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13 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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Hablar de política necesita nuevos recursos

Domingo, 07 de agosto de 2016 01:30
"El Reloj de la Discordia", la obra que este año se llevó a escena a través del Plan Federal del Teatro Nacional Cervantes, conjuntamente con la Secretaría de Cultura de Jujuy, está cumpliendo con sus últimas funciones en la provincia. En diciembre llegará la puesta al coliseo nacional en Buenos Aires, y lo cierto es que una vez más fue auspicioso el hecho de que el proyecto posara sus ojos en Jujuy.
Cabe mencionar que como en cada oportunidad (ya se hizo en otros años), la dirección de la obra estuvo a cargo de una artista de Buenos Aires puesta por el Cervantes, en este caso Tina Serrano, y el elenco fue íntegramente jujeño.
Hay que decir que la selección de actores fue acertada. Todos y cada uno son brillantes en el escenario, tanto los consagrados con trayectoria, como los nuevos actores y los que ya anduvieron un poco. Ellos son
Sin embargo, a pesar de que las actuaciones son buenas (porque no podía ser de otra manera), da la sensación de que o la obra es poco para este elenco, o la puesta pensada para esta versión del texto de Edmundo Asfora no conspira a la misma altura que la calidad de los actores para un buen resultado, o la dirección no sacó el jugo a los recursos que tuvo a disposición.
El discurso político del texto resulta añejo a pesar de algunos guiños a la actualidad, o quizás es más de lo mismo, en un tiempo en el que quizás necesitamos decir otras cosas y avanzar en la historia. El endulzamiento de los funcionarios elegidos a dedo, por ejemplo, ¿le suena?. Las traiciones por poder, y las mentiras al pueblo que cree que la instalación de un reloj público significa pujanza. Sí, todo tiene un correlato con la realidad, y a la vez no deja de ser básico.
Quizás sea una puesta que sirva para la enseñanza de la historia regional o para abrir el juego en un público escolar por ejemplo. Sin embargo para ser una puesta que tiene la posibilidad de recorrer escenarios importantes y fundamentales, y sobre todo la de llegar a las tablas del Cervantes, hubiera sido más alentador poder mostrar todo lo que Jujuy puede dar.
Los actores, dada la propuesta, está claro que no podían hacer más de lo que hicieron. Eso le da el marco de "prolija y correcta" a la puesta, pero queda la sensación de que le faltó algo.
La escenografía perfectamente lograda pero estática, lo mismo que las escenas, hace que el todo resulte monótono a la vista. La escenografía y utilería son de Edith Villarrubia.
El humor que aportan el texto y las actuaciones suma muchísimo al espectáculo, y la notable unión del elenco a la hora de salir a escena, apoyando este proyecto.
Excelentes el vestuario y el maquillaje, y las caracterizaciones de los personajes. Cada actor logra entrar perfectamente en su rol. Los responsables de esto fueron Noemí Salerno en maquillaje, Raúl Tevis en peinados, y Miriam Triana en vestuario.
Una de los trabajos más notables es el del personaje de Doña Benita, a cargo de Sara Pérez, actriz que está haciendo sus primeras armas con mucha seguridad en las tablas jujeñas. Completan esta grilla de excelentes actores Sergio Etcheverry, en el papel del gobernador Arístides Agudo; Gabriela Bertolone, como su esposa Doña Santos; Juan Castro Olivera como el Ministro Cleto Manso; y Fabiola Quintos como su esposa Doña Remedios; Patricia Lubel como Niña Dorotea; Adrián Limache en dos papeles, Canillita y Farolero; Andrea Bonutto como Sor Luz; Natalio Bognanni en el papel de Cura y en el del Director de Orquesta; Iván Santos Vega haciendo de Renahuaco; y Nelson Argamonte, como el Gaucho Salteño Cotudo.
También trabajaron Sergio Díaz Fernández y Martín Villegas en la producción, y Cecilia Adriana Lamas en la asistencia de dirección, por Jujuy. Rosa Celentano hizo la producción por el Cervantes.
Son tan pocas las oportunidades en que los teatristas tienen la posibilidad de trabajar con todos los recursos a su disposición, que la verdad resulta un despropósito no haber puesto toda la carne en el asador.
