"Al no haberse presentado ninguna moción de censura (...) el proyecto de ley se considera adoptado en lectura definitiva", anunció ayer el presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone, en una breve intervención en la que también dio por terminada la sesión extraordinaria de la Cámara alta.
Desde el principio, el proyecto de reforma fue cuestionado en las calles y provocó una división interna en el oficialismo socialista, al punto que las dos veces que el texto pasó por la Cámara baja, el primer ministro, Manuel Valls, tuvo que recurrir a un artículo de la Constitución Nacional que otorga una media sanción sin someter la iniciativa a una votación.
El artículo, el 49.3, sin embargo, habilita que la oposición presente una moción de censura y haga caer el proyecto de reforma. Pese a repetidas amenazas, la izquierda crítica no logró conseguir los votos necesarios y la derecha, que se encuentra dividida de cara a sus próximas primarias presidenciales, no quiso abrir la puerta a una posible caída del gobierno de Valls y una eventual crisis política nacional.
La reforma, que ahora debe ser promulgada por Hollande, provocó protestas, manifestaciones y huelgas en su contra desde que se conoció su primer esbozo en febrero pasado, aunque su redacción final quedó sustancialmente modificada.
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"Al no haberse presentado ninguna moción de censura (...) el proyecto de ley se considera adoptado en lectura definitiva", anunció ayer el presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone, en una breve intervención en la que también dio por terminada la sesión extraordinaria de la Cámara alta.
Desde el principio, el proyecto de reforma fue cuestionado en las calles y provocó una división interna en el oficialismo socialista, al punto que las dos veces que el texto pasó por la Cámara baja, el primer ministro, Manuel Valls, tuvo que recurrir a un artículo de la Constitución Nacional que otorga una media sanción sin someter la iniciativa a una votación.
El artículo, el 49.3, sin embargo, habilita que la oposición presente una moción de censura y haga caer el proyecto de reforma. Pese a repetidas amenazas, la izquierda crítica no logró conseguir los votos necesarios y la derecha, que se encuentra dividida de cara a sus próximas primarias presidenciales, no quiso abrir la puerta a una posible caída del gobierno de Valls y una eventual crisis política nacional.
La reforma, que ahora debe ser promulgada por Hollande, provocó protestas, manifestaciones y huelgas en su contra desde que se conoció su primer esbozo en febrero pasado, aunque su redacción final quedó sustancialmente modificada.