En el Día del Padre quisimos narrar experiencias de vida de papás que a diario luchan por sus hijos y que, de una u otra manera, demuestran que ser padre es más que solo traer niños al mundo y que por el contrario es una tarea ardua que demanda paciencia, comprensión, dialogo, pero sobre todo mucho amor y respeto.
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En el Día del Padre quisimos narrar experiencias de vida de papás que a diario luchan por sus hijos y que, de una u otra manera, demuestran que ser padre es más que solo traer niños al mundo y que por el contrario es una tarea ardua que demanda paciencia, comprensión, dialogo, pero sobre todo mucho amor y respeto.
Un claro ejemplo de esto es Juan (nombre ficticio con el que denominamos al entrevistado para preservar su identidad), él es padre de seis hijos, divorciado y día a día lucha para sacar adelante a su familia. Según contó, hace algún tiempo la madre de los chicos se fue de la casa por lo que él quedó a cargo de los seis, tanto para criarlos, contenerlos y darle todo lo que necesitan, tarea nada fácil para un hombre que, de repente debía ser papá y mamá a la vez, con todo lo que eso implica.
Además de trabajar desde muy temprano, a lo largo del día Juan cocina, lava y plancha la ropa, retira a los chicos de la escuela y les ayuda con los deberes de la escuela, una tarea ardua que realiza rutinariamente. “Todos los días entro a trabajar a las 7 y salgo a las 15, de ahí vuelvo a casa a ordenar y acomodar un poco, cerca de las 17 retiro del colegio a los más chicos y a las 19 a las más grandes, de ahí hacemos las compras para cocinar y volvemos a la casa a hacer las tareas domésticas. Veo si hay que lavar ropa y enseguida me pongo a cocinar para dejarles la comida lista para el día siguiente, y a veces, cuando quedan fuerzas plancho a la noche la ropa de ellos y la mía”, relató Juan.
Si bien la mayor de sus hijas tiene 14 años y el más pequeño sólo seis, aseguró que todos colaboran en la casa. “El esfuerzo es de los 7, porque entre todos me ayudan, pero desde el primer día en que nos quedamos solos yo les dije que ellos lo único que tienen que hacer es estudiar, jugar y disfrutar, porque la parte del trabajo y el cuidado me toca a mí”, acotó.
Juan contó que el único sostén económico con el que cuentan es con su sueldo y con mercadería que en ocasiones les ofrece la abuela de los niños. “No podemos darnos los grandes lujos, pero estamos bien porque lo indispensable no nos falta”. Es inevitable ver el brillo en los ojos de Juan cuando habla de sus hijos, a quienes considera como “lo más importante en la vida y mi mayor orgullo”. En este sentido, dijo que “son chicos muy buenos, incluso una de mis hijas fue abanderada y otra escolta, pero todos se destacan en algo y estoy feliz porque son chicos que conservan la inocencia, la educación, el respeto y sobre todo saben que todo se gana con esfuerzo”. El hombre reconoció que haberse quedado solo con los niños “no fue fácil, pero con ayuda profesional pude salir adelante, darle la confianza a mis hijos para que tengan libertades pero siempre con límites de por medio. Ellos saben que para cualquier cosa pueden contar conmigo, dialogamos mucho y eso hace que seamos una familia fuerte”.
Juan aprovechó la oportunidad para transmitir un mensaje a los padres, invitándolos a reflexionar sobre la relación que mantienen con sus hijos. “Yo les diría que aprendan a decir que no; hoy veo que se les da mucha libertad a los chicos, incluso desde niños. A veces es bueno negarles desde subirse a una silla hasta comprarles una tablet. Y también les sugiero que recuperen los valores y eduquen a sus hijos porque la culpa no es de la escuela”, concluyó.