Con cientos de fieles que colmaron el atrio de la Catedral y parte de la plaza Belgrano, se celebró ayer Corpus Christi con una misa y posterior procesión por el centro capitalino.
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Con cientos de fieles que colmaron el atrio de la Catedral y parte de la plaza Belgrano, se celebró ayer Corpus Christi con una misa y posterior procesión por el centro capitalino.
"Señor que nos dejaste el memorial de tu pasión en este admirable sacramento", fue la oración con la que el obispo César Daniel Fernández se refirió a la eucaristía como memorial entre tantas significaciones que tiene este sacramento, como de banquete, de sacrificio y en este caso de memorial.
Tras la lectura del libro del Éxodo, en su homilía monseñor recordó la Pascua judía, cuando el pueblo era esclavo en Egipto y el Señor con la intervención de Moisés sacó a ese pueblo de la esclavitud y lo hizo pasar a la libertad, destacando de ahí la palabra Pascua, que quiere decir paso que es lo que vivió y celebró Jesús en su Pascua, el paso de la muerte a la vida. "De dar hasta la última gota de su sangre a pasar a vivir gloriosamente resucitado junto al padre en el cielo para que todos nosotros vayamos con él".
Ante la dedicada y emotiva atención de los feligreses y junto a todos los sacerdotes del Decanato Centro, Norte y Sur, resaltó que "celebrar el memorial de Jesús, de la muerte y la resurrección, es recodar permanentemente su amor". Destacó particularmente esta vivencia de los sacerdotes que a su consideración "se multiplican más allá de lo que se puede con cuatro o cinco misas por día" para ofrecer la contención que la comunidad demanda en su presencia a cada celebración.
Por último, instando a los fieles "a que llenen sus corazones con la certeza imborrable de su amor por nosotros" pidió que "ante cada persona que no encuentre el camino de la felicidad y que pierda el sentido de su propia vida le digamos: "Cristo nos amó hasta el extremo, adorémoslo".
Finalizada la misa el obispo puso el Santísimo Sacramento en la custodia, e incensó a Jesús sacramentado "para preparar los corazones y que el caminar de la solemne procesión de Corpus Christi sea un caminar de fe", señaló.
Los abanderados de los colegios Santa Bárbara, Huerto y Gianelli encabezaron la procesión que se detuvo en siete sitiales y en cada uno de ellos se leyeron las intenciones de dos parroquias de la mano de cada uno de sus sacerdotes y el obispo impartió su bendición para cada una de esas comunidades parroquiales. Así, tras haberse pedido por las intenciones de 14 parroquias, al retorno, la última fue la parroquia Santísimo Salvador de la Catedral, donde monseñor Fernández dio la bendición final.