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"El Reloj de la Discordia", la obra que este año se llevó a escena a través del Plan Federal del Teatro Nacional Cervantes, conjuntamente con la Secretaría de Cultura de Jujuy, está cumpliendo con sus últimas funciones en la provincia. En diciembre llegará la puesta al coliseo nacional en Buenos Aires, y lo cierto es que una vez más fue auspicioso el hecho de que el proyecto posara sus ojos en Jujuy.
Cabe mencionar que como en cada oportunidad (ya se hizo en otros años), la dirección de la obra estuvo a cargo de una artista de Buenos Aires puesta por el Cervantes, en este caso Tina Serrano, y el elenco fue íntegramente jujeño.
Hay que decir que la selección de actores fue acertada. Todos y cada uno son brillantes en el escenario, tanto los consagrados con trayectoria, como los nuevos actores y los que ya anduvieron un poco. Ellos son
Sin embargo, a pesar de que las actuaciones son buenas (porque no podía ser de otra manera), da la sensación de que o la obra es poco para este elenco, o la puesta pensada para esta versión del texto de Edmundo Asfora no conspira a la misma altura que la calidad de los actores para un buen resultado, o la dirección no sacó el jugo a los recursos que tuvo a disposición.
El discurso político del texto resulta añejo a pesar de algunos guiños a la actualidad, o quizás es más de lo mismo, en un tiempo en el que quizás necesitamos decir otras cosas y avanzar en la historia. El endulzamiento de los funcionarios elegidos a dedo, por ejemplo, ¿le suena?. Las traiciones por poder, y las mentiras al pueblo que cree que la instalación de un reloj público significa pujanza. Sí, todo tiene un correlato con la realidad, y a la vez no deja de ser básico.
Quizás sea una puesta que sirva para la enseñanza de la historia regional o para abrir el juego en un público escolar por ejemplo. Sin embargo para ser una puesta que tiene la posibilidad de recorrer escenarios importantes y fundamentales, y sobre todo la de llegar a las tablas del Cervantes, hubiera sido más alentador poder mostrar todo lo que Jujuy puede dar.
Los actores, dada la propuesta, está claro que no podían hacer más de lo que hicieron. Eso le da el marco de "prolija y correcta" a la puesta, pero queda la sensación de que le faltó algo.
La escenografía perfectamente lograda pero estática, lo mismo que las escenas, hace que el todo resulte monótono a la vista. La escenografía y utilería son de Edith Villarrubia.
El humor que aportan el texto y las actuaciones suma muchísimo al espectáculo, y la notable unión del elenco a la hora de salir a escena, apoyando este proyecto.
Excelentes el vestuario y el maquillaje, y las caracterizaciones de los personajes. Cada actor logra entrar perfectamente en su rol. Los responsables de esto fueron Noemí Salerno en maquillaje, Raúl Tevis en peinados, y Miriam Triana en vestuario.
Una de los trabajos más notables es el del personaje de Doña Benita, a cargo de Sara Pérez, actriz que está haciendo sus primeras armas con mucha seguridad en las tablas jujeñas. Completan esta grilla de excelentes actores Sergio Etcheverry, en el papel del gobernador Arístides Agudo; Gabriela Bertolone, como su esposa Doña Santos; Juan Castro Olivera como el Ministro Cleto Manso; y Fabiola Quintos como su esposa Doña Remedios; Patricia Lubel como Niña Dorotea; Adrián Limache en dos papeles, Canillita y Farolero; Andrea Bonutto como Sor Luz; Natalio Bognanni en el papel de Cura y en el del Director de Orquesta; Iván Santos Vega haciendo de Renahuaco; y Nelson Argamonte, como el Gaucho Salteño Cotudo.
También trabajaron Sergio Díaz Fernández y Martín Villegas en la producción, y Cecilia Adriana Lamas en la asistencia de dirección, por Jujuy. Rosa Celentano hizo la producción por el Cervantes.
Son tan pocas las oportunidades en que los teatristas tienen la posibilidad de trabajar con todos los recursos a su disposición, que la verdad resulta un despropósito no haber puesto toda la carne en el asador.

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