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"El bandoneón es tradición"

El músico que camina abrazado a su instrumento todos los días de su vida, presenta este viernes a las 21 “Señor Bandoneón (100 años en la memoria de los pueblos)”, en teatro El Pasillo (José de la Iglesia 1.190). Se trata de un espectáculo que revive tradiciones, con excelentes músi‑ cos que lo acompañan. Esta propuesta cumple cinco años de su primera función y tiene como protagonista un centenario bandoneón.
Martes, 17 de octubre de 2023 01:04

El recital contará con la participación de Mayra Nieva y Sumaj Cachizumba, en bandoneón; Gustavo Cruz, en guitarra; Carlos Rivero, en percusión, voz y textos; Daniel Chachagua, en iluminación; Mariano Lafuente, en sonido; y la actriz Cecilia Tejerina.

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El recital contará con la participación de Mayra Nieva y Sumaj Cachizumba, en bandoneón; Gustavo Cruz, en guitarra; Carlos Rivero, en percusión, voz y textos; Daniel Chachagua, en iluminación; Mariano Lafuente, en sonido; y la actriz Cecilia Tejerina.

Como invitado especial se suma Marcos Rodríguez, con quien compartirá tangos, valses y paso doble.

El nombre de tu espectáculo tiene que ver con los 100 años de tu bandoneón. ¿Nos contarías esa historia?

Es una idea que comenzó a darme vueltas antes del 2018, porque yo tengo mi bandoneón que fue fabricado en 1918 en Alemania y como mi papá tiene el taller que arregla bandoneones, un día lo destapamos y vi los sellos de la fábrica. Empecé a pensar en la idea de festejar el cumpleaños del bandoneón. Un día hablé con Carlos Rivero, a quien había conocido un tiempo antes, y le interesó. Nos reunimos. Al primer encuentro, cada uno llevó su carpeta, y en una hora más o menos delineamos el espectáculo, lo que necesitábamos, y comenzamos a desarrollarlo. En la segunda reunión ya estuvo Mayra con el tema de la imagen y las fotos; y en la tercera ya vino Gustavo Cruz que es el director musical del espectáculo.

En dos o tres meses, en 2018, armamos el recital. Es un equipo de trabajo muy lindo el que logramos, y con el que seguimos hasta ahora.

Hicimos una fiesta preciosa, acompañados del público, y los medios de comunicación.

Pensando el nombre del espectáculo, se me ocurrió que el bandoneón cumplía 100 años. Era un señor de 100 años, respetable. Cuando yo llego a algún lado, no dicen, "llegó el Tata", dicen "llegó el bandoneón, así que decidimos ponerle al show "Señor Bandoneón". Donde voy, siempre está la memoria de la gente que alguna vez, escuchó un bandoneón -porque eso no se olvida-, y por eso le pusimos "100 años en la memoria de los pueblos", porque era su cumpleaños.

Cualquier que haya escuchado un bandoneón, se acuerda para siempre su sonido.

También es importante la historia del bandoneón dentro de mi familia, porque comenzó con mi abuelo, Juan Nieva, que vivía en Monteros, Tucumán, y a los 14 años se viene para Jujuy caminando para trabajar pelando caña en el ingenio. Como no quería hacer eso toda su vida, se compró un bandoneón y un método, y comenzó a estudiar solo. Tenía un hermano ciego que quería estudiar violín, y él le leía el método, y de esa manera aprendió música inconscientemente. O sea que primero aprendió solo. Luego sí se pagó profesores en San Pedro y en Salta.

Por eso el bandoneón es tradición en mi familia desde el 1900.

Yo comencé a los 7 años. Mi viejo (Titi) con mi abuelo (Juan) no se hablaban en su momento, estaban distanciados. Por lo tanto, yo no lo conocía a mi abuelo. Me enteré de él cuando un alumno de bandoneón de mi abuelo, entra a la peluquería de mi papá y me escuchó que yo estaba tocando. Fue, y le contó a mi abuelo, que mi papá me estaba enseñando bandoneón, y entonces Juan le mandó decir a mi padre, si yo quería estudiar con él.

Ahí lo conocí a mi abuelo. Mirabal, el amigo que me llevó, sacó el bandoneón que había llevado, y yo le toqué un gato que me había ensañado mi papá, y que había sido de mi abuelo. Lo habían compuesto en el 45' –y este encuentro sucedió en el 78'-. Se lo toqué, y entonces me dice "¿y ese gatito, de quién es?". cuando yo le dije que era de él, se fue para adentro, trajo otro bandoneón y me pidió que lo toque de nuevo.

Lo que había pasado era que él lo había escrito en 1945 y le regaló la partitura a un alumno, que era cliente de mi papá en la peluquería, y cuando vio que él me estaba enseñando a tocar, él le dio la partitura para que me la enseñe.

Mi abuelo se había olvidado. Y en el 78' fue que yo se lo toqué, lo hice acordar, y se lo pasé.

¿Ese fue tu primer contacto con este instrumento tan respetable?

Sí, como a los 7 años. A los 15 años, se separaron mis padres y yo dejé de tocar. Volvía a agarrar el bandoneón a los 30 años.

A pesar de que mi abuelo era muy buen bandondeonista, y mi tío era el mejor del mundo, pero yo no los conocía, porque estaban distanciados de mi papá.

¿Qué lugar ocupa el bandoneón en tu vida? ¿Por qué lo elegiste?

Es un lugar muy central, porque me conecta con la familia, con los social, con lo cultural, con el universo. Lo elegí a los 30 años, cuando falleció mi tío Chopa. En ese momento hablé con mi papá y le dije que quería volver a tocar. Él me dio un bandoneón, y recuperé lo que sabía.

Fui descubriendo que el bandoneón es muy fuerte, tiene una presencia tremenda en mi vida.

¿Quiénes fueron tus maestros?

Aprendí con mi papá, y cuando se abuenaron con mi abuelo, él venía a la casa y yo tengo la imagen de cómo me miraba cuando yo tocaba, y me acariciaba la cabeza sonriendo. Tengo esa imagen muy linda.

Y mi tío Chopa (Nieva) me escuchó un par de veces, y me dio algunos consejos. Además, yo creo mucho en las energías, y cuando yo estoy tocando o componiendo, siento mucho la presencia de ellos, y de mis abuelas por parte de mi mamá y mi papá. Siento que son reuniones familiares que me ayudan a resolver cosas.

¿De qué depende que siga siendo elegido por las distintas generaciones de tu familia? Contame quienes fueron y quienes son bandoneonistas dentro de ese entorno.

Nunca se me pasó por la cabeza que mi hija Mayra tocara bandoneón. Ella me escuchó de niña, cuando tenía 7 años, pero nunca le pregunté si quería estudiar, y ella lo hizo sola cuando fue más grande. Y mi sobrino Ñawi, que está en La Plata.

Que el bandoneón siga, depende de cómo uno lo sienta y lo capitalice eso que está en nuestra familia, y en el lugar donde vivimos.

El bandoneón retransmite los sonidos, y la forma en que compartimos la música. Los jujeños tenemos una forma particular de entregarnos a través de la música. Somos muy apreciados en otros lados.

También está mi alumno, Sumaj Cachizumba, y el concepto básico es que compartimos lo que hacemos.

¿Cómo definirías al bandoneón, a su sonido?

El sonido del bandoneón tiene una vibración muy especial, distinta de todos los instrumentos, al punto que para mí era conflictivo cuando empecé a tocar de nuevo a los 32 años, que cuando yo terminaba, la gente no aplaudía. Y conversando con una amiga bailarina, Eva Martínez, me decía que la gente no está acostumbrada a experimentar lo que le pasa con este sonido, que penetra por todos lados. Incluso hay gente que me dice que me escuchó hace diez años y recién me dicen lo que les pasó.

Es muy lindo sentir que lo que preparamos con tanto cariño, tiene ese resultado.

¿Te abrazas a él, o él se abraza a vos?

Con él vamos abrazados. Es un camino que hacemos juntos. Hay días que no tengo ganas de estudiar, el bandoneón lo siente y cuando lo saco de la funda siento una comunicación que me vuelve a él.

¿Cuál es tu objetivo cuando tocas, o cuando propones un espectáculo?

Compartir lo que hacemos, una tradición acumulada en mi familia, en el lugar donde vivimos, y revalorizar todo eso.

Que la gente cuando salga del espectáculo, salga pensándose y pensándonos, sintiéndose y sintiéndonos.

 

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