Ver la magnificencia de China an‑ te sus ojos y aprender de cada detalle a su alrededor, es lo que ma‑ ravilla a Mauricio Barengo; un joven jujeño que cumple su sueño al vivir en un lugar lejano pero tan mágico y distinto que confluye lo místico de las tradiciones con toda la modernidad y tecnología que se puedan imaginar. En la vida las sorpresas se presentan de maneras inesperadas, sólo se debe prestar atención para saber interpretarlas como señales. Eso es precisamente lo que este monterriqueño supo captar desde el preciso instante en que realizó su primer viaje fuera del país en 2015 a Chile.
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Ver la magnificencia de China an‑ te sus ojos y aprender de cada detalle a su alrededor, es lo que ma‑ ravilla a Mauricio Barengo; un joven jujeño que cumple su sueño al vivir en un lugar lejano pero tan mágico y distinto que confluye lo místico de las tradiciones con toda la modernidad y tecnología que se puedan imaginar. En la vida las sorpresas se presentan de maneras inesperadas, sólo se debe prestar atención para saber interpretarlas como señales. Eso es precisamente lo que este monterriqueño supo captar desde el preciso instante en que realizó su primer viaje fuera del país en 2015 a Chile.
Como estudiante de la facultad de Ciencias Agrarias, aplicó para la beca Criscos y tuvo la oportunidad de vivir en el exterior del país por seis meses. Entonces, en su corazón y en su mente ya se había instalado la idea de buscar otros caminos. Y mientras se recibía en la Unju, buscaba un lugar que se adapte hacia lo que él tenía para ofrecer.
Con el ánimo de aprender más, participó de una charla sobre agronomía y floricultura. Entonces la puerta del “Gigante Asiático” comenzó a ser una posibilidad para él. “En la charla se habló de China como un país que está en lo más alto del mercado con respecto a mi especialidad y enseguida me interesó profesionalizarme para poder venir”, expresó Mauricio Barengo, quien movilizado por la idea de ir por nuevos horizontes y de investigar sobre aquella nación, se animó al desafío y, a finales de 2019, empezó a estudiar el idioma chino. “Fue vía online, a través del Instituto Confucio y justo apareció la pandemia. Aproveché el tiempo de cuarentena para estudiar el idioma, las clases eran accesibles y los exámenes por internet entre 2020 y 2021; rendí el examen HSK 3 y así postulé para la beca”, contó el joven que voló cincuenta y seis horas y tuvo que cumplir una cuarentena estricta por dos semanas. “Pensaba: ‘Esto es algo único que no se va a volver a repetir’”, dijo Barengo, así, llegó a Jinan, una ciudad famosa por sus manantiales y sus peces de colores. “Es muy lindo. Como era todavía época de pandemia, no se veía nada de gente y se podían apreciar los peces de muchos tamaños y el lago en todo su esplendor”, describió. La emoción por conocer todo lo que podían abrazar sus ojos de manera visual, fue indescriptible.
Es que se mixturan las construcciones antiguas con los edificios modernos, lo que le provocó un gran impacto. “Mis primeros tiempos fueron complejos por la pandemia y lo burocrático. Y con el idioma me costó bastante porque me lo habían enseñado palabra por palabra pero escucharlo rapidísimo y entenderlo se volvió más difícil. Pero ahora puedo decir que me defiendo”, aseguró entre risas Barengo que aprendió a alimentarse con palitos, algo muy tradicional que disfruta al igual que la gastronomía con picante. “Si estás en China, te tiene que gustar la comida fuerte porque si no a la experiencia no la disfrutas completamente”, dijo este muchacho que aún así extraña la napolitana con papas fritas y las buenas empanadas jujeñas. Los extranjeros son bien vistos en el territorio asiático, de hecho, encontró el amor proveniente de Shandong lugar de nacimiento de Confucio gracias a una salida con amigos.
Las tramas del destino fueron entrelazándose para que Mauricio lograra una adaptación plena, paso a paso y con la intención de crecer. Por ello, siguió haciendo su maestría y perfeccionando el idioma chino, al que le sumó el inglés con la oportunidad de viajar a Beijing en julio del año pasado. “Los profesores me entienden y son colaboradores, buscan la for‑ ma de que no sea tan difícil a los extranjeros aprender y expresar‑ nos”, dijo el estudiante de la Uni‑ versidad de Agricultura de China y quien trabaja en una tesis cuyo abordaje es sobre bio luminiscencia en crisantemos. “Se trata de adaptar genes para las flores y que sean capaces de iluminar en la noche, sin necesi‑ dad de ponerles químicos. Se le escriben los genes al detalle para que la planta no tenga efectos indeseados.
Ya tenemos plantas que producen luz pero hay que optimizar los genes”, dijo Barengo sobre el trabajo que comparte con un equipo de laboratoristas. La organización y el nivel de vida son superlativos, tanto que lo más cotidiano para los occidentales es una locura para los orientales. “Es algo que no se puede describir vivir aquí. Hay una comunidad de argentinos que son muy amigos y logré compartir con ellos”, comentó el joven que caminó por la Gran Muralla China, le encantó el “Templo del Cielo” y “La Ciudad Prohibida” de Beijing; y Shanghái pero ama Jinan, donde se combina lo natural con lo tecnológico a gran escala. Un gran presente vive este jujeño que no olvida su origen en Monterrico. “Llevo conmigo el recuerdo del patio en la casa de mis abuelos gauchos y de mis va‑ caciones en el campo”, indicó este exalumno de la escuela rural N° 34 “Pedro José Portal”, escuela N° 438 “El Labrador” y egresado de la Escuela Agrotécnica N°7 “Ricardo Hueda”. Es así, que luego de estudiar agronomía en la Unju, sus ganas de evolucionar lo guiaron a capa‑ citarse en la tercera mejor univer‑ sidad agrícola a nivel mundial, motivo de superación personal que compartió con orgullo.