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23 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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El libro de papel no morirá

Miércoles, 30 de diciembre de 2020 01:03

Por Alejandro Carrizo -escritor 

El libro digital ha fracasado. Varios intentos en e-book demuestran que ese formato no ha podido soportar la dinámica de las redes o la estructura de lectura del ámbito digital. El acto ritual y físico de la lectura en un libro de papel -hasta ahora por lo menos- parece insuperable: la textura, el aroma, la vista, y hasta el sonido de dar vuelta una página, se ha instalado en las personas -a través del tradicional libro de papel- como una quintaescencia del saber, del conocimiento y hasta de la auto realización. Y mucho más cuando ejercitamos la "lectura social", como dicen algunos "con-leer", es decir leer con alguien próximo. Allí aparecen otros dispositivos: la puesta en escena del texto, la carga subjetiva de la intencionalidad del lector, la agudización de la escucha (ese acto tan elevado), los lazos socio-culturales y afectivos que se disponen en el acto de leerle a otro o escuchar al otro/a (aunque nunca es uno solo, siempre son varios los participantes); esa alteridad de integración de los sentidos y del sentido hace a la lectura compartida imprescindible a la hora de aprehender el mundo. Las modulaciones de la voz (en el aliento está el alma de las personas), el acompañamiento del cuerpo (los cuerpos también leen) fortalecen la carga simbólica del aspecto socio-cultural del libro de papel; y ahí están los espacios también: las aulas, las bibliotecas populares, los teatros, la radio!, y toda esa batería de posibilidades que promueve el libro de papel; claro, sin descontar, por supuesto, la industria editorial; pero no las grandes multinacionales, sino las pymes locales, las que rescatan -como Cuadernos del Duende- la cultura local, las que incentivan a escritores, a estudiantes, a investigadores y a lectores próximos, esa trinchera que promueve trabajo, dinamiza la economía regional y se involucra en una red virtuosa del patrimonio y de la pertenencia cultural.

Todo eso ha estado en juego y se ha profundizado en esta cuarentena existencial, en esta resignificación que nos debemos. En algunos casos nos hemos equivocado pretendiendo solucionar cierta avidez a través de las redes (o cierta ingenuidad creyendo que es "gratis" la circulación del producto digital, cuando sabemos que siempre hay alguien que está cobrando, y en el caso de la literatura estaría cobrando tal vez no el más indicado). Yo veo a la literatura incómoda en esos espacios.

Pero en otros aspectos el encierro ha resultado favorable. Varios proyectos de obras han emergido sobre todo por el tiempo del que disponían sus autores. Cuadernos del Duende ha producido editorialmente quizá más que en otros momentos. El libro ha pasado a ser un proyecto óptimo para revisar aquellos papeles que estaban en los cajones muchas veces desatendidos por falta de tiempo. Hemos publicado más títulos y hemos ingresado a otras provincias, y no sólo con las ventas sino también con la edición. Estamos publicando autores de Salta, de Tucumán, de Tartagal, además de los locales, por supuesto. La lectura, creo, ha sido una buena compañía en esta cuarentena. Creo que, en muchos casos, el libro fue (ojalá siga siendo) un amigo presente, no virtual.

También, como regalo de fin de año, donamos libros a bibliotecas populares y nos agradecieron recuperar esos espacios. Es un buen momento para repensar el rol del libro y la lectura. Y en Jujuy hay mucho material, literario y humano.

 

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