Las personas pasamos diferentes etapas durante la vida, de cada una de ellas tenemos lindos y no tan lindos recuerdos. Esos recuerdos nos trasladan a momentos de alegrías o de tristezas. Cuando somos niños y empezamos a transitar el camino de la vida, aquellas vivencias que se nos cruzan son las que nos marcan en el futuro.
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Las personas pasamos diferentes etapas durante la vida, de cada una de ellas tenemos lindos y no tan lindos recuerdos. Esos recuerdos nos trasladan a momentos de alegrías o de tristezas. Cuando somos niños y empezamos a transitar el camino de la vida, aquellas vivencias que se nos cruzan son las que nos marcan en el futuro.
A algunas personas no les llega lo esperado y a veces la vida los pone situaciones muy difíciles. Ante esos momentos, hay quienes prefieren bajar los brazos y no hacer nada al respecto, pero hay otros que optan por sacar su mejor arma y pelearla. “Cuando hay una tormenta, los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto”, Mahatma Ghandi. Estas sabias palabras se reflejan en el día a día de los que pelean contra las adversidades que la vida les puso en el camino. De esa valentía, de ese empuje, de esa perseverancia y de ese ímpetu de nunca bajar los brazos se trata la historia de Gustavo Znoy, un muchacho de 33 años que posee una discapacidad motora a raíz de una grave enfermedad que contrajo en su niñez, pero hoy es un baluarte de lucha por los derechos de las personas con discapacidad.
El inicio de su lucha tuvo lugar cuando Gustavo tenía 9 años. Como todos a esa edad, era un niño muy activo que iba a la escuela, jugaba en el parque y le hacía mandados a su abuela. En cada mandado solía pasar por los videojuegos del barrio Santa Rita para “jugarse una fichita”. Pero un día, de la noche a la mañana, no pudo hacerlo más y todo cambió.
De repente, sus músculos empezaron a dejar de responderle como antes, a tal punto que no podía subir los escalones de los colectivos. Esto se agravó cuando empezó a descomponerse frecuentemente y a sentirse cada vez más débil. Alarmados ante ese preocupante escenario, sus padres decidieron llevarlo a un hospital. Allí, en un principio le dijeron que era una simple angina, pero su estado seguía empeorando. Fueron a otro especialista que, al no poder darle un diagnóstico acertado, lo derivó a un nosocomio de Buenos Aires. Ahí le hicieron una biopsia que tuvo el resultado menos esperado. El pequeño había contraído una enfermedad llamada dermatomiositis infantil. La misma presenta un desorden inmunológico que provoca que las defensas se auto ataquen desgastando todos los músculos de su cuerpo hasta dejarlo inactivo.
Al volver a Jujuy, ya no podía caminar. El estado era crítico. Gustavo siguió empeorando hasta quedar sin fuerzas en todas sus extremidades. Sólo podía parpadear y apenas hablaba. De urgencia fue trasladado nuevamente al hospital porteño donde inició una rehabilitación por más de un año. Al regresar a Jujuy, continuó con la misma por un año y medio más.
Pasaron tres años, Gustavo ya tenía 12 y al fin volvió a casa. Había mejorado, pero nunca más pudo volver a caminar. En una silla de ruedas empezó a buscar un rumbo y un refugio, y fue así que ingresó a la iglesia. Allí, pasó gran parte de su adolescencia, “fui a buscar una respuesta a todo lo que me había pasado. Creía que Dios me iba a devolver mi salud, pero encontré otra cosa", mencionó. En ese lugar no encontró lo que buscaba, pero sí pudo darse cuenta de algo muy importante "aprendí que Dios no está en la iglesia sino en los corazones de las personas. Y ahí fue cuando empezó mi lucha por mis derechos, las ganas de construir mi vida y de volver a empezar”.
Fortaleza
Al llegar la adolescencia, Gustavo tuvo que soportar situaciones muy difíciles que se le iban presentando. Obligadamente dejó de estudiar, ya que ir a un colegio implicaba que algún familiar lo lleve y traiga. Después, intentó trabajar y pudo hacerlo en dos oportunidades atendiendo comercios, pero “todo lo que ganaba se me iba en remises”, dijo Znoy. Fueron momentos duros en los que empezó a darse cuenta las graves falencias que poseen las personas con discapacidad en cuanto a la accesibilidad. “Estando así la vida no es nada linda, empecé la adolescencia queriendo disfrutar de salidas, boliches, del amor, de una pareja, de trabajar y no pude hacer nada de eso”, mencionó. Ante esto, su decisión no fue quedarse en casa viendo como la vida pasaba, sino todo lo contrario. Esas adversidades lo motivaron para salir adelante.
FOTO DE ARCHIVO/ GRUPO DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD DURANTE UNA JORNADA DE PROTESTA EN LA PLAZA BELGRANO DE LA CAPITAL PROVINCIAL.
Hoy, con 33 años está haciendo la secundaria a distancia, hace unos meses adquirió un aparato parecido a una motocicleta que le dio mayor movilidad y libertad para salir y pelear por sus derechos. “La discapacidad es poco longeva, conocí personas que ya no están y no pudieron luchar por lo suyo, eso me hizo pensar distinto. Ahora actúo desde el ya. Me considero un hincha, me gusta destapar ollas y agitar el avispero”. Fue contagiando su manera de pensar a otros en situaciones similares. Formaron un grupo que se autoncovoca, levanta firmas y presenta notas a las autoridades con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.
“Quisiera que las cosas cambien porque hay leyes que están de hace años y no se cumplen. Me da mucha bronca que se realicen obras públicas y se dejen de lado las rampas. A veces no piensan en nosotros”, subrayó Gustavo Znoy.
La sociedad cambia para bien
En relación al trato que la gente tiene para con ellos remarca que las personas cambiaron su comportamiento de manera positiva porque son más tenidos en cuenta, “se habla más sobre la inclusión y hay muchas personas solidarias que nos ayudan. Por ejemplo, el otro día un chofer se bajó del micro y me ayudo a subir”, explicó.
En relación a eso dijo que “pero no todo es color de rosas, todavía no pude encontrar una pareja porque a veces parece que algunas personas todavía piensan que tenemos limitaciones graves o que somos enfermos”.
Con respecto a las autoridades competentes menciona que “no todos están capacitados para abordar esta problemática. Hace falta que se pongan en nuestro lugar y hagan cumplir todos nuestros derechos”.
Accesibilidad
La accesibilidad en el transporte público es una de las falencias que las personas con discapacidad necesitan con urgencia que se resuelva. “Son muy pocos los colectivos que poseen rampas para que nosotros viajemos. Debemos esperar horas para qué pase alguno de ellos y muchas veces pasan de largo. Esta situación nos impide trabajar, estudiar y recrearse en momentos de ocio”, sostuvo Znoy.
Dificultades por rampas y laboral
INACEPTABLE/ DESAPRENSIVO AUTOMOVILISTA AL ESTACIONAR OBSTACULIZA LA RAMPA DE UNA ESQUINA.
En el casco céntrico de nuestra ciudad es frecuente observar a automovilistas descuidados, poco solidarios o apurados que estacionan sus vehículos justo en alguna rampa, actitud que genera indignación ya que obstaculizan el paso de personas en sillas de ruedas.
No obstante, dentro de esa reducida cantidad de rampas hay otro inconveniente que solo ellos lo perciben, hay una mala construcción de las mismas.
Muchas de ellas no están adaptadas a la calle, es decir tienen un pequeño escalón y no se acoplan al pavimento.
Esto provoca que se dificulte aún más el acceso por ahí de personas en sillas de ruedas, adultos mayores con bastones o madres y padres que circulan con bebes en coches.
Esta dificultad también existe en los edificios.
El joven remarcó que “para tener la oportunidad de gestionar un trámite, realizar una compra o ingresar a algún edificio es necesaria la construcción de rampas en sus ingresos, un mostrador a altura más baja para que podamos dialogar con el personal y baños adaptados para que podamos hacer uso del mismo como todo ciudadano”.
Siguió diciendo que: “Es hora entonces que las autoridades competentes se ocupen de resolver la problemática derribando las barreras arquitectónicas”.
Dentro del ámbito laboral hay una ley de cupo donde el 4% de una planta de trabajadores debe estar integrada por personas con discapacidad. Si bien en la Provincia hay una seria escasez de puestos de trabajo disponibles, en instituciones gubernamentales se debe cumplir con esto. Aunque no solo puede aplicarse en organismos del Gobierno, cualquiera que tenga un kiosco u otro tipo de comercio o empresa, puede incluir a las personas con discapacidad.
Recomendación
Las buenas acciones también se pueden practicar desde la cotidianeidad. Siendo más solidarios, pensando más en el otro y respetándonos entre todos, podemos construir una sociedad con menos violencia y más armonía.
Proyectos
DEMANDA/ POR LA ERRADICACIÓN DE BARRERAS ARQUITECTÓNICAS EN LA CIUDAD.
El anhelo que persigue Gustavo y su grupo es ser escuchados por las autoridades locales para poder contar sus ideas y lo que sería necesario para mejorar la convivencia.
Pretenden brindar su aporte a través de sus experiencias de vida y llevar un trabajo en conjunto.
En relación a esto mencionó que sería importante integrar en el plan de estudios de los estudiantes de todos los niveles un contenido que haga referencia a las diferentes discapacidades que puede tener un individuo. Para que desde niños tengan la formación necesaria y a futuro sepan cómo reaccionar cuando se les presente una situación con una persona con discapacidad.
Todo un desafío.
Duras sansiones
Se encuentra en plena vigencia la ordenanza 7.063 sancionada por el Concejo Deliberante capitalino, en la que se establecen severas sanciones para aquellos que estacionan sus vehículos y obstaculicen de cualquier modo, total o parcialmente, zonas de estacionamiento exclusivas para personas con discapacidad.
Las mismas también van dirigidas a quienes estacionan frente de vados o rampas de acceso para personas con discapacidad o con movilidad reducida, ubicada en veredas, ramblas, edificios públicos y privados.
Las multas van desde los $ 4.000 a los $7.600.
Un año
Hace un año que desde El Tribuno de Jujuy publica una vez por semana una nota central con un contenido relacionado a las acciones altruistas que cientos de jujeños ejercen a diario en la sociedad.
Así fundaciones, asociaciones, comedores o grupos de jóvenes pudieron dar a conocer su loable trabajo.