Si algo no tenemos los gauchos son escuderos, explicó didácticamente el gaucho Juan Bautista de los Montes. ¿Y qué tenía el Quijote de la Mancha?, preguntó Isidoro Ducase. Pero el Quijote no era gaucho sino caballero andante, dijo Juan José Ferreira Miranda. El Quijote no era caballero andante sino un loco que había leído muchos libros sobre caballeros andantes, dijo el padrecito.
De todos modos, dijo melancólico Juan Bautista de los Montes, en algo nos parecemos los gauchos y los caballeros andantes. En algo que, de todos modos, no es tener escuderos, agregó. Tendremos viejos vizcachas o sargentos cruces, pero nada de sanchos panzas, dijo.
Usted lo dice porque es leído, dijo el menor de los abuelos. Yo no sé si me lee mucha o poca gente, dijo Juan Bautista de los Montes, sólo sé lo que me enseñó la vida. La vida puede haberle enseñado muchas cosas, dijo Isidoro Ducase, ¿pero quién le ha dicho que los gauchos no llevan escuderos?
Desde que los gauchos no usamos más escudos que el poncho, dijo el gaucho. Ni sé si la lanza de un caballero andante ha podido competir alguna vez con el facón de un hijo de la pampa, agregó fanfarroneando. No sé con un hijo de la pampa, mintió Ducase, pero no me va a comparar una lanza con el cuchillo de un gaucho.
Pruebe de comer asado con la lanza del Quijote y después me cuenta, dijo Juan Bautista de los Montes para dar por cerrado un tema que no tenía más salida. Y usted trate de pinchar una aceituna con un facón, lo desafió, pendenciero, nuestro buen amigo el ceramista Ducase.
