El obispo de
Neuquén, monseñor
Virginio Bressanelli, rechazó los
fallos judiciales sucesivos a favor del derecho del paciente a la "muerte digna" y había pedido a los familiares de Marcelo Diez hacerse cargo del joven en estado vegetativo hasta su muerte natural, lo que sucedió cinco horas después de conocida la decisión judicial. El prelado reclamó en varias oportunidades que la vida del paciente "sea respetada hasta que se apague naturalmente" y aseguró que el Papa Francisco compartía la decisión de cuidar del paciente a quien la familia pidió cesarle su alimentación e hidratación. Fuentes eclesiásticas dijeron que la Conferencia Episcopal Argentina no se pronunciará hasta hacer una lectura pormenorizada del fallo del Máximo Tribunal que reconoce el derecho de toda persona a la "muerte digna".
En el transcurso del proceso judicial hasta llegar a la
Corte Suprema de Justicia, Bressanelli advirtió que retirar los soportes vitales a Diez implicaba "dejarlo morir de inanición", por lo que había pedido a la familia que dejaran a cuidado de la Iglesia "la persona y la vida del joven, hasta que su curso en esta tierra se cierre naturalmente". "El pontífice comparte plenamente la opinión que yo presenté en nombre de la Iglesia. No es una opinión personal sino que es una visión cristiana ante una situación tan dolorosa", dijo en diciembre de 2013, dos meses después de reunirse con el Papa Francisco en Roma. El prelado también advirtió la utilización del caso Diez como un paradigma que pueda sentar precedentes jurídicos.
"Las medidas que tomen pueden luego convertirse en medidas semejantes para con otros. Hay que pensar que puede establecer precedentes jurídicos que luego podrán hacer que se empiece a obrar de una u otra manera", opinó a lo largo de estos años.
En mayo de 2012, tras la aprobación de la ley de Muerte Digna, el Episcopado destacó que se hubiera "avanzado en aspectos referidos a la proporcionalidad de los medios a utilizar en enfermos terminales, que eviten un encarnizamiento terapéutico" y valoró la prohibición de la eutanasia.
"Mantener una vida con medios artificiales no siempre es moralmente obligatorio. Es destacable, también, la importancia dada a la voluntad del paciente y de sus familiares, como parte de los derechos personalísimos del enfermo. El rechazo de estos medios artificiales no sólo es válido; puede ser recomendable", agregó. Los obispos lamentaron, sin embargo, que "entre estos medios se haya incluido el posible rechazo de la 'hidratación y alimentación', como si fueran medios desproporcionados siendo, por el contrario, un acto humanitario que hace a una muerte digna", al advertir que sería una eutanasia pasiva.
El obispo de
Neuquén, monseñor
Virginio Bressanelli, rechazó los
fallos judiciales sucesivos a favor del derecho del paciente a la "muerte digna" y había pedido a los familiares de Marcelo Diez hacerse cargo del joven en estado vegetativo hasta su muerte natural, lo que sucedió cinco horas después de conocida la decisión judicial. El prelado reclamó en varias oportunidades que la vida del paciente "sea respetada hasta que se apague naturalmente" y aseguró que el Papa Francisco compartía la decisión de cuidar del paciente a quien la familia pidió cesarle su alimentación e hidratación. Fuentes eclesiásticas dijeron que la Conferencia Episcopal Argentina no se pronunciará hasta hacer una lectura pormenorizada del fallo del Máximo Tribunal que reconoce el derecho de toda persona a la "muerte digna".
En el transcurso del proceso judicial hasta llegar a la
Corte Suprema de Justicia, Bressanelli advirtió que retirar los soportes vitales a Diez implicaba "dejarlo morir de inanición", por lo que había pedido a la familia que dejaran a cuidado de la Iglesia "la persona y la vida del joven, hasta que su curso en esta tierra se cierre naturalmente". "El pontífice comparte plenamente la opinión que yo presenté en nombre de la Iglesia. No es una opinión personal sino que es una visión cristiana ante una situación tan dolorosa", dijo en diciembre de 2013, dos meses después de reunirse con el Papa Francisco en Roma. El prelado también advirtió la utilización del caso Diez como un paradigma que pueda sentar precedentes jurídicos.
"Las medidas que tomen pueden luego convertirse en medidas semejantes para con otros. Hay que pensar que puede establecer precedentes jurídicos que luego podrán hacer que se empiece a obrar de una u otra manera", opinó a lo largo de estos años.
En mayo de 2012, tras la aprobación de la ley de Muerte Digna, el Episcopado destacó que se hubiera "avanzado en aspectos referidos a la proporcionalidad de los medios a utilizar en enfermos terminales, que eviten un encarnizamiento terapéutico" y valoró la prohibición de la eutanasia.
"Mantener una vida con medios artificiales no siempre es moralmente obligatorio. Es destacable, también, la importancia dada a la voluntad del paciente y de sus familiares, como parte de los derechos personalísimos del enfermo. El rechazo de estos medios artificiales no sólo es válido; puede ser recomendable", agregó. Los obispos lamentaron, sin embargo, que "entre estos medios se haya incluido el posible rechazo de la 'hidratación y alimentación', como si fueran medios desproporcionados siendo, por el contrario, un acto humanitario que hace a una muerte digna", al advertir que sería una eutanasia pasiva.