29 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos. Difunto alegre

Miércoles, 01 de marzo de 2017 19:34

La revelación nos dejó anonadados, tanto que esperamos que terminara la pieza para escucharla seguir con eso de que el más allá y el más acá no eran sitios tan lejanos como se cree. Entonces la moza, que estaba tan muertita como el ángel alado con quien bailaba, nos dijo que el cielo no quedaba arriba, como tantos suponen.

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La revelación nos dejó anonadados, tanto que esperamos que terminara la pieza para escucharla seguir con eso de que el más allá y el más acá no eran sitios tan lejanos como se cree. Entonces la moza, que estaba tan muertita como el ángel alado con quien bailaba, nos dijo que el cielo no quedaba arriba, como tantos suponen.

Ni arriba ni abajo, especificó aunque ni Armando ni yo se lo pidiéramos. Mientras tanto, en medio de tanto difunto alegre escuchamos una tonada conocida que comenzaba a cantar una copla. Es que en medio de los disfrazados, una ronda de cuerpos traslucidos comenzaba a lanzar sus coplas haciendo vibrar las chirleras de sus cajas.

Nos llamaba la atención uno más bien robusto y de barba blanca que cantaba sus coplas burlonas, pero respetuosas, haciendo alusión a lo grotescos que se ven los vivos cuando lloran a los muertos. Más bien deberíamos llorar nosotros por ustedes, dijo en diez y seis versos bien rimados y mirándonos con picardía.

Donde nosotros vivimos no hay impuestos ni lunes, siguió cantando, y al terminar nomás la copla empezó a toser entre carcajadas, tras lo que encendió un cigarrillo que ya no podía hacerle daño y se sentó en una piedra para seguir riendo con ganas. Nos acercamos con Armando, que lo saludó por su apodo porque lo había reconocido.

Nunca pensé que volvería a verte, le dijo, y menos en Carnaval. ¿Y cuándo más pensabas hacerlo?, le dijo el Lobo mientras templaba el parche de la caja con un ronquido suave porque se salía de la vaina por seguir copleando en una rueda.

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