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30 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Por ese amor

Jueves, 29 de enero de 2015 00:00

Matilda pensó que si Kerioco obedecía llevando las cartas al general San Martín en Lima, a pesar del peligro que corría podría regresar con las instrucciones que sus patrones esperaban. Pero que si huía, como le había escuchado decir, a esa feria en la que comerciaban los indios libres, donde no había ni criollos ni españoles, no lo vería regresar.

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Matilda pensó que si Kerioco obedecía llevando las cartas al general San Martín en Lima, a pesar del peligro que corría podría regresar con las instrucciones que sus patrones esperaban. Pero que si huía, como le había escuchado decir, a esa feria en la que comerciaban los indios libres, donde no había ni criollos ni españoles, no lo vería regresar.

Lo amaba y se le había entregado en la noche, y en esa noche fueron uno creyendo que esa unidad era inmutable y eterna. Por ese amor, le dijo, debía llevar las cartas al general San Martín y regresar con su respuesta y Kerioco bajó los ojos. También quería volver a los brazos de la Matilda porque allí fue feliz, pero sentía que esa guerra de los patrones no le pertenecía.

Ella lo miró desde ojos desesperados. Si iba a huir era mejor que la llevara, pero en eso había un riesgo mayor que al atravesar las filas realistas que cercaban la ciudad de Lima. Un riesgo que no creía poder sortear, y tomándola de la mano entre sus manos le prometió que cumpliría con el servicio.

Entonces fue que lo llamaron de la casa. Kerioco entró fingiendo ignorar lo que le dirían, y el patrón le dio la orden de llevar unas cartas a Lima para dejar en manos del general San Martín y regresar con la respuesta. Kerioco bajó la cabeza y le respondió que obedecería. Y como debía partir al alba, le pidió permiso para pasar la noche con la esclava Matilda, a quien amaba.

Pero esa noche de amor fue turbia porque ambos sabían que el cuerpo de Kerioco debía atravesar el peligro de la guerra.

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