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1 de Agosto,  Jujuy, Argentina
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A la madre de todos los homos sapiens del mundo: ¡la Tierra!

Viernes, 01 de agosto de 2025 01:01

Hacedora pródiga que nos contienes desde hace millones de años: los científicos hablan de más de 4.500 millones de años, momento de la formación del sistema solar. Ya sabemos que para que exista la vida, la Madre tierra (Pachamama) y el padre sol (Viracocha) deben estar unidos. Por eso debemos comprender, el despertar del infaltable Wuiracocha y su dual, nuestra alegre Pachamama. También para entender mejor esta semblanza de nuestro despertador diario, podemos recurrir al investigador e historiador, Antonio Paleari, que en sus “Dioses Andinos” nos dice que a Wuiracocha o Pachacámac, “también se lo llama Illa Ticce”. “Es el que anima al mundo”, principio y fin de todas las cosas; el que da vida y también la quita...” En Perú, en el periodo preincaico, se había construido uno de los templos más bellos, dedicados a él y donde hoy sólo encontraremos ruinas, puesto que, por orden de Francisco Pizarro, en 1533 fue destruido. Esta deidad símbolo del sol (Inti), “con el cual algunos historiadores hacen una sola entidad mítica y mística” y unen a la Pachamama, siendo ambos elementos, de creación y reproducción. También debemos considerar con Paleari que, “Un sin fin de versiones caracterizan a la Pachamama, pero es posible reunirlas en dos grandes corrientes; una, que le atribuye individualidad unipersonal. Diosa mayor, Madre existente; la otra, muy conocida entre los indígenas del altiplano boliviano dice que no se trata de un solo ser, sino de millares de ellos. Su aspecto es el de pequeños duendes que viven en parejas, hombre y mujer, y residen en los terrenos de cultivo a los que hacen producir abundantemente o no, de acuerdo a las ofrendas recibidas. En ambos casos es de temple contradictorio. Así como premia, castiga si el humor cambia”.

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Hacedora pródiga que nos contienes desde hace millones de años: los científicos hablan de más de 4.500 millones de años, momento de la formación del sistema solar. Ya sabemos que para que exista la vida, la Madre tierra (Pachamama) y el padre sol (Viracocha) deben estar unidos. Por eso debemos comprender, el despertar del infaltable Wuiracocha y su dual, nuestra alegre Pachamama. También para entender mejor esta semblanza de nuestro despertador diario, podemos recurrir al investigador e historiador, Antonio Paleari, que en sus “Dioses Andinos” nos dice que a Wuiracocha o Pachacámac, “también se lo llama Illa Ticce”. “Es el que anima al mundo”, principio y fin de todas las cosas; el que da vida y también la quita...” En Perú, en el periodo preincaico, se había construido uno de los templos más bellos, dedicados a él y donde hoy sólo encontraremos ruinas, puesto que, por orden de Francisco Pizarro, en 1533 fue destruido. Esta deidad símbolo del sol (Inti), “con el cual algunos historiadores hacen una sola entidad mítica y mística” y unen a la Pachamama, siendo ambos elementos, de creación y reproducción. También debemos considerar con Paleari que, “Un sin fin de versiones caracterizan a la Pachamama, pero es posible reunirlas en dos grandes corrientes; una, que le atribuye individualidad unipersonal. Diosa mayor, Madre existente; la otra, muy conocida entre los indígenas del altiplano boliviano dice que no se trata de un solo ser, sino de millares de ellos. Su aspecto es el de pequeños duendes que viven en parejas, hombre y mujer, y residen en los terrenos de cultivo a los que hacen producir abundantemente o no, de acuerdo a las ofrendas recibidas. En ambos casos es de temple contradictorio. Así como premia, castiga si el humor cambia”.

Como vemos, por el contacto habitual que tenemos con estas “dos deidades”, el sol y la tierra, desde tiempos inmemoriales, como habitantes de esta parte del planeta tierra, de ahí nuestro nombre de terráqueos, y hoy habitantes de ciudades, poblados y barrios urbanizados, les realizamos nuestros homenajes y recogimientos. Tratando de reconocer y mostrar a nuestra Pachamama, con todo aquello que consideramos de valor y con un criterio personal, y sin querer ofender a nadie; adherimos, como aquellos primeros cultivadores de hace miles de años, o de los humildes arrieros y pastores de nuestras quebradas, serranías y punas, que se inclinan ante una apacheta y ponen una piedra y un cigarro o unas hojitas de coca, con una plegaria y un deseo de gracias.

Al comenzar este primero de agosto leo: “Poemas Solariegos” de Raúl Calizaya, que se despidió de este plano el último día del mes de agosto de 2014 y nos dejó su “Pachamama”: “Te aclamo Pachamama prodigiosa, / en tu mezcla de luz, leyenda y mito, / porque vibras en la ofrenda y en el rito / cuando imploro tu mano generosa. // Yo percibo tu fuerza misteriosa / en la nieve, la cascada y el granito, / en el fino gorjeo del pajarito / y en la tenue tibieza de mi choza. // Tu vigor se manifiesta en los veranos / cuando llenas de miel los frutos lentos, / cuando animas el salto del cabrito. // Cuando acallas valientes entre tus manos / la furia dominante de los vientos. / ¡Tú, apagas la noche con un grito!”.

Escuchamos la voz del poeta que amaba a su tierra argentina, y que un 17 de marzo de 1931 pegó un grito, en su tierra fronteriza de la Quiaca, y se despertó con su luz para cantarnos: “Yo quisiera quedarme en esta tierra”: “... a la que tanto quiero; tierra que me diera en su simiente / un consuelo. // Yo me llevo prendido en la retina / el trazo cierto / del cotidiano patio, / del ondulado cerro. // Llevo la frente penetrada / de soles mañaneros / y un velado grito en la garganta, / como un rezo. // Yo quisiera quedarme en esta tierra / de múltiples senderos, / por donde vienen las enhiestas palas / de los labriegos. // Quiero posar la mirada humedecida / sobre el gastado alero, / donde los vientos anchurosos / dejaron sus secretos. // Yo me llevo el acento de sus cantos / en mis versos, / y en mis manos, todavía fuertes, / el aliento / de los hombres que trabajan duramente / y en silencio.”

Me quiero despedir de nuestra Pachamama, a la que ofrendo hoy con palabras de mi estimada paisana, Carmela Ricotti, que nos dice: “Madre tierra, Pachamama” (frag.): “La Gran Madre Antigua de dónde vengo y adonde voy. Gorda, sombreruda, con ojotas grandes, que de una pisada puede aplastar una gallina. Es buena. Puede ser perversa cuando me quita la vida, adonde vuelvo. Pero no me animo a decirlo. // He sido polvo, una vez, muchas veces, no sé cuántas. Y todas las veces he sentido el dolor de volver al polvo. Ninguna vez me consoló la esperanza de volver a ser flor, cordero, gente.”

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