Ayer no fue la excepción a la regla. El equipo de Mario Sciacqua, en la despedida como local del Torneo de Transición, derrotó a Central Córdoba de Santiago por dos a cero y se retiró feliz, más allá que el sabor amargo de no haber peleado hasta el final el ascenso no desaparecerá de un día para otro.
Lo que sí llamó poderosamente la atención fue lo mezquino del esquema del DT visitante, Andrés Guglieminpietro. No se entendió cómo un equipo que pelea por no descender se dedicó a cuidar el "puntito" en su campo, con una doble línea de cuatro. Amarrete mal.
El "lobo" hace dos temporadas estuvo en la misma situación y fue Sciacqua el principal responsable del milagro. Todos los caminos conducían al Federal A, pero el santafesino cambió el chip del grupo y la premisa fue atacar siempre. De local o visitante, jugando bien o mal, pero el desafío era ir al frente para ver si se podía alcanzar la salvación. De esta manera, se pudo evitar el descenso y debe ser el ejemplo a seguir.
El "ferroviario" se presentó en Jujuy con la intención de sumar una unidad. O al menos esa fue la sensación generalizada. Cuidó la igualdad parcial parando muy cerca la línea de volantes de los defensores, dejando arriba los grandotes Diego Diellos y Osvaldo Miranda, exGimnasia.
El "lobo" fue a buscar el partido. No tuvo demasiadas ideas y recién a los 15 minutos, Agustín Sufi probó desde afuera, exigiendo a Damián Albil. En el córner, Sergio Ojeda ganó arriba, pero justo el arquero se encontró con la pelota.
Era un monólogo y la única chance de peligro para los santiagueños fue un balón que capturó de rebote Diellos y obligó a lucirse a "Maxi" Cavallotti.
Sobre el final de la etapa, Nicolás Correa saltó más alto que todos, su frentazo hizo que la pelota recorriera el arco e ingresando por atrás, Alejandro Noriega definió sin ángulo.
Obvio que el dueño de casa merecía al menos un gol, pero los merecimientos en el fútbol no existe y sí los festejos cuando se infla la red.
Después del descanso, de la mano del incansable Martín Zapata, el mejor de la cancha, pero demasiado solo, Central Córdoba pareció adelantarse un poco. Fue una sensación nomás, porque después de algunos intentos que no prosperaron, retrocedió y dejó el trámite en manos del "lobo".
Gimnasia no se achicó. El juvenil Sufi tuvo otra oportunidad y también el uruguayo Correa, pero no llegaba el grito de desahogo. Hasta que Noriega, sin ángulo entrando por derecha, fusiló a Albil. Golazo y alivio.
Para los "mistoleros" fue un cachetazo o mejor dicho un balazo de agua helada. Zapata, ya cansado, no pudo ser el nexo y el resto corrió más de lo que pensó. Ya era tarde. Y peor aun cuando Sufi envió un centro perfecto que Leandro Chetti -había sustituido a Ramiro Maldonado- cambió por grito.
Vera Oviedo, de cabeza, pudo descontar, pero la suerte no lo acompañó.
El cuadro "albiceleste" se despidió del certamen con otra victoria, sabiendo que quedó en deuda, pero con la satisfacción de dejar bien en alto que el "23 de Agosto" es un reducto complicado, difícil para cualquiera y que seguirá siendo así en el futuro. Ese es el desafío.
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Ayer no fue la excepción a la regla. El equipo de Mario Sciacqua, en la despedida como local del Torneo de Transición, derrotó a Central Córdoba de Santiago por dos a cero y se retiró feliz, más allá que el sabor amargo de no haber peleado hasta el final el ascenso no desaparecerá de un día para otro.
Lo que sí llamó poderosamente la atención fue lo mezquino del esquema del DT visitante, Andrés Guglieminpietro. No se entendió cómo un equipo que pelea por no descender se dedicó a cuidar el "puntito" en su campo, con una doble línea de cuatro. Amarrete mal.
El "lobo" hace dos temporadas estuvo en la misma situación y fue Sciacqua el principal responsable del milagro. Todos los caminos conducían al Federal A, pero el santafesino cambió el chip del grupo y la premisa fue atacar siempre. De local o visitante, jugando bien o mal, pero el desafío era ir al frente para ver si se podía alcanzar la salvación. De esta manera, se pudo evitar el descenso y debe ser el ejemplo a seguir.
El "ferroviario" se presentó en Jujuy con la intención de sumar una unidad. O al menos esa fue la sensación generalizada. Cuidó la igualdad parcial parando muy cerca la línea de volantes de los defensores, dejando arriba los grandotes Diego Diellos y Osvaldo Miranda, exGimnasia.
El "lobo" fue a buscar el partido. No tuvo demasiadas ideas y recién a los 15 minutos, Agustín Sufi probó desde afuera, exigiendo a Damián Albil. En el córner, Sergio Ojeda ganó arriba, pero justo el arquero se encontró con la pelota.
Era un monólogo y la única chance de peligro para los santiagueños fue un balón que capturó de rebote Diellos y obligó a lucirse a "Maxi" Cavallotti.
Sobre el final de la etapa, Nicolás Correa saltó más alto que todos, su frentazo hizo que la pelota recorriera el arco e ingresando por atrás, Alejandro Noriega definió sin ángulo.
Obvio que el dueño de casa merecía al menos un gol, pero los merecimientos en el fútbol no existe y sí los festejos cuando se infla la red.
Después del descanso, de la mano del incansable Martín Zapata, el mejor de la cancha, pero demasiado solo, Central Córdoba pareció adelantarse un poco. Fue una sensación nomás, porque después de algunos intentos que no prosperaron, retrocedió y dejó el trámite en manos del "lobo".
Gimnasia no se achicó. El juvenil Sufi tuvo otra oportunidad y también el uruguayo Correa, pero no llegaba el grito de desahogo. Hasta que Noriega, sin ángulo entrando por derecha, fusiló a Albil. Golazo y alivio.
Para los "mistoleros" fue un cachetazo o mejor dicho un balazo de agua helada. Zapata, ya cansado, no pudo ser el nexo y el resto corrió más de lo que pensó. Ya era tarde. Y peor aun cuando Sufi envió un centro perfecto que Leandro Chetti -había sustituido a Ramiro Maldonado- cambió por grito.
Vera Oviedo, de cabeza, pudo descontar, pero la suerte no lo acompañó.
El cuadro "albiceleste" se despidió del certamen con otra victoria, sabiendo que quedó en deuda, pero con la satisfacción de dejar bien en alto que el "23 de Agosto" es un reducto complicado, difícil para cualquiera y que seguirá siendo así en el futuro. Ese es el desafío.