Cuando fui a entrevistar al autor de las canciones de la Arruyo para que ustedes tengan buena información de lo que les hablo, muchos me dijeron que él mismo creía que su mejor obra era el grueso libro que relataba lentamente la pelea entre Susurro Días y Walter Mac Terry.
Nadie más que él creía que ese libro era bueno, pero lo puso ahí sobre la mesa del bar en el que nos dimos cita, y me resultó atrapante la idea de una obra basada en el combate boxístico entre un pugilista que ya había fracasado como candidato a gobernador por el estado de California y como cantante de música disco, contra nuestro crédito local, Susurro Días, criado pidiendo monedas en los alrededores de la terminal de ómnibus de San Salvador.
Me dijo que se había documentado largamente, que gracias a la web había podido tener la información necesaria para los primeros capítulos sobre la formación deportiva y mafiosa de Walter Mac Terry, y que el resto lo sabía de primera mano, la vida y pesares de la infancia de Susurro y los ocho rounds de la pelea, que otros dicen que fueron nueve.
El hombre golpeó con los nudillos de su mano derecha la tapa del grueso libro, pitó del cigarrillo que el mozo del bar le dejaba fumar porque él también fumaba mientras nos servía los cafés, y con un gesto inesperado para un abstemio, me dijo que esas páginas justificaban su vida. Como yo trabajaba en el Tribuno de Jujuy y acaso pudiera ayudarlo, me regaló su novela y supongo que esperó ansioso, cada mañana, que saliera una crónica elogiosa que lo sacara del anonimato