No sólo en las grandes ciudades se buscan nuevas alternativas para emprender, sino que las comunidades rurales también indagan nuevas facetas dentro de la actividad agrícola para afrontar la crisis económica. Este es el caso de una comunidad aborigen coya situada en Tumbaya Grande que al tener pocos réditos al cosechar verduras y frutas, recientemente decidieron volver a utilizar los andenes precolombinos de los originarios para retomar la siembra de cultivos andinos.
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No sólo en las grandes ciudades se buscan nuevas alternativas para emprender, sino que las comunidades rurales también indagan nuevas facetas dentro de la actividad agrícola para afrontar la crisis económica. Este es el caso de una comunidad aborigen coya situada en Tumbaya Grande que al tener pocos réditos al cosechar verduras y frutas, recientemente decidieron volver a utilizar los andenes precolombinos de los originarios para retomar la siembra de cultivos andinos.
Los históricos andenes o terrazas situados a pocos kilómetros del cerro Raya-Raya en Tumbaya no perdieron su fertilidad a pesar del paso del tiempo. Las pircas que los rodean se encuentran intactas y el camino para llegar es sumamente sinuoso y se encuentra casi a cinco kilómetros de la entrada de Tumbaya, por lo que las comunidades aborígenes se dirigen hasta el lugar caminando o en motocicletas. En el lugar, Néstor Vilca explicó que hace poco tiempo los descendientes aborígenes decidieron conformar un “semillero andino”, en donde se cultiva quinua, maíz, poroto, haba y awimanto, este último una especie de kinoto muy poco conocida aun en la provincia.
Vilca explicó que la idea surgió porque antropólogos y estudiosos realizaron numerosos estudios en los andenes ancestrales, y los mismos aborígenes les comentaron que en las épocas de guerra, los originarios cultivaban estas semillas andinas en el lugar pero todos los terrenos fueron destruidos por los españoles. Se dice que la destrucción fue una estrategia realista, ya que descubrieron que estos cultivos tenían un importante valor nutricional y querían debilitar a los indígenas. En este sentido, impulsados por investigadores y organismos, y ante las pérdidas que generan actualmente la siembra de verduras y frutas, la comunidad de Tumbaya optó por iniciar este emprendimiento, teniendo en cuenta que las semillas no se fermentan o alteran al transcurrir el tiempo, a diferencia de las hortalizas, contando con un margen mayor de tiempo para venderlas.
El trabajo de la comunidad actualmente es arduo porque además de preparar la tierra -como con cualquier cultivo-, se encuentran analizando qué tipo de semillas se adaptan al suelo. Los cultivos se encuentran a 2 mil metros sobre el nivel del mar, y según este dato se eligieron diferentes especies de semillas para iniciar este tipo de experimento o prueba piloto. En estos momentos se está probando la adaptación al terreno de la quinua blanca, amarilla, rosada y una enana; también del maíz es el tipo culli, el pisingallo, el blanco, el amarillo y el chulpi. También se preparó el terreno para la ñuña, una especie de poroto andino, y para el haba y el awimanto, todos ellos estudiados cuidadosamente por los productores luego de ser sembrados en Perú y Bolivia. La familia Vilca, se prepara para realizar “la minga”, una costumbre donde se reúnen todos los vecinos y dejan oficialmente inaugurado el periodo de siembra.