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11 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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Fiel compañera

Sabado, 06 de abril de 2013 20:20

Dura es la vida del gaucho, pero qué se le va a hacer. Se trata de seguir un destino, y eso es lo que hacía nuestro hombre, casi siempre montado en su caballo, por los senderos de los valles orientales. Así fue su vida hasta que se encontró con la perrita negra de la que les hablara hace un par de semanas.

Juntos la cosa va a ser distinta, le dijo el gaucho. Acaso una perrita tenga más olfato para la justicia del que tiene este pobre hombre, le dijo, que sólo metí la pata cada vez que quise hacer el bien, le dijo y, diciéndolo, montó en su caballo para verla trotar a sus espaldas, y sonrió.

No sé por qué les dirán perras a las mujeres infieles, dijo el gaucho en voz alta para que la perra lo escuchara. Si es porque se cruzan con uno y con otro macho, esa es cosa menor, le dijo, porque si es que hay alguien que sepa seguir hasta el fin del camino junto a quien ha elegido, esa es una perra.

Y dese entonces, al gaucho que se tenía por silencioso se lo escuchaba hablar por los caminos, y al que se lo creía malo se lo veía acariciar el pelaje negro de su mascota, y dicen que desde entonces se torció su camino, pero esas cosas son ya parte de otros cuentos que alguna vez les iré a contar.

Lo que puedo adelantarles es que, desde que se lo vio con el animalito correteando entre las patas de su caballo, ya no se lo llamó meramente gaucho sino que se le puso nombre, y la memoria lo recuerda como Juan Bautista de los Montes. Con ese nombre es que entró en Tilcara y se presentó en el bar en el que bebía unas cervezas con mis compadres.
 

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