El Centro de Educación Artístico Especial “Sol y Arte” finaliza un año colmado de satisfacciones y reconocimientos, pero lamentablemente esa realidad positiva termina contrastando con su imposibilidad material de contar con una sede propia, obligando a sus directivos y docentes a vivir en la incertidumbre permanente de no saber dónde estarán el año siguiente para recibir y dictarle clases a sus alumnos, en su totalidad jóvenes discapacitados que aprenden en la institución danzas folclóricas, obras teatrales y diversos ritmos musicales.
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El Centro de Educación Artístico Especial “Sol y Arte” finaliza un año colmado de satisfacciones y reconocimientos, pero lamentablemente esa realidad positiva termina contrastando con su imposibilidad material de contar con una sede propia, obligando a sus directivos y docentes a vivir en la incertidumbre permanente de no saber dónde estarán el año siguiente para recibir y dictarle clases a sus alumnos, en su totalidad jóvenes discapacitados que aprenden en la institución danzas folclóricas, obras teatrales y diversos ritmos musicales.
La falta de un espacio físico propio es un verdadero dilema para su comunidad. Es una problemática que arrastra “Sol y Arte” desde sus inicios, a pesar de que, paradójicamente, dio sobradas muestras de su capacidad no sólo de contención a jóvenes discapacitados a través del arte, sino también de insertarlos en la sociedad demostrando sus capacidades, talentos y virtudes artísticas, dotes que le supieron transmitir sus docentes, empezando por su reconocido director, el folclorista Ernesto “El Negro” Altamirano.
Aunque el propio directivo y su hija, Gabriela, uno de sus pilares en el crecimiento del Centro, se encargaron de desechar cualquier probabilidad de cierre de la institución por esta problemática puntual, reconocieron que la falta de un espacio físico propio es un condicionante para su crecimiento.
No obstante ello, confiaron en la buena predisposición que existe de parte del Centro Empleados de Comercio (CEC) -el gremio mercantil que les cedió un espacio para el desarrollo de las actividades- y el Gobierno de la Provincia de continuar brindando su apoyo a esta noble iniciativa y mejor propuesta socio-educativa, encarada con gran esfuerzo y dedicación por Ernesto y Gabriela Altamirano.
“Pienso que vamos a tener un respaldo del sindicato y de las autoridades provinciales”, vaticinó Ernesto, mientras su hija explicaba que hace 12 años que están detrás del objetivo de la casa propia. “Ha pasado mucho tiempo y Sol y Arte está constituida como una institución sólida y reconocida por la sociedad jujeña”, agregó.
Las palabras de Gabriela se pueden corroborar con las actividades desarrolladas por la entidad a lo largo de más de una década, aunque una de sus últimas presentaciones fue inolvidable y muy comentada entre los jujeños. La reciente visita cumplida al Papa Francisco, en El Vaticano, acompañando la propuesta “Gestos de amor” impulsada y encabezada por Memo Vilte, fue para los chicos como tocar el cielo con las manos.
“Es una institución muy querida y ello está directamente relacionado con la dedicación y la atención que les brindamos a nuestros alumnos”, explicó la docente y colaboradora incondicional de su padre. Además refirió que existen conversaciones con el Gobierno provincial y que las esperanzas de toda la comunidad educativa de “Sol y Arte” están depositadas en esos contactos que son permanentes.
Finalmente descartó que la institución vaya a suspender sus actividades.