Cincuenta años en la vida de un ser humano es mucho tiempo y se acrecienta cuando el corazón ansía un milagro, cuando los brazos cargados de caricias esperan el tan anhelado abrazo con el ser que le dio vida y que por esas cosas del destino no pudo conocer. Esta es la historia de Carlos Aguilera y de su padre Félix Romero, una historia de vida que merece ser compartida.
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Cincuenta años en la vida de un ser humano es mucho tiempo y se acrecienta cuando el corazón ansía un milagro, cuando los brazos cargados de caricias esperan el tan anhelado abrazo con el ser que le dio vida y que por esas cosas del destino no pudo conocer. Esta es la historia de Carlos Aguilera y de su padre Félix Romero, una historia de vida que merece ser compartida.
Cada ser humano trae consigo las huellas de su historia familiar y cuando hay heridas que marcan de alguna manera su vida, nace la imperiosa necesidad de cerrarlas para que pueda construir su propia historia ya desde otra mirada, más optimista, positiva, sin sombras ni vacíos. Historias de vida, tan igual o disímil a otras, la de Carlos es la de un niño que perdió contacto con su padre antes de cumplir los dos años y siendo adulto, inició una búsqueda que tuvo un final feliz, cuando el destino le devolvió lo que le arrebató hace tiempo, pudiendo reencontrarse con el ser que le dio la vida, luego de casi medio siglo.
Y este mes de agosto, tan significativo, tan místico, fue el tiempo elegido para el reencuentro, este mes de agosto Carlos cumplió 51 años y como cada cumpleaños, lo vivió junto a su gran familia y a su pachamama. Pero esta celebración, fue diferente, como regalo la vida le devolvió esa parte importante que le faltaba a su corazón de niño y que necesitó en su adolescencia y en su juventud y que siendo ya hombre, esposo y padre nunca dejó de necesitar. Y no es que Carlos fuese infeliz por no haber vivido junto a su padre, sino simplemente, lo movilizó la necesidad por conocer a quien le dio la vida y completar ese árbol familiar donde siempre quedaba un espacio vacío. El pequeño Carlos creció en el hogar materno muy numeroso y familiero, ya que su madre Camila Lellis Aguilera, le regaló once hermanos.
La búsqueda
Fue hace quince años cuando Carlos luego de compartir este ferviente anhelo con esposa Adriana Arce y sus hijos Carla, Walter y Leslie, sintió el apoyo y el acompañamiento incondicional. Juntos iniciaron la esperanzada búsqueda recurriendo a los programas de televisión de medios nacionales, de quienes no recibieron respuesta alguna. Algunos datos encontrados en Jujuy los llevó hasta la provincia de Corrientes, donde se abrió una pequeña esperanza. “Soy policía retirada y con la ayuda de mis compañeras fui encontrando datos. Se acercaba agosto y el cumpleaños de mi esposo y queríamos darle la felicidad de conocer a su padre, con mi hija Leslie viajamos a Empedrado en Corrientes y en el Registro Civil, había siete personas con el nombre de Félix Romero, pero uno sólo coincidía con la fecha de nacimiento y salió en la pantalla la foto. Leslie estaba segura que ese era su abuelo porque encontró un parecido con mi marido. Me dieron otros datos y el número de celular. Lo llamamos y cuando le dije que lo buscaba para saber si era el padre de mi marido Carlos, me preguntó si era el hijo de Camila, luego pudo hablar con mi esposo con voces entrecortadas por la emoción y las lágrimas y prometió viajar a Jujuy” comentó Adriana y agregó que por el estado de salud no podía viajar sólo y una de sus hijas fue a traer a su abuelo.
La historia de Félix
Tengo 76 años, nací en Empedrado, provincia de Corrientes pero me asentaron en el registro de Riachuelo. En 1963, llegue a El Palmar en el departamento Santa Barbará en Jujuy, a trabajar en los obrajes. Allí conocí a la familia Aguilera y me puse de novio con Camila por casi dos años. Por cuestiones de trabajo tuve que irme y al tiempo me enteré que ella estaba embarazada y había tenido un hijo varón. Los busqué, estaban viviendo con la abuela materna y me pidió que no me llevara Carlos que tenía más de un año de vida. Nuevamente, por trabajo, me fui a Corrientes y de allí a Buenos Aires. Perdí todo contacto. Muchas veces quise localizarlos pero no sabía cómo hacerlo, rehíce mi vida en Capital Federal junto a Regina Ledesma a quien le conté de la existencia de mi hijo Carlos. Con ella tuve seis hijos y no volví a Jujuy. Supe de él hace unos días, me llamó desde Jujuy una señora que dijo ser mi nuera y que junto a mi nieta preparaban el encuentro con mi hijo. Después hablé con mi hijo y como se acercaba su cumpleaños número 51, le hice la promesa de venir a Jujuy para conocerlo” dijo don Félix Romero.
La historia de Carlos
“Acabo de cumplir 51 años. Desde que nací y hasta los 14 años viví en El Palmar con mi abuela materna Catalina Leiva. Cuando ella murió mi tía, Lucía Aguilera, me llevó a su casa en San Pedro de Jujuy, donde trabajé con mi tío. Con el tiempo conocí a Adriana, mi esposa, me afinqué en El Piquete y formé mi familia junto a mis hijos Carla, Walter, Leslie y mis nietos Bárbara, Abraham, Hernán y Briana. Cuando decidí buscar a mi padre, mi madre me mandó a la casa de un amigo paraguayo de mi padre, pero él decía no saber nada. Mi esposa, sabedora de mi anhelo, emprendió con mayor tenacidad la búsqueda, Fue ella quien me dio la hermosa noticia cuando se comunicó y confirmó que se trataba realmente de mi padre”, relató Carlos.
El esperado encuentro
Cuando don Félix Romero llegó a El Piquete y cruzó el umbral de la casa y vio a su hijo las palabras parecieron estar de más, hablaron a gritos los gestos, las miradas, las lágrimas que salieron a raudales cuando ambos se fundieron en un interminable abrazo.
“Todavía no puedo creer que lo tenga junto a mí, que tengo seis hermanos y veinticuatro sobrinos más. La familia se agrandó y compartir la felicidad es la única manera de multiplicarla. Gracias a Dios, a la vida, a mi esposa a mis hijos, gracias por la felicidad inmensa que me permitieron vivir. Conocí a mi padre, lo abracé, hablamos, lloramos, reímos. Me siento feliz” finalizó Carlos.
En tanto que Félix sólo atinó a decir, “no puedo expresar lo que sentí cuando oí su voz, le agradecí a Dios por esta oportunidad que me dio para conocer a mi hijo y cuando lo tuve frente a mi sólo sentí la necesidad de darle un abrazo que expresara mi amor y mi felicidad. He encontrado a mi hijo. Vida estamos en paz”, dijo emocionado padre.