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10 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. Rosario y rifle

Domingo, 29 de diciembre de 2013 12:27

Y en esta mañana en la que el sol no ahuyentó a los espantos, este que se escondió tras la peña huía de la moza que lo vio en la cercanía de la casa y despertó a su familia con sus gritos de terror. Y ahí se veía a los suyos saliendo de la casa para ver qué pasaba, escuchar el breve relato de la moza e ir en busca de aquello que necesitaban para deshacerse de ese que creían un espanto rebelde. 

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Y en esta mañana en la que el sol no ahuyentó a los espantos, este que se escondió tras la peña huía de la moza que lo vio en la cercanía de la casa y despertó a su familia con sus gritos de terror. Y ahí se veía a los suyos saliendo de la casa para ver qué pasaba, escuchar el breve relato de la moza e ir en busca de aquello que necesitaban para deshacerse de ese que creían un espanto rebelde. 

La madre fue por el rosario y el padre por el rifle, y alzando cada uno su arma se adentraron esa mañana camino de la peña donde se escondía el espanto y donde les dije que no se asustaran, que el espanto tenía más miedo que ellos con la luz del día, y que no se había quedado de porfiado sino porque el sol no había hecho su trabajo de sacarlo de los caminos.

¿Y qué andará fallando para que sucedan estas cosas?, dijo el padre de la moza asustada. ¿Por qué si yo hago mi trabajo, no hacen el suyo el sol y el día? Quien sabe lo que querrá el Señor, dijo su esposa acercándose al espanto que temblaba de miedo recostado contra la pared de piedra de la peña. 

Como ya la luz bañaba todo el entorno con su manto blanco, la mujer pudo ver que el espanto no era tan fiero como creyera en la noche y que hasta le resultaba simpático. ¿Será que le tememos porque no sabemos verlo?, se preguntó y le preguntó a su marido, que creía que acaso eso fuera una trampa del espanto para atraparlos. 

¿Y será que los espantos le huyen al día porque cuando los vemos ya no les tememos?, se preguntó la mujer y le preguntó a su marido.

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