Con el fantasma del último intento fallido respirándoles en la nuca, los bloques de la oposición agotaban anoche los últimos esfuerzos para conseguir el quórum que les permita sesionar hoy en la Cámara de Diputados con la mira puesta en los proyectos jubilatorios y la emergencia en discapacidad.
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Con el fantasma del último intento fallido respirándoles en la nuca, los bloques de la oposición agotaban anoche los últimos esfuerzos para conseguir el quórum que les permita sesionar hoy en la Cámara de Diputados con la mira puesta en los proyectos jubilatorios y la emergencia en discapacidad.
Si bien merodeaban el quórum, con números ligeramente favorables, desde la oposición no quieren que ninguno de los diputados que se comprometieron a dar su apoyo se relaje o improvise una excusa de último momento.
Los temas a tratar son muy sensibles desde el punto de vista social y de hecho la presión popular se hará presente en toda su magnitud en la multitudinaria movilización que distintos colectivos vienen gestando desde hace días a través de las redes sociales. La plaza del Congreso y sus inmediaciones serán punto de convergencia intersectorial de organizaciones de jubilados que se movilizarán como cada miércoles pero en mayor número, además de los colectivos vinculados a personas con discapacidad e inclusive el movimiento de mujeres postergó la tradicional marcha del Ni Una Menos para darle mayor musculatura a la manifestación.
Trabajadores del Garrahan y agrupaciones universitarias de alumnos y docentes se sumarán a la marcha con la expectativa de que la oposición aproveche el recinto para emplazar el tratamiento de los proyectos de presupuesto y recomposición salarial para la educación superior pública.
Desde el Ministerio de Seguridad anticiparon que endurecerán el protocolo antipiquetes teniendo en cuenta que la intensidad de la marcha de este miércoles será significativamente mayor a otras jornadas. La calle va a estar caliente y dentro de los muros del Palacio se sentirá esa tensión en el aire. El Gobierno está preocupado porque entiende que esta vez el bando adversario sí está más cerca del quórum.
El 21 de mayo pasado, al conglomerado opositor le había faltado apenas tres diputados para alcanzar el número mágico de 129. Como síntoma de este temor creciente, el presidente de la Cámara baja, Martín Menem, viene alertando todos los días, ya sea a través de tuis públicos o mediante canales informales, del costo fiscal que supondría aprobar la batería de proyectos que motoriza la oposición.
Según advierten, las reformas planteadas supondrían entre el 2025 y el 2026 un gasto total de 12 mil millones de dólares, lo cual supone un costo fiscal del 1.8% del PBI. Con ese argumento como punta de lanza, el oficialismo intenta disuadir a gobernadores y otros interlocutores que suelen ser permeables a los planteos de orden fiscal.
El bloque de la UCR también enfrenta una doble presión: del Gobierno nacional que le exige obediencia debida, y de los sectores de la sociedad civil que durante una época supo representar, y que piden desesperadamente a gritos una ayuda del Congreso ante la agresión del Poder Ejecutivo. En los últimos tiempos, el bloque que preside Rodrigo de Loredo se alineó al Gobierno, pero también sufrió fugas, con Julio Cobos como máximo exponente.