El alcalde llevó a Pedro y al mercader inglés al palacio donde les dijo, ya lejos del oído del pueblo, que les hundió el barco porque quien si se lo habían robado para desalojarlo del poder. Pero no se preocupen, les dijo repartiendo en dos montones una buena pila de monedas de oro.
Esta es la indemnización por el barco que perdieron, les dijo. La mitad para ustedes, que lo vieron hundirse por nuestros cañones, y la mitad para mí, que al menos les conseguí media indemnización, les dijo y mientras el resto de la tripulación se conchababa en otros barcos, el alcalde del puerto mandó a Pedro y al mercader inglés custodiados hasta el camino que los alejaba de su feudo.
Al menos nos vamos con media indemnización, le dijo a Pedro el mercader inglés. Pedro miró hacia atrás, donde quedaba el puerto en el que se festejaba con fuegos de artificio y bebidas el hundimiento del barco que les había robado el rebelde, y le dijo al mercader que en América las cosas no parecían andar muy bien.
Por una parte están los rebeldes que quieren hacer su revolución sin preguntarle a nadie si están de acuerdo con ellos, por otra parte están los alcaldes que sólo le roban a la gente, le resumió Pedro al mercader, ¿cómo pueden así aprovechar la libertad que conquistaron venciendo a la corona?
Ellos no sé, le respondió el mercader inglés, pero para nosotros es la mejor forma de hacer negocios, y mientras se lo decía se acercaban a un mercado donde había cantidad de mercancías por comprar con la media indemnización de su barco hundido.
El alcalde llevó a Pedro y al mercader inglés al palacio donde les dijo, ya lejos del oído del pueblo, que les hundió el barco porque quien si se lo habían robado para desalojarlo del poder. Pero no se preocupen, les dijo repartiendo en dos montones una buena pila de monedas de oro.
Esta es la indemnización por el barco que perdieron, les dijo. La mitad para ustedes, que lo vieron hundirse por nuestros cañones, y la mitad para mí, que al menos les conseguí media indemnización, les dijo y mientras el resto de la tripulación se conchababa en otros barcos, el alcalde del puerto mandó a Pedro y al mercader inglés custodiados hasta el camino que los alejaba de su feudo.
Al menos nos vamos con media indemnización, le dijo a Pedro el mercader inglés. Pedro miró hacia atrás, donde quedaba el puerto en el que se festejaba con fuegos de artificio y bebidas el hundimiento del barco que les había robado el rebelde, y le dijo al mercader que en América las cosas no parecían andar muy bien.
Por una parte están los rebeldes que quieren hacer su revolución sin preguntarle a nadie si están de acuerdo con ellos, por otra parte están los alcaldes que sólo le roban a la gente, le resumió Pedro al mercader, ¿cómo pueden así aprovechar la libertad que conquistaron venciendo a la corona?
Ellos no sé, le respondió el mercader inglés, pero para nosotros es la mejor forma de hacer negocios, y mientras se lo decía se acercaban a un mercado donde había cantidad de mercancías por comprar con la media indemnización de su barco hundido.