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9 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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La obra Misa Criolla en sus cincuenta años

Domingo, 04 de enero de 2015 00:00

Hace una ponchada de años, un chango escuchó el long play de la "Misa Criolla". Ese es uno de los modos posibles de empezar a contar esta historia. "Yo era mozo en una picantería que tenía mi mamá acá en Tilcara", nos cuenta Tukuta Gordillo. "Fue así que la escuché por primera vez. Era una Navidad, y la habían grabado Los Fronterizos."

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Hace una ponchada de años, un chango escuchó el long play de la "Misa Criolla". Ese es uno de los modos posibles de empezar a contar esta historia. "Yo era mozo en una picantería que tenía mi mamá acá en Tilcara", nos cuenta Tukuta Gordillo. "Fue así que la escuché por primera vez. Era una Navidad, y la habían grabado Los Fronterizos."

El L.P. gira, el brillo en su superficie y las voces por los parlantes. Recuerda que "esa versión la grabaron Gerardo López y Eduardo Madeo y había guitarra, el bombo de Domingo Cura, la percusión del Chango Farías Gómez, el charango de Jaime Torres y el clavicordio de Ariel Ramírez."

A los 18 años, el mozo de la picantería se va a Buenos Aires y termina tocando con Jaime Torres. Tukuta y Jaime son parte de la formación instrumental cuando la Misa la canta Zamba Quipildor, y esa versión se escucha durante 15 años. "Éramos siete argentinos girando por el mundo", nos cuenta quien por entonces era el percusionista y agrega "que yo era muy atrevido con las cañas."

En la plaza de Tilcara, Gordillo recuerda que quería hacer entrar zampoñas en la obra de Ariel Ramírez. "Pero era algo muy difícil por la diferencia que tienen con la afinación del piano. Quien da el primer paso para incorporar estos instrumentos nuestros al folclore es Julio Crespo, que estuvo antes que yo con Jaime, pero la solución se la copié a un músico rumano que tocaba con un instrumento muy parecido."

Lo escuchó en París y empezó a copiar el método. "Iba al teatro una hora antes, sacaba el registro del LA en el piano y afinaba el sikus", recuerda Tukuta lo que comenzó casi siendo una travesura. "Y empecé a tocar en el Gloria, en el Agnus Dei, que son las partes más andinas de la obra. Ariel Ramírez me miraba muy duro, era un tipo muy rígido, especialmente con los estilos. Era un caminador y un conocedor exquisito en los estilos del país, y le gustó. Entonces me dio algunas guías para que también incluyera el erque, más difícil aún por su afinación."

El nombre de Ariel Ramírez

Hace un par de años le ponen el nombre de Ariel Ramírez al pasaje donde vive, frente a la Plaza Chica de Tilcara. Entonces Facundo Ramírez, pianista e hijo del compositor de la Misa, larga la propuesta de esta nueva edición. "Y eso fue lo que hicimos el 12 de diciembre en el Vaticano", resume Tukuta.

Habían pasado 50 años de esa primera versión del long play. "En la basílica de San Pedro", enmarca Gordillo, "debajo del Baldaquino de Gian Lorenzo Bernini hicimos tronar los erques y los sikus. Y ahí pusimos la whipala, símbolo de los pueblos indígenas, en el corazón de la cristiandad. Ahí, arriba de la tumba de San Pedro."

Nos cuenta que "fui con un poncho que tenía la cruz papal porque no quise aceptar ir a tocar de smocking. Primero porque me queda mal", nos dice un poco en broma. "Y porque el smocking iba a ser una irreverencia a nuestros pueblos humildes, como dijo el mismo papa Francisco en su homilía. Habló de los pueblos indígenas delante de la whipala."

Gordillo ya había tocado la Misa Criolla con el tenor español José Carreras en las principales salas del mundo, "y tuve la oportunidad de acompañar a los cinco solistas que la interpretaron. Acompañé en la Misa a Mercedes Sosa, y como la parte de los sikus nunca fue escrita, me permito variar, lo pongo cuando quiero y cuando puedo, cuando siento."

Esta vez fue "con la voz solista de Patricia Sosa, que es algo interesante. Ella no es del palo del folclore sino del rock, y del rock pesado', dice.

"Y lo hicimos delante de este hombre que es uno de los más significativos del mundo. Alguien que dos días antes había descubierto una cuenta millonaria, y decide que ese dinero va a ir para los niños de África.", continuó el músico.

Agrega que "dos días después le agradecían los hermanos Fidel y Raúl Castro y Barack Obama, y nosotros estábamos tocando para él con mi mujer y mi hermano entre el público. Mi hermano, el Bicho, que siempre estuvo conmigo, y eso me emocionó muchísimo. Igual como cuando en el 94, con Ariel Ramírez, con Domingo Cura, Zamba Quipildor, Naranjo Olarte y el Koya Ruiz, trajimos la Misa al atrio de la iglesia de Tilcara."

Define que "la música es el vehículo más libre, más exacto y más poderoso para comunicar, y yo quiero comunicar esta forma colectiva y comunitaria que tiene mi pueblo para vivir. Son esos los sonidos que hemos llevado al Vaticano, y lo hacemos para que se enteren. Que sepan del Sumay Kawsay, del Buen Vivir, de ese modo de mucha de la gente simple de nuestro pueblo."

Emociones como las de "que me hayan agarrado las mujeres del mercado como si hubiera hecho el gol contra Alemania después de haber jugado en la canchita del club Terry. Eso me pone orgullosísimo. Durante años, la iglesia convocó a los músicos populares con sus erques, con sus samilantes, con sus sikuris, pero hasta la puerta. Y cuando dejaron entrar a los sikuris, era de rodillas. Ahora nosotros lo hicimos en el Vaticano y no de rodillas."

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