El Centro Cultural “Héctor Tizón” -Hipólito Yrigoyen esquina Junín- se llena de música, movimiento y cultura con el Taller de Ritmos Caribeños a cargo de Augusto Puentes Weigert, un apasionado y experimentado maestro en estas danzas. Diseñado para niveles inicial e intermedio, el taller ofrece una oportunidad para aprender y disfrutar de géneros como salsa, bachata, rueda de casino, merengue, chachachá y timba, entre otros.
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El Centro Cultural “Héctor Tizón” -Hipólito Yrigoyen esquina Junín- se llena de música, movimiento y cultura con el Taller de Ritmos Caribeños a cargo de Augusto Puentes Weigert, un apasionado y experimentado maestro en estas danzas. Diseñado para niveles inicial e intermedio, el taller ofrece una oportunidad para aprender y disfrutar de géneros como salsa, bachata, rueda de casino, merengue, chachachá y timba, entre otros.
Las clases, que comenzaron el sábado 25 de enero continuarán el 1 de febrero, así como el jueves 6 y sábado 8 de febrero y se desarrollan de 19 a 21. Según Puentes, las sesiones han sido organizadas cuidadosamente para garantizar que tanto principiantes como aquellos con experiencia encuentren su espacio y puedan disfrutar de este viaje cultural único. Durante su reciente entrevista en “El Matutino” de El Tribuno de Jujuy, Augusto Puentes compartió su inspiradora trayectoria.
Desde joven, estuvo rodeado de arte gracias a su familia: “Mi madre es pianista y mis tíos también. Siempre crecí en un entorno musical, aunque pronto descubrí que mis talentos no estaban en los instrumentos, sino en el baile”.
La chispa que lo llevó a las danzas caribeñas se encendió en una clínica de básquet. “En una fiesta social, vi cómo bailaban profesores de Centroamérica, y quedé fascinado. No paré hasta que uno de ellos me enseñó los pasos básicos. Desde ese momento, me entregué al aprendizaje y a la enseñanza de estos ritmos, formándome con grandes referentes internacionales como Walter Reyes”, comentó. Para Puentes Weigert, el baile es mucho más que un pasatiempo. “No solo enseñamos pasos, también buscamos transmitir el con- texto cultural de cada ritmo. La sal- sa, por ejemplo, no es solo un género musical, sino una amalgama de estilos que incluyen el son cubano, el mambo y el guaguancó, entre otros.
En el taller, también se explorará la bachata tradicional, alejada de las versiones europeas más comercializadas, y el merengue, un baile lleno de energía y tradición”. Destacó que estas danzas no solo son una forma de expresión, si no también una herramienta para la inclusión y el bienestar. “Bailar me salvó la vida. Tras sufrir una hemiplejía, tuve que aprender a bailar de nuevo desde cero.
Esta experiencia me enseñó que cualquiera puede bailar, sin importar las limitaciones que crea tener”. El taller también busca romper con prejuicios y estereotipos. “La sensualidad de la bachata, por ejemplo, no debe confundirse con sexualidad. En las clases enfatizamos la elegancia y el respeto por la cultura de donde provienen estos ritmos”, agregó.
El Taller de Ritmos Caribeños está diseñado para que todos los participantes, sin importar su experiencia previa, puedan disfrutar y aprender. Las clases comienzan con los conceptos básicos, como la me- canización del movimiento y el traslado del peso, asegurando una base sólida para avanzar hacia estilos más complejos. Puentes Weiger invita a todos a participar: “No importa si crees que tienes ‘dos pies izquierdos’. Con ropa cómoda y ganas de aprender, cualquiera puede descubrir el placer de bailar”. Además, enfatiza que las clases no so- lo son para parejas: “Si vienes solo, podrás conocer a otros y compartir esta experiencia”. Los participantes también contarán con flexibilidad horaria.
Aquellos que no puedan asistir a alguna de las fechas programadas podrán tomar la clase inicial del segundo módulo, que comenzará el 15 o16 de febrero. Esto asegura que nadie quede fuera de la experiencia. Las inscripciones están abiertas, y los interesados pueden comunicarse al 388-5796235 para obtener más información. Augusto Puentes también destaca que este tipo de actividades no solo fomentan la cultura, sino también la salud mental y física. “El baile ayuda a liberar tensiones, mejora el ánimo y crea un espacio donde todos se sienten bienvenidos”, afirmó. Con una metodología clara y un enfoque en el aprendizaje inclusivo, este taller promete ser una experiencia enriquecedora para los amantes de la música y el movimiento. Como dice Augusto, “bailar es el arte de dibujar la música”, y esta es una oportunidad ideal para hacerlo.
El Taller de Ritmos Caribeños en el Tizón ofrece mucho más que baile. Es una invitación a des- cubrir una riqueza cultural, co- nectar con otros y celebrar la vida a través del movimiento. Como asegura su instructor, “un día sin bailar es un día que no se vivió”