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11 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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La novela desconocida de Eva Perón

Lunes, 18 de marzo de 2013 11:44

 En 1992 esos reportajes fueron recogidos en un volumen: L’inchiostro delle voci (La tinta de las voces). Tal vez Soriano, o acaso Puig, le hablaron de nuestro país y, sobre todo, de Eva Perón. El resultado de esas charlas, quiero creer, fue Le rose di Evita, una formidable novela que la editorial Einaudi publicó en 1990.

En 1978 y ya en su condición de mito, Evita había sido la principal protagonista de la célebre opera-rock de los ingleses Tim Rice y Andrew Lloyd Webber. Dieciocho años más tarde sería el personaje esencial de “Eva Perón”, el musical de Pedro Orgambide y Alberto Favero, que Nacha Guevara interpretó como réplica a la pieza de Rice y Webber. Mucho antes, en 1965, Rodolfo Walsh publicó su formidable cuento “Esa mujer” y finalmente, en 1995, Tomás Eloy Martínez daría a conocer su novela Santa Evita. Todos estos títulos se refieren al mito Eva Perón en base a la información que acerca de ella se ha tejido. La novela de Nico Orengo va un poco más allá.

La historia está ambientada en Ciabauda, un pueblito cercano a Bordighera, una ciudad turística de la Riviera, de no más de quince mil habitantes, que se encuentra en el noroeste de Italia, sobre las playas del mar de Liguria, cerca de la frontera francesa, entre San Remo y Ventimiglia. Más allá de su buen mar y mejor sol, Bordighera fue escenario de dos notables hechos históricos. Uno sucedió el 12 de febrero de 1941. Aquel día en aquella ciudad se reunieron dos dictadores: Francisco Franco y Benito Mussolini. El duce fracasaría en su intento de convencer al caudillo para que España entrara como aliada del Eje en la Segunda Guerra Mundial. El otro acontecimiento se registró algunos años después del final de esa guerra, el 31 de julio de 1947. Eva Perón, que entonces estaba realizando una visita oficial por Europa, llegó de San Remo a Bordighera a bordo de un Cadillac negro.

Le rose di Evita sucede cuatro décadas después de aquella visita y narra la historia de Giovanni Alborno, un jardinero italiano que conoció a Eva Perón y a pedido de ella viajó a la Argentina para cultivar rosas en los jardines de los Unzué. Esto se devela gracias a cierta foto que encuentra Marco, el nieto de Giovanni Alborno. Se trata de una foto de Evita, con una dedicatoria inquietante: “A Giovanni Alborno per le sue rose, con i ringrazimenti di Evita”, dice. A partir de ese hallazgo el chico descubre la historia oculta de su abuelo y de esa bella mujer que “ha estregato tuo nonno. Sarebbe meglio non fosse mai arrivata”, dirá su abuela. Sabrá que Giovanni abandonó a su esposa y a su hijo y vivió en la Argentina durante cinco años; sabrá que regresó en 1952 y sabrá que en 1957 en complicidad con un enigmático general del ejército argentino viajó a Milán para recibir el cadáver de Eva Perón, que ingresaba a Italia bajo el nombre falso de una inmigrante italiana, María De Magistris, que a los efectos legales figuraba como esposa de Giovanni Alborno. Esa fue la última vez que Alborno vio a Evita, a su cadáver, después volvió a Bordighera. “E quanto tornó —leemos— era come muto, gli occhi fissi all`orizzonte e quella stupida canzone sulle labbra, sí, proprio quella: «Come carovane i ricordi passano con una scia dolce di emozione»". Casi parecía un personaje porteño: la vista perdida en el horizonte y el murmullo de un tango en sus labios.

Con testimonios, falsos o no, que recoge de su familia y los vecinos del pueblo, Marco logra armar su propio texto, a mitad de camino entre una epopeya y una historia de amor. Está convencido de que el abuelo, al que sólo conoce por foto —“Era bello il nonno”— y Evita, a quien también sólo conoce por foto —“Era come una regina”—, fueron los protagonistas de un romance secreto. No duda de que el abuelo, con sus rosas, prolongó la vida de Evita. Poco importa cuánto pueda tener de realidad su versión. Giovanni y Evita pertenecen a su mundo de fantasía, en donde, junto a Shane y a los jóvenes interplanetarios, sus otros héroes de ficción, mitiga la soledad a la que los mayores lo han condenado. Finalmente, igual que el Marco de De los Apenidos a los Andes, decide viajar a Buenos Aires. Sospecha que allí, en el jardín de los Unzué, encontrará las rosas que plantó su abuelo, y el final de la historia.

La novela adolece de errores cronológicos. No sabemos si el 31 de julio de 1947 Evita pasó realmente por Bordighera; sabemos que murió a las 20 y 25 y no a las 18 y 25, como repetía el abuelo. La abuela, por su parte, anticipa en dos años el tercer gobierno de Perón, dice: “Quando nel`71 Perón tornò a governare l'Argentina...”, y ofrece un móvil diferente para el asesinato de Aramburu, asegura que “hanno ammazzato inutilmente un presidente” para saber dónde estaba el cadáver de Evita. Estas circunstancias no empañan la notable calidad del texto. Un texto que lamentablemente no se conoce en nuestro país.

Nico Orengo, igual que su personaje Marco, vino a la Argentina, pero su visita pasó desapercibida. Murió a poco de regresar a Italia, el 30 de mayo de 2009, tenía 65 años. Hoy un premio literario y una pequeña plaza en Liguria llevan su nombre.

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