Sobre cómo surgió y logró que perdurara la mixtura de las creencias locales con las religiosas y derivadas según la historia oral perpetuada en el tiempo, una de la vecinas originarias de Casabindo, Aurora Cusi, comentó detalles del relato que sus abuelos le contaron desde niña.
Es que el toreo, se renueva con el objetivo de honrar a la Virgen de la Asunción en un acto que asegura tiene más de tradición propia de las españolas de características más violentas y cuestionables.
Explicó que el hecho se centra en la Virgen, a quien se ofrece el acto y es por eso que la tarea de los "toreros" es de quitarle la vincha con monedas de plata que se coloca en los toros, sin otro objetivo que de superar el desafío ofrendado por devoción.
Recordó que los abuelos contaban que se inició con la aparición de la Virgen de la Asunción, quien se habría presentado en la zona y se la trasladó a Miraflores, y la imagen habría aparecido nuevamente en Casabindo, y tras otro traslado a Cochinoca, donde se habría repetido su aparición allí. Esto habría conmovido a los pobladores quienes decidieran crear la capilla en la zona de un espejo de agua, que finalmente se secara antes del inicio de la obra.
Estimaban los abuelos que las dificultades con que se encontraban los pobladores para traer agua, armar los adobes y mantenerse lejos mientras la iniciaban, habría sido superada por otra aparición de la Virgen seguida de la de vacas, reales. Habían entendido entonces que se les había otorgado la solución, para alimentarse, y también para seguir la obra, ya que habrían usado las panzas de los vacunos los usados para transportar agua.
Se trata de la historia que circula entre la gente, mezcla de creencias locales y de la religiosidad que hicieron de la considerada "Catedral de la Puna" parte de la historia viviente.
Los datos históricos indican que la gente se estableció en Casabindo en el siglo XVII, y en el siguiente se levantó la iglesia que aún ostenta sus fuertes muros de adobe, fachada austera, que enmarca la festividad con la que se honra a Virgen, a través del toreo de vincha, la danzas de los samilantes, al ritmo de erkes y quenas.
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Sobre cómo surgió y logró que perdurara la mixtura de las creencias locales con las religiosas y derivadas según la historia oral perpetuada en el tiempo, una de la vecinas originarias de Casabindo, Aurora Cusi, comentó detalles del relato que sus abuelos le contaron desde niña.
Es que el toreo, se renueva con el objetivo de honrar a la Virgen de la Asunción en un acto que asegura tiene más de tradición propia de las españolas de características más violentas y cuestionables.
Explicó que el hecho se centra en la Virgen, a quien se ofrece el acto y es por eso que la tarea de los "toreros" es de quitarle la vincha con monedas de plata que se coloca en los toros, sin otro objetivo que de superar el desafío ofrendado por devoción.
Recordó que los abuelos contaban que se inició con la aparición de la Virgen de la Asunción, quien se habría presentado en la zona y se la trasladó a Miraflores, y la imagen habría aparecido nuevamente en Casabindo, y tras otro traslado a Cochinoca, donde se habría repetido su aparición allí. Esto habría conmovido a los pobladores quienes decidieran crear la capilla en la zona de un espejo de agua, que finalmente se secara antes del inicio de la obra.
Estimaban los abuelos que las dificultades con que se encontraban los pobladores para traer agua, armar los adobes y mantenerse lejos mientras la iniciaban, habría sido superada por otra aparición de la Virgen seguida de la de vacas, reales. Habían entendido entonces que se les había otorgado la solución, para alimentarse, y también para seguir la obra, ya que habrían usado las panzas de los vacunos los usados para transportar agua.
Se trata de la historia que circula entre la gente, mezcla de creencias locales y de la religiosidad que hicieron de la considerada "Catedral de la Puna" parte de la historia viviente.
Los datos históricos indican que la gente se estableció en Casabindo en el siglo XVII, y en el siguiente se levantó la iglesia que aún ostenta sus fuertes muros de adobe, fachada austera, que enmarca la festividad con la que se honra a Virgen, a través del toreo de vincha, la danzas de los samilantes, al ritmo de erkes y quenas.
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