante, dijo la recién llegada echándome el fardo, lo dijo Dubin hace un par de semanas en estos malditos cuentos, y bien que usted no se quejó cuando él se lo dijo, dijo. Y mientras esto decían, el padrecito y Donadou Quispe reían de mi incómoda situación.

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