Una huelga general contra los planes de ajuste del presidente brasileño Michel Temer afectó ayer al transporte público, las escuelas y parcialmente a los aeropuertos, con algunos incidentes entre manifestantes y policías.
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Una huelga general contra los planes de ajuste del presidente brasileño Michel Temer afectó ayer al transporte público, las escuelas y parcialmente a los aeropuertos, con algunos incidentes entre manifestantes y policías.
La policía dispersó por la mañana con gases lacrimógenos a activistas que bloqueaban calles en Sao Paulo, Rio de Janeiro y otras ciudades.
Las mayores centrales sindicales convocaron por la tarde a marchas para denunciar en particular los proyectos de reforma del sistema de jubilaciones y de flexibilización de los contratos de trabajo.
Ambas iniciativas están para ser votadas en el Congreso nacional como parte del programa del gobierno para enderezar las cuentas y sacar a Brasil de la peor recesión de toda su historia.
Una asesora de la Central Única de Trabajadores (CUT), ligada a la izquierda, dijo que la protesta se extendió por los 26 estados y el Distrito Federal, en centenas de ciudades, y aseguró que los incidentes registrados habían sido menores.
Para el gobierno, la paralización es un fracaso: "Están impidiendo que las personas lleguen a sus lugares de trabajo. En un primer análisis, eso evidencia que es una huelga que no existe. Es más una huelga de sindicatos perturbados con las decisiones del Congreso", dijo el ministro de Justicia, Osmar Serraglio, a la radio CBN.
La Cámara de Diputados dio el miércoles media sanción al texto base de una ley para flexibilizar los contratos de trabajo, otorgando más poder a los acuerdos colectivos y eliminando la contribución obligatoria a los sindicatos.