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10 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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La única esperanza

Martes, 25 de marzo de 2014 12:14

Cerca ya de Cochabamba, los fugitivos de Huaqui entraron a una aldea que para Tomás tendría memoria duradera. Era invierno y los aldeanos sabían que pronto llegaría la represalia de los realistas victoriosos. El instinto les hacía cuidar a esos soldados, que acaso fuera su única esperanza de protección.

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Cerca ya de Cochabamba, los fugitivos de Huaqui entraron a una aldea que para Tomás tendría memoria duradera. Era invierno y los aldeanos sabían que pronto llegaría la represalia de los realistas victoriosos. El instinto les hacía cuidar a esos soldados, que acaso fuera su única esperanza de protección.

Tomás curó sus heridas en un rancho en el que vivían demasiados hermanos. Entre esos hermanos, mientras lo sanaban con grandes hojas que le adhirieron a la carne y absorbía en su sangre el verde, conoció los ojos de Donata y el tiempo lento de cepillarse el cabello para trenzarlo.

Donata le enseñó los nombres de cerros y arroyos y de plantas que se decían parecido a como las llamaban en Tupiza, y con ella recuperó la palabra quechua, que era su lengua materna. Junto a ella recibió las noticias alarmantes del avance realista y la necesidad de retroceder a Cochabamba para defenderse.

Los realistas castigaban la osadía de los rebeldes del Alto Perú con la misma saña con que habían acallado el alzamiento de Tupac Amaru no muchos años antes. La memoria de aquella y las noticias que llegaban los unió en un amor que tuvo tanto de cariño como de desesperación, y acaso en uno de esos encuentros Donata quedara encinta y esa fue la duda que lo atormentó a Tomás cuando debieron separarse.

Ni aún dos niños casi como eran ellos entonces fueron tan inocentes como para creer que ese amor podía dudar. La guerra seguía sonando, ahora en derrota, y es tiempo en el que un hombre y una mujer no pueden estar juntos

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