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21 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. La Esfera pérfida

Lunes, 10 de julio de 2017 11:57

Nos dijo Nicómedes que llegó al Sur tras la promesa de un empleo, y aunque no tenía experiencia me hice de un conchabo en un restaurante mal llamado La Esfera Pérfida. Semejante nombre debió haberme alertado para sospechar desde un inicio, como debí hacerlo, que ni la calle San Martín ni Mar del Plata eran más que un sueño mal urdido.

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Nos dijo Nicómedes que llegó al Sur tras la promesa de un empleo, y aunque no tenía experiencia me hice de un conchabo en un restaurante mal llamado La Esfera Pérfida. Semejante nombre debió haberme alertado para sospechar desde un inicio, como debí hacerlo, que ni la calle San Martín ni Mar del Plata eran más que un sueño mal urdido.

Pero a La Esfera Pérfida llegaban a comer aquellas familias de obreros que por entonces empezaban a vacacionar frente al mar, y entre aquellas familias se sentó a la mesa la Matilde, una joven hermosa de la que no demoré en enamorarme. Su padre, que luego sería mi suegro, me dijo que eran de Corrientes pero vivían en Berazategui.

Yo les serví sorpresata por demás, alguna yapa de provoleta derretida a la parrilla, un vaso de vino carlón que no figuraba en la cuenta, y la Matilde, que era gordita y morena, me sonrió con desgano. Esa, supe después, era su forma de hacerme saber que me empezaba a querer, pero lo hacía, señores, en una ciudad que no estaba más que en los mapas de la propaganda oficial.

Cuando ella notó que su flan tenía el doble de dulce de leche que el de los otros, dejó que su mano se confundiera con la mía. A la mañana siguiente, sin hacerme de rogar, pedí franco y me fui para la playa donde le escuché que alquilaban una sombrilla, pero ni la arena, ni la sombra a mediodía, ni el dominó ni el vermut, al igual que la misma Mar del Plata, podían ser ni eran una verdad.

Lo siento, nos dijo, si a ustedes también los ilusionó esa promesa de descanso popular y recreativo.

 

 

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