Con "Are you lonesome tonight" en el aire, el rey Elvis sobrevolaba en la espectacular velada nocturna, que se veía venir. Empezaban las luces a moverse y con ellas a sentirse los primeros acordes de los Arctic Monkeys que venían a dejar su rock y ser parte del gran festejo del Personal Fest 2014. Con el paso de los segundos, ese latir de vals se hizo permanente. Los monos se apoderaron de la noche y regalaron encanto british con un estilo que se dejaba ver a través de las luces. Las figuras que, a la distancia, lucían elegancia en blanco y negro, desprendían una presencia destacada que todos en el club Geba querían comprar. Enigmáticos, pasionales, sacaron de sus mangas ases hechos canciones y empezaron a cantar su historia. Y sus regalos fueron esos capítulos de una saga apasionante, llenos de melodías que vibraron con sofisticado sonido y revelaron secretos a contraluz en letras originales cargadas de sentimientos compartidos.
Cuando llegó la primera de todas, fue cuando la noche recién nacía y comenzaba a tomar forma con "Do I wanna know?" que se ganó a la gente como una energía arrasadora, que abría las puertas de un encuentro hecho para disfrutarse de principio a fin, con sorpresas que salieron en vivo y que, en esencia, no podían esperarse por más tiempo. La noche siguió siendo de ellos, de los cuatro chicos de veintitantos años que se animaron a este camino y lo asumieron como desafío trece años atrás.
Nada parecía ser fue suficiente, la energía desbordaba en heartbeats, que marcaban el paso. Cuando salieron, prometieron buena música y cumplieron. Cuando estuvieron listos, llegaron también los juegos de voces que dieron la nota para "Snap out of it", entonces, como se suponía, hicieron lo que tenían que hacer sobre el escenario que terminó en una genial interpretación soulera, ganadora de aplausos de quienes la escucharon con oídos atentos. Alex Turner y compañía repartían arte en estado puro y fieles a esa entrega, dejaban ver su disfrute entre blue lights, guitarras enérgicas de espíritu muy ’70 y esa voz encendida que se llevó la gloria final, con un solo único que coronó la canción y todas las que se vinieron. ¿El público? Extasiado de rock y de sonidos nuevos dotados de gran fuerza arcticmonkiana que se quedó para siempre en las almas ávidas de composiciones con destellos indie. Ellos supieron cómo lograrlo, presentaron temas de su disco nuevo pero, claro, sin olvidar su pasado. Esas raíces que hicieron base y origen en sí mismos. Así, desde el escenario ofrecieron una de esas joyitas que brillaba con fuerza siete años atrás. "Brianstorm" volvió a tomar vuelo propio y con unas luces rojas detrás de ellos, las guitarras ruidosas regresaban a los primeros tiempos cuando daban el gran salto, buscando ser diferentes. Encendidos, los monos volvían a provocar gritos en la masa que recibía esa mezcla exacta de crudeza y perfección al mismo tiempo. Con estallido de emociones en el vivo y con un peine que sacó de su bolsillo, Alex se volvía a ocupar de su cabello prolijísimo y, muy gestual, convenció a sus compañeros de tocar una nueva canción bajo la oscuridad. Esta vez sería "Don’t sit down ’cause I’ve moved your chair" del disco Suck it and see, la que imprimiría bailecitos ocasionales a un, de por sí inquieto, Jamie Cook con su guitarra. Y el "uh! yeah yeah yeah!!" estribillo cantado a dúo entre Alex y Matt, el baterista, era a estas alturas, ya coreado por los 24 mil espectadores. Enseguida y después de los aplausos que no terminaban de escucharse, volvían años atrás para cantar "Dancing shoes" y mover a todos al ritmo de las luces verdes que siguieron iluminando sin parar todo lo que ocurría justo en esa noche donde miradas que se cruzaban, se decían todo. Y una de ellas, por ejemplo fue entre el cantante y sus músicos, cuando "Teddy Picker" terminó siendo muy celebrada por la multitud y causó todo un revuelo musical que se despertó como una criatura que hechizaba oídos a su paso. Mientras, las megapantallas a un costado del escenario, ofrecían a los monos en blanco y negro y los celulares concentraban la fiesta revival en smartphones de todo tipo, un Alex concentrado ya tenía escrito en su mente lo que se vendría. Y con el azul casi negro profundo que mostraba una suerte de atmósfera espectral, renacía "Crying lightning", perlita extraña si las hay en Humbug, que se convirtió en una genialidad creada de manera colectiva y digna de escucharse tantas veces como fueran necesarias. Más tarde si con "Knee Socks" fue un regresar a AM, con "Fluorescent adolescent" la fiesta fue total, desde la primera nota que incluyó estallido de alegría que ocurrió más o menos a la mitad del show que revivió a la más conocida de Favourite worst nightmare.
Después de "Why’d you only call me when you are high?" vendría "All my own stunts". Pero con "I bet you look good on the dancefloor" todo terminó en desahogo automático de gritos y aplausos, que siguieron en las cuerdas on fire de Jamie y Alex para interpretar "Library pictures". Una dulzura de canción nacería, luego, en "Cornestone", donde los suspiros bajo la luz naranja eran más o menos eternos en una letra que simplemente, fue manojo de encanto. Después de ese instante en que los monos hicieran magia, llegó "Party anthem" sólo para continuar el juego del romance musical, la mirada de amor, la sangre a mil y el siempre presente blanco y negro. Hasta que la gente pidió "Mardy bum" y llegó "Mardy bum". Y las cuerdas maestras fueron fantasía seguida de un agradecimiento que los cuatro de Sheefield dieron antes de "505", "Wanna be yours" y "R.U.mine?". Sin dudas, fue un cierre que explotó de fuegos artificiales elevándose al cielo y la promesa hecha pacto de los Artcic, para volver a tocar otra vez en suelo argentino.