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16 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Las dos palomitas, la historia de una canción que todos conocen

Martes, 03 de marzo de 2015 00:00
<p>LUGAR / CIMIENTO DE LA ANTIGUA ESCUELA DE TEJADAS</p>
Todos conocemos esa canción que comienza diciendo que "dos palomitas se lamentaban llorando y una a la otra se consolaban diciendo, quien ha cortado tus bellas alas paloma o algún falsario ha sorprendido tu vuelo". Sospecho que todos, al leer estos versos, entonarán su melodía. Lo cierto es que entre los papeles viejos de nuestra provincia se pueden encontrar cosas interesantes al respecto.
Los Heredia, sobrinos del caudillo tucumano, tienen que ver con ello. Radicados en Maimará ya desde el siglo XIX, don Napoleón es quien le dicta a Alfonzo Carrizo varias glosas que pasarán a formar parte del cancionero de nuestra provincia, pero por los mismos años es doña Urbana Heredia de Gil quien escucha la historia de las dos palomitas.
Alfonzo Carrizo recopila el material del cancionero en 1928. Urbana Heredia es maestra y directora de la escuela Nº 45, de Tejadas, departamento de Humahuaca, hasta 1927. Seis años antes escribe aquello que dice haber escuchado de una persona de origen boliviana que viajaba para Jujuy, cuyo nombre no recuerda y que "sería de la edad de 75 años".
La narración la hace a pedido de una encuesta solicitada a los maestros por el Concejo Nacional de Educación, y comienza diciendo que "en una ciudad de Bolivia vivía una niña la cual era huérfana y tenía una regular fortuna. Era pretendida por varios jóvenes de la mejor sociedad y ninguno podía conseguir nada de ella. Llegó al extremo que el cura de esa parroquia se enamoró ciegamente de ella."
Es el párroco quien consigue sus favores, tras lo cual "la niña reconoció lo grave que hizo y recurrió al mismo sacerdote para que la confesara. El cura no quiso hacerlo, la joven esperó una fiesta que se aproximaba y el día de la fiesta se vistió con su mejor traje, se puso sus mejores alhajas que tenía y salió a la orilla del pueblo."
Allí, la niña del relato conoce a una aldeana "y le propuso cambiar los vestidos. A tanta instancia de la niña hicieron el cambio y la campesina quedó con el traje y joyas de la niña y esta con el traje de la aldeana. Sin esperar más se fue al confesionario y como el sacerdote no la reconoció, la confesó y le dio por penitencia que tenía que morir quemada para salvarse."
La niña regresa a su casa y "mandó a sus sirvientes que caldeasen el horno, tras lo que los mandó a la calle con cualquier pretexto, aseguró bien todas las puertas, se despojó de sus vestidos y se arrojó al horno para cumplir la penitencia que le dio su confesor. Esto sucedió a las 12 del día, y a esa hora los vecinos vieron que se elevaron por los aires dos palomas blancas."
Entonces relata el texto de doña Urbana que "recurrieron a la policía, la cual compareció acompañada del sacerdote y el cerrajero abrió las puertas. Entraron y anduvieron por todas las habitaciones y no encontraron nada hasta que entraron al interior en donde se encontraba el horno. El sacerdote fue el primero que distinguió una canilla que salía del horno."
El sacerdote "pidió permiso a las autoridades para cortar ese fragmento y se lo concedieron, del cual hizo después una quena y tocaba un cantar que en Bolivia llaman munchay-puyto, y también inventó unos versos titulados Las Dos Palomitas. El munchay-puyto es un tono muy triste y el que cantaba este tono en Bolivia lo llevaban preso."
Entonces la maestra transcribe los versos. Cierta vez, leyendo estas memorias viejas, un vecino de Tres Cruces me sugiere que acaso ese boliviano de 75 años que le contó esta historia a la maestra, el que compuso los versos de Las Dos Palomitas, pudiera haber sido el mismo religioso del cuento. No deja de ser sugerente esta interpretación, ¿quién puede saberlo?

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Todos conocemos esa canción que comienza diciendo que "dos palomitas se lamentaban llorando y una a la otra se consolaban diciendo, quien ha cortado tus bellas alas paloma o algún falsario ha sorprendido tu vuelo". Sospecho que todos, al leer estos versos, entonarán su melodía. Lo cierto es que entre los papeles viejos de nuestra provincia se pueden encontrar cosas interesantes al respecto.
Los Heredia, sobrinos del caudillo tucumano, tienen que ver con ello. Radicados en Maimará ya desde el siglo XIX, don Napoleón es quien le dicta a Alfonzo Carrizo varias glosas que pasarán a formar parte del cancionero de nuestra provincia, pero por los mismos años es doña Urbana Heredia de Gil quien escucha la historia de las dos palomitas.
Alfonzo Carrizo recopila el material del cancionero en 1928. Urbana Heredia es maestra y directora de la escuela Nº 45, de Tejadas, departamento de Humahuaca, hasta 1927. Seis años antes escribe aquello que dice haber escuchado de una persona de origen boliviana que viajaba para Jujuy, cuyo nombre no recuerda y que "sería de la edad de 75 años".
La narración la hace a pedido de una encuesta solicitada a los maestros por el Concejo Nacional de Educación, y comienza diciendo que "en una ciudad de Bolivia vivía una niña la cual era huérfana y tenía una regular fortuna. Era pretendida por varios jóvenes de la mejor sociedad y ninguno podía conseguir nada de ella. Llegó al extremo que el cura de esa parroquia se enamoró ciegamente de ella."
Es el párroco quien consigue sus favores, tras lo cual "la niña reconoció lo grave que hizo y recurrió al mismo sacerdote para que la confesara. El cura no quiso hacerlo, la joven esperó una fiesta que se aproximaba y el día de la fiesta se vistió con su mejor traje, se puso sus mejores alhajas que tenía y salió a la orilla del pueblo."
Allí, la niña del relato conoce a una aldeana "y le propuso cambiar los vestidos. A tanta instancia de la niña hicieron el cambio y la campesina quedó con el traje y joyas de la niña y esta con el traje de la aldeana. Sin esperar más se fue al confesionario y como el sacerdote no la reconoció, la confesó y le dio por penitencia que tenía que morir quemada para salvarse."
La niña regresa a su casa y "mandó a sus sirvientes que caldeasen el horno, tras lo que los mandó a la calle con cualquier pretexto, aseguró bien todas las puertas, se despojó de sus vestidos y se arrojó al horno para cumplir la penitencia que le dio su confesor. Esto sucedió a las 12 del día, y a esa hora los vecinos vieron que se elevaron por los aires dos palomas blancas."
Entonces relata el texto de doña Urbana que "recurrieron a la policía, la cual compareció acompañada del sacerdote y el cerrajero abrió las puertas. Entraron y anduvieron por todas las habitaciones y no encontraron nada hasta que entraron al interior en donde se encontraba el horno. El sacerdote fue el primero que distinguió una canilla que salía del horno."
El sacerdote "pidió permiso a las autoridades para cortar ese fragmento y se lo concedieron, del cual hizo después una quena y tocaba un cantar que en Bolivia llaman munchay-puyto, y también inventó unos versos titulados Las Dos Palomitas. El munchay-puyto es un tono muy triste y el que cantaba este tono en Bolivia lo llevaban preso."
Entonces la maestra transcribe los versos. Cierta vez, leyendo estas memorias viejas, un vecino de Tres Cruces me sugiere que acaso ese boliviano de 75 años que le contó esta historia a la maestra, el que compuso los versos de Las Dos Palomitas, pudiera haber sido el mismo religioso del cuento. No deja de ser sugerente esta interpretación, ¿quién puede saberlo?

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