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El coreógrafo que creció en el arte rompiendo con todas las estructuras

Héctor Böhamia Wültrich celebra 40 años como trabajador cultural. Desde niño, vibró con la energía del movimiento.
Miércoles, 19 de noviembre de 2025 00:00
HÉCTOR BÍHAMIA WÜLTRICH | EL COREÓGRAFO RECONOCIDO A NIVEL MUNDIAL.

Cuando el arte abraza a un ser desde su existencia misma, el camino trazado se vuelve una certeza ineludible donde lo genuino se nota desde los primeros años de vida.

Con padres de origen sirio-alemán, Héctor Böhamia Wültrich nació en Buenos Aires el 4 de octubre del año 1967 con una proyección artística que vería la luz desde sus cinco años de edad. De espíritu inquieto y abierto a la más noble de las artes en movimiento, empezó desde niño con la danza como puente de expresión. Desde que se interesó por el concepto, abrevó de la línea de conducta de referentes que lo ordenaban gracias a una disciplina que se regía por dos maestros privados, Wasil Tupín de Rusia e Ilse Wiedmann de Alemania en Buenos Aires.

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A los doce años viajó a New York, a The Juilliard School donde el prestigio en música y en danza fue trascendental en su vida. "Fue mi viaje al exterior del país para reforzar mi danza tanto en ballet como en contemporáneo y hacer música", expresó en su relato el trabajador de la cultura, Héctor Böhamia Wültrich, que in crescendo en el universo del arte, descubrió la simbología y la abrazó como misión.

Con sólo diecisiete años tuvo la responsabilidad de estar al frente de una primera experiencia escénica, guiado por Trisha Brown, una maestra aprobó su mirada del arte. "Hice cine, trabajé en la coreografía de varias películas pero desde el año 2002 me enfoqué más en la lírica porque siempre me interesó la dirección", explicó el coreógrafo de oficio, hoy comprometido con la puesta de la Ópera de Frankfurt, ciudad alemana.

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Fue el arte maravilloso lo que le marcó cada paso a este argentino que desde el año 1985 reside en territorio alemán, lugar donde proyectó su talento hacia diferentes escenarios de Europa. No obstante, en tiempos atravesados por un contexto social complejo, compartió sus vivencias del momento de cuando el país germano se encontraba dividido. "Hace cuarenta años que vivo en Alemania, era muy difícil primero estuve en Berlín. Después con la caída del muro en 1989, se unificó. Pero fueron tiempos bravos porque era como una dictadura", recordó.

No obstante, la disciplina que lo acompaña desde un oficio noble y de esencia artística fue de gran motivación para las épocas complicadas que logró sortear, superando obstáculos y pruebas constantes. "Siempre fui prolijo en mi trabajo, me gusta que se vea bien lo que propongo y estar capacitándome permanentemente", reveló. El centro Alexanderplatz fue el escenario donde debutó como solista a los veinte años, el 12 de septiembre de 1987 con la cantata escénica "Carmina Burana" de Carl Orff. Una gran trayectoria internacional forma parte de su historia. "Al debutar con la pieza, la ambienté en una época muy dura de Alemania, en pleno ascenso del Nazismo", aseguró.

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Böhamia Wültrich rememoró aquél ayer, autopercibiéndose como un atrevido de la época pero necesario ya que para crecer en el arte se precisa romper con las estructuras sólo que con una formación que respalde esa acción. Así es que lo revolucionario y arriesgado tuvo su encanto en el pueblo alemán que aceptó su propuesta de alto impacto emocional, determinando su residencia permanente en suelo germánico para, de allí, expandir su arte al mundo.

Este año celebra su cuarenta aniversario como solista y amante de la expresión en diferentes disciplinas, haciendo una gira denominada "En Silencio" por el continente americano y presentando en algunos países, piezas de selección. Así, regresó a su país natal donde las emociones lo colmaron de sensibilidad en estado puro. Noviembre lo encuentra situado en Jujuy, provincia que lo cautivó en tres oportunidades donde dejó impregnado su labor intensa; en el Teatro Mitre siempre, dos veces como solista; y, a través del Mozarteum en un ciclo junto a su compañía alemana con un cuarteto en el año 2002. "Hermoso regresar y encontrarme con un Jujuy muy crecido, con muchos espacios para el arte que desde la última vez que vine, no había. Sí vi que la danza está fracturada, porque veo que no hay unión. Aquí se debería entender que la lucha es de todos, que el arte es de todos y que vamos todos a un mismo objetivo", reflexionó el también régisseur de actores de las más modernas escenas de vanguardia.

Porque "A Jujuy siempre se vuelve", su amor por nuestra tierra lo impulsó a regresar y a presentar "La Misa Criolla", la obra histórica de Ariel Ramírez y Félix Luna que se presentará el 8 de diciembre a las 19.30 en el centro cultural "Jorge Accame". "Es una versión sonora interesante, por la simbología que conlleva el coro representando al pueblo. Estoy contento con la compañía Grito del Norte dirigida por Jairo Alabar y Paula Solíz", anticipó. La vejez es una circunstancia que se transita en la vida, pero Böhamia Wültrich siente su alma joven y que tiene que seguir evolucionando desde la emoción. Hacer el montaje y la puesta escénica se constituye en un desafío que festeja. "Yo vivo del arte con total dignidad, porque me considero un trabajador de la cultura por lo que a mi oficio lo tomé muy en serio. Lo que tiene que ver con lo social, lo político, se metió en mi todo. Mi compromiso es absoluto con lo que hago, parto del movimiento pero es arte universal", reflexionó este soñador que a pesar de sufrir discriminación cuando era niño por su corazón artista, logró sobresalir en la puesta desde la danza, teatralidad, expresividad, lírica y la ópera, desde donde hoy se entrega al cien.

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