Esa es la conclusión a la que llegó un estudio llevado por Ofcom, el regulador británico de la industria de la telefonía móvil.
La investigación halló que los celulares sin lujos del pasado proporcionan un mejor rendimiento de la señal para hacer llamadas y enviar mensajes de texto que los smartphones modernos vendidos por compañías como Apple y Samsung.
Las pruebas realizadas en condiciones de laboratorio mostraron que a pesar de contar con las últimas tecnologías, los teléfonos inteligentes no son tan buenos en la captación de señales débiles como los dispositivos más baratos.
La investigación de Ofcom también encontró que algunos smartphones probados requieren un mínimo de señal 10 veces más fuerte para hacer o recibir llamadas.
En promedio, los teléfonos inteligentes examinados requieren una señal por lo menos siete veces más fuerte que uno básico en la red 2G.
El peor smartphone en la red 3G requiere una señal que es nueve veces más fuerte que el nivel mínimo recomendado por la GSMA, el cuerpo de normas para la industria móvil.
En la red 4G, el peor teléfono inteligente requiere siete veces la potencia de la señal recomendada para el envío de datos.
Los hallazgos de Ofcom apoyan las afirmaciones de que el vidrio y el metal usado en teléfonos inteligentes, en comparación con el plástico utilizado en los móviles más baratos, son responsables por la interrupción de las llamadas.
También proporciona una clara evidencia del papel que juegan los teléfonos en la cobertura de la señal, junto a la inversión en infraestructura que se requiere para mejorar la cobertura a nivel nacional, especialmente en las zonas rurales donde los postes tienden a ser más separados y proporcionan una señal más débil.
Cómo serán los próximos chips
Los procesadores de computadora actuales usan cables de metal para intercambiar información con otros componentes, enviando y recibiendo señales eléctricas que se mueven a través de ellos. Esto tiene sus limitaciones por la resistencia del cobre.
Un área que históricamente promete resolver este problema es la fotónica: usar la luz para la transmisión de datos sobre fibra óptica, pero la tecnología necesaria era demasiado compleja como para incluirla en un microchip.
Los líderes de un proyecto que pusieron en marcha tres universidades estadounidenses (la universidad de California en Berkeley, el Massachusetts Institute of Technology y la universidad de Colorado en Boulder) publican sus avances en la revista científica Nature y aseguran que para 2017 podrán comenzar las pruebas de la tecnología que resuelve este problema. Lograron integrar los componentes que manejan la luz directamente en el chip, y lo hicieron usando técnicas estándar de fabricación de microprocesadores, lo que permitiría integrar esta tecnología a los chips convencionales sin grandes cambios en su manufactura. Lo que permite esta tecnología es, justamente, que los chips usen luz para enviar y recibir información (vía fibra óptica). Esto no hará que los procesadores en sí trabajen más rápido, pero sí reducirán el tiempo que tardan en transmitir los datos.
Esa es la conclusión a la que llegó un estudio llevado por Ofcom, el regulador británico de la industria de la telefonía móvil.
La investigación halló que los celulares sin lujos del pasado proporcionan un mejor rendimiento de la señal para hacer llamadas y enviar mensajes de texto que los smartphones modernos vendidos por compañías como Apple y Samsung.
Las pruebas realizadas en condiciones de laboratorio mostraron que a pesar de contar con las últimas tecnologías, los teléfonos inteligentes no son tan buenos en la captación de señales débiles como los dispositivos más baratos.
La investigación de Ofcom también encontró que algunos smartphones probados requieren un mínimo de señal 10 veces más fuerte para hacer o recibir llamadas.
En promedio, los teléfonos inteligentes examinados requieren una señal por lo menos siete veces más fuerte que uno básico en la red 2G.
El peor smartphone en la red 3G requiere una señal que es nueve veces más fuerte que el nivel mínimo recomendado por la GSMA, el cuerpo de normas para la industria móvil.
En la red 4G, el peor teléfono inteligente requiere siete veces la potencia de la señal recomendada para el envío de datos.
Los hallazgos de Ofcom apoyan las afirmaciones de que el vidrio y el metal usado en teléfonos inteligentes, en comparación con el plástico utilizado en los móviles más baratos, son responsables por la interrupción de las llamadas.
También proporciona una clara evidencia del papel que juegan los teléfonos en la cobertura de la señal, junto a la inversión en infraestructura que se requiere para mejorar la cobertura a nivel nacional, especialmente en las zonas rurales donde los postes tienden a ser más separados y proporcionan una señal más débil.
Cómo serán los próximos chips
Los procesadores de computadora actuales usan cables de metal para intercambiar información con otros componentes, enviando y recibiendo señales eléctricas que se mueven a través de ellos. Esto tiene sus limitaciones por la resistencia del cobre.
Un área que históricamente promete resolver este problema es la fotónica: usar la luz para la transmisión de datos sobre fibra óptica, pero la tecnología necesaria era demasiado compleja como para incluirla en un microchip.
Los líderes de un proyecto que pusieron en marcha tres universidades estadounidenses (la universidad de California en Berkeley, el Massachusetts Institute of Technology y la universidad de Colorado en Boulder) publican sus avances en la revista científica Nature y aseguran que para 2017 podrán comenzar las pruebas de la tecnología que resuelve este problema. Lograron integrar los componentes que manejan la luz directamente en el chip, y lo hicieron usando técnicas estándar de fabricación de microprocesadores, lo que permitiría integrar esta tecnología a los chips convencionales sin grandes cambios en su manufactura. Lo que permite esta tecnología es, justamente, que los chips usen luz para enviar y recibir información (vía fibra óptica). Esto no hará que los procesadores en sí trabajen más rápido, pero sí reducirán el tiempo que tardan en transmitir los datos.