Un grupo de voluntarios redobla la apuesta este año y se prepara para plantar 80.000 plantines de queñoa en el Parque Potrero de Yala y en Santa Catalina, Jujuy. Esta es la tercera etapa de una iniciativa pionera impulsada por el ingeniero Ezequiel Medina a través de su proyecto "Árbol y Vida". Este esfuerzo, que se originó como su tesis académica, ahora cuenta con el apoyo de la organización Acción Andina, Global Forest Generation (GFG) y Ecosistemas Andinos (Ecoan).
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Un grupo de voluntarios redobla la apuesta este año y se prepara para plantar 80.000 plantines de queñoa en el Parque Potrero de Yala y en Santa Catalina, Jujuy. Esta es la tercera etapa de una iniciativa pionera impulsada por el ingeniero Ezequiel Medina a través de su proyecto "Árbol y Vida". Este esfuerzo, que se originó como su tesis académica, ahora cuenta con el apoyo de la organización Acción Andina, Global Forest Generation (GFG) y Ecosistemas Andinos (Ecoan).
El proyecto comenzó hace tres años con la plantación de 2.000 árboles, gracias al esfuerzo de un grupo de jóvenes voluntarios. "Hoy en día reforestamos en Yala y en la Puna, en Santa Catalina. El proyecto empezó hace tres años, y este último año plantamos 50.000 árboles", explicó Agustina Valdiviezo, subcoordinadora del proyecto y estudiante de Ingeniería Agronómica y Gestión Ambiental.
Actualmente, los voluntarios están en la fase de preparación y producción de plantines para la campaña 2024, que se llevará a cabo en octubre. La Universidad Nacional de Jujuy, a través de la Facultad de Ciencias Agrarias, colabora proporcionando espacios e invernaderos para el cultivo de los plantines. "Ahora estamos en época de preparación, de producción y tenemos voluntariados en San Salvador de Jujuy para trabajar con semillas y cuidar los plantines desde el inicio", detalló Valdiviezo.
La queñoa es fundamental para el equilibrio de los ecosistemas andinos. "Tiene la capacidad de ser esencial para la naciente de las cuencas de agua, purificando el agua naturalmente con sus raíces que funcionan como un filtro", explicó Valdiviezo. Además, la queñoa es resistente a las duras condiciones climáticas de la Puna, lo que la hace vital para la región.
En Argentina, la queñoa es un símbolo cultural y ecológico, con cinco especies presentes en la provincia de Jujuy. Este árbol no solo tiene un valor ecológico sino también medicinal e histórico, siendo emblemático para las comunidades locales.
Ezequiel Medina es el coordinador y Valdiviezo subcoordinadora, y suman jóvenes viveristas que se dividen en equipo de Yala y otro de la Puna. El equipo de Yala es el que se encarga de la recolección de semillas y la producción de plantines y actualmente están en plena producción.
En la Puna cuentan con cuatro jóvenes de las comunidades de Santa Catalina, quienes recolectan las semillas de los bosques. "Si bien tienen que recolectar gran cantidad de semillas, en la Puna el problema es la volatilidad de las semillas ya que hay mucho viento y es bastante complicado; en cuanto al poder germinativo en la Puna de 100 semillas germinan 10 y en Yala últimamente con buena suerte germinan 40 y si no también un rango de 10", precisó.
A pesar de estos obstáculos, el proyecto logró un buen porcentaje de supervivencia de los plantines, incluso enfrentando problemas como el ingreso de ganado en las áreas reforestadas. "En Yala es mucho más notable el espacio que fue plantado, más que nada por la vegetación, pero sí hay bastantes resultados positivos", destacó.
El proyecto no cuenta con voluntarios fijos, pero recibe la activa participación de estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Jujuy y de otras disciplinas. "No se necesita experiencia previa para participar, por lo que mientras más personas se sumen, mejor", afirmó Valdiviezo, invitando a todos a unirse a esta noble causa.
Con la mira puesta en plantar 80.000 plantines este año, los voluntarios del proyecto "Árbol y Vida" continúan su labor para restaurar los bosques nativos de queñoa en Jujuy, trabajando para garantizar un futuro más verde y sostenible para las comunidades y el ecosistema.
Es vital para las cuencas
Las Lagunas de Yala, que abastecen de agua a gran parte de San Salvador de Jujuy, están protegidas por un árbol emblemático, la queñoa. Este árbol no solo es vital para la conservación de las cuencas de agua, sino que también soporta las condiciones extremas de la Puna, destacándose por sus propiedades medicinales e históricas. Agustina Valdiviezo, subcoordinadora del proyecto “Árbol y Vida”, destacó la importancia de la queñoa para las comunidades locales y el ecosistema.
De hecho, el ingeniero agrónomo Ezequiel Medina, quien impulsó el proyecto con su tesis doctoral, fue galardonado en 2023 en la XVI edición de los Premios Balseiro en la categoría Investigador Joven, por su innovador proyecto de forestación “Árbol y Vida”. Este reconocimiento, otorgado en el Senado, destaca el impacto positivo del proyecto en la sociedad con el que vienen trabajado desde hace tres años, enfocándose en la reforestación en Yala y Santa Catalina, áreas que albergan especies de queñoa en peligro de extinción.
Medina, es docente de la cátedra de Ecología Agrícola en la Unju, comenzó esta iniciativa durante su tesis doctoral sobre la conservación y restauración de bosques de queñoa. Con el proyecto buscan preservar un árbol vital para el equilibrio ecológico, e inspirar a las comunidades locales para proteger y restaurar los bosques andinos. A pesar de que la queñoa es una planta de crecimiento lento, especialmente en la Puna, el proyecto logró resultados positivos en términos de supervivencia. “Aunque tuvimos problemas con el ingreso de ganado, logramos un buen porcentaje de supervivencia,” afirmó Valdiviezo.
Recordó que es un árbol de crecimiento lento por lo que para que llegue a dos metros, puede llevar hasta 15 años debido a las condiciones climáticas y de la zona. La queñoa, perteneciente al género Polylepis, es crucial para la preservación del ecosistema andino. Las especies Polylepis australis y Polylepis tomentella, en particular, juegan un papel esencial en la regeneración de los bosques degradados y la protección de las cuencas de agua. “Si la queñoa desapareciera, se complicaría la conservación del agua,” explicó en su momento Medina.