26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Un andar que continúa junto a la Virgen

Miércoles, 23 de marzo de 2016 01:30
<div>VIRGEN DEL VALLE / UNA DE LAS BANDAS DE SIKURIS DIRIGIÉNDOSE A LA IGLESIA PARA RECIBIR LA BENDICIÓN.</div><div>
El vocabulario pascual tiene esos detalles que conoce la gente, pero que nunca está de más aclarar. Cuando se habla de la procesión a Punta Corral, se entiende que es la que llevó a la Virgen a Tumbaya este Domingo de Ramos, cuando la que sube al cerro el Lunes Santo es la que se dirige al Abra de Punta Corral, subiendo desde Tilcara.
Comenzó durante la tarde, echando a andar los peregrinos por las Siete Vueltas, desde la otra banda del Huasamayo, pero con el sol que se ponía, y luego más con la luna que se despegaba sobre el Cerro Negro, las bandas de sikuris formaron sus filas sobre la calle Lavalle para entrar de rodillas, ser bendecidas en la iglesia, salir formando la coreografía de una cruz en el atrio, batir redoble, girar matraca y bajo los estruendos, que para algunas fueron fuegos artificiales en un cielo ya declaradamente nocturno, entrar al camino que asciende.
Tras la merienda que cada Pascua ofrece a los fieles el músico Carlitos Cabrera, con la banderita que este año identifican a los presidentes de cada banda de sikuris para la mejor organización, con las bolsas de consorcio para levantar residuos por el camino, precedidos por sus estandartes, con melodías que remedan en escala pentatónica éxitos del pasado, dianas propias y temas nuevos, algunos con sus imágenes en los brazos, otros con sus mochilas cargadas, con sus deseos en el corazón o con la sola intención de subir al encuentro de la Mamita, que espera en el Santuario desde el 5 de marzo, subieron los sikuris promesantes por la calle Rivadavia rumbo a la Usina.
El marco de madera de la puerta de la iglesia estaba adornado con pequeños círculos que, en la técnica de las ermitas, proponía temas de meditación, y los sikuris cada quien con los colores de su pertenencia, tanto que cuando bajen hoy miércoles se los diferenciará en el camino que serpentea la pared de piedra, tierra y cardones.
Algunos con la duda casi deportiva, teñida de tanto amor local, querían conocer el número de bandas que subían, y otros dejaban ver el fondo de su duda: ¿son más que las que bajaron por Tumbaya?
Lo cierto es que el número se sabrá correctamente hoy miércoles, cuando el regreso con la imagen mariana, pero también lo es que lo que trasciende es una manifestación de fe que enardece las calles de Tilcara. Sin embargo se habla de 77 bandas que subieron al Abra.
Hacia el Abra desde el lunes, de regreso el miércoles cuando se terminen de entramar los motivos de las ermitas que se alzarán el viernes para que se detenga a sus pies la procesión de la Dolorosa, un rosario de momentos y de ofrendas que se repite con el correr de los años para ir cargando la mochila de memoria colectiva, este año cargada con el recuerdo del Cristo del atrio, que desapareció desde agosto hasta el 14 de diciembre, cuando retornó mutilado en el lecho del río Grande.

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El vocabulario pascual tiene esos detalles que conoce la gente, pero que nunca está de más aclarar. Cuando se habla de la procesión a Punta Corral, se entiende que es la que llevó a la Virgen a Tumbaya este Domingo de Ramos, cuando la que sube al cerro el Lunes Santo es la que se dirige al Abra de Punta Corral, subiendo desde Tilcara.
Comenzó durante la tarde, echando a andar los peregrinos por las Siete Vueltas, desde la otra banda del Huasamayo, pero con el sol que se ponía, y luego más con la luna que se despegaba sobre el Cerro Negro, las bandas de sikuris formaron sus filas sobre la calle Lavalle para entrar de rodillas, ser bendecidas en la iglesia, salir formando la coreografía de una cruz en el atrio, batir redoble, girar matraca y bajo los estruendos, que para algunas fueron fuegos artificiales en un cielo ya declaradamente nocturno, entrar al camino que asciende.
Tras la merienda que cada Pascua ofrece a los fieles el músico Carlitos Cabrera, con la banderita que este año identifican a los presidentes de cada banda de sikuris para la mejor organización, con las bolsas de consorcio para levantar residuos por el camino, precedidos por sus estandartes, con melodías que remedan en escala pentatónica éxitos del pasado, dianas propias y temas nuevos, algunos con sus imágenes en los brazos, otros con sus mochilas cargadas, con sus deseos en el corazón o con la sola intención de subir al encuentro de la Mamita, que espera en el Santuario desde el 5 de marzo, subieron los sikuris promesantes por la calle Rivadavia rumbo a la Usina.
El marco de madera de la puerta de la iglesia estaba adornado con pequeños círculos que, en la técnica de las ermitas, proponía temas de meditación, y los sikuris cada quien con los colores de su pertenencia, tanto que cuando bajen hoy miércoles se los diferenciará en el camino que serpentea la pared de piedra, tierra y cardones.
Algunos con la duda casi deportiva, teñida de tanto amor local, querían conocer el número de bandas que subían, y otros dejaban ver el fondo de su duda: ¿son más que las que bajaron por Tumbaya?
Lo cierto es que el número se sabrá correctamente hoy miércoles, cuando el regreso con la imagen mariana, pero también lo es que lo que trasciende es una manifestación de fe que enardece las calles de Tilcara. Sin embargo se habla de 77 bandas que subieron al Abra.
Hacia el Abra desde el lunes, de regreso el miércoles cuando se terminen de entramar los motivos de las ermitas que se alzarán el viernes para que se detenga a sus pies la procesión de la Dolorosa, un rosario de momentos y de ofrendas que se repite con el correr de los años para ir cargando la mochila de memoria colectiva, este año cargada con el recuerdo del Cristo del atrio, que desapareció desde agosto hasta el 14 de diciembre, cuando retornó mutilado en el lecho del río Grande.

